Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Viernes 11 de setiembre de 2020.


Tiempo Litúrgico: Ordinario II - Semana XXIII. 
   Color del día: Verde.   

Memoria libre:

Primera Lectura
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo a los corintios (9, 16-19. 22-27)
Me he hecho todo a todos,
a fin de ganarlos a todos.

Hermanos: No tengo por qué presumir de predicar el Evangelio, puesto que ésa es mi obligación. ¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por propia iniciativa, merecería recompensa; pero si no, es que se me ha confiado una misión. Entonces, ¿en qué consiste mi recompensa? Consiste en predicar el Evangelio gratis, renunciando al derecho que tengo a vivir de la predicación.

Aunque no estoy sujeto a nadie, me he convertido en esclavo de todos para ganarlos a todos. Con los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos, a fin de ganarlos a todos. Todo lo hago por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

¿No saben que en el estadio todos los corredores compiten, pero uno solo recibe el premio? Corran de manera que consigan el premio. Además, todos los atletas se privan de muchas cosas: ellos lo hacen por un premio que se acaba; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre.

Así pues, yo corro, pero no a ciegas, y lucho, pero no dando golpes al aire, sino que domino mi cuerpo y lo obligo a que me sirva, no sea que, después de predicar a los demás, quede yo descalificado.

Reflexión sobre la Primera Lectura

En este capítulo de su carta, basado en los problemas que venía tratando sobre la incontinencia sexual y los desórdenes en la voluntad, san Pablo da el consejo de oro para poder ser capaz de recibir la Vida Eterna y participar del Reino: La Penitencia.

El ejemplo que propone es genial, pues compara la vida con una competencia atlética. Quien ha hecho alguna vez deporte, sabe que para poder dar un buen resultado se necesita "privarse" de todo lo que merma la salud o la debilita; al mismo tiempo, sabe que no siempre son placenteros todos los ejercicios que se deben hacer para mantenerse en forma.

Pues, de igual manera, la vida espiritual requiere Disciplina. Es necesario apartarnos de lo que no contribuye a la edificación espiritual, y que muchas veces la deteriora (conversaciones, lugares, espectáculos), y por otro lado, ejercitarnos en la oración y en las prácticas espirituales, especialmente en la penitencia.

Sin disciplina en la vida, será muy difícil alcanzar el éxito, pues igualmente, sin disciplina en la vida espiritual, es difícil que ésta crezca y se desarrolle. ¡Ánimo, que la carrera es larga!

Salmo responsorial
(Sal 83, 3. 4. 5-6. 12)
R/ Qué agradable, Señor, es tu morada.
  • Anhelando los atrios del Señor se consume mi alma. Todo mi ser de gozo se estremece y el Dios vivo es la causa. R.
  • Hasta el gorrión encuentra casa y la golondrina un lugar para su nido, cerca de tus altares, Señor de los ejércitos, Dios mío. R.
  • Dichosos los que viven en tu casa, te alabarán para siempre; dichosos los que encuentran en ti su fuerza
  • y la esperanza de su corazón. R.
  • El Señor es sol y escudo, Dios concede favor y gloria. El Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (6, 39-42)
¿Puede un ciego guiar a otro ciego?

En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: “¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano”.

Reflexión sobre el Evangelio

Hoy se nos invita a descubrir nuestros propios errores. Somos humanos y, como tales, tenemos fallas, debilidades. Es, pues, necesario descubrirlas. Pero ¿cómo podremos descubrirlas si no nos ayudan? O ¿cómo podremos superarlas sin la ayuda de los demás? He aquí la respuesta: No es fácil ayudar al hermano a salir adelante de sus debilidades.

Requiere, como cuando hay que sacar una paja del ojo, mucho cuidado, mucho cariño, mucho amor y atención. De esta manera se completa la enseñanza: Somos débiles y estamos llenos de imperfecciones, no debemos cerrarnos a esto; pero al mismo tiempo debemos permitir al hermano que nos ayude a superarlos, y además, ayudar con ternura a los demás a superar sus imperfecciones. ¿Serías capaz de hacer esto en tu propia vida?

Oración

Señor, te pido que me enseñes a fortalecer mi ser interno; yo me comprometo a privarme de todo aquello que me daña y que limita mi desarrollo; además de disciplinarme en cada cosa que me edifique para llegar a la estatura del hombre perfecto, hasta tu plenitud.

Acción

Hoy cuidaré de ser diligente en mis prácticas diarias de oración y me privaré de algo como parte de la ascesis diaria.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro.

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo A – 2020, Conferencia Episcopal de Costa Rica