Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Viernes 2 de octubre de 2020.


Tiempo Litúrgico: Ordinario II - Semana XXVI. 
   Color del día: Blanco.   

Memoria obligatoria:

Primera Lectura
Lectura del libro de Job
(38, 1. 12-21; 40, 3-5)
¿Alguna vez en tu vida le has dado órdenes a la
mañana o has llegado hasta donde nace el mar?

El Señor le habló a Job desde el seno de la tormenta y le dijo: “¿Acaso alguna vez en tu vida le has dado órdenes a la mañana o le has señalado su lugar a la aurora, para que ciña a la tierra por los bordes y sacuda de ella a los malvados; para que ponga de relieve sus contornos y la tiña de colores como un vestido; para que prive a los malvados del amparo de las tinieblas y acabe con el poder del hombre criminal?

¿Has llegado hasta donde nace el mar o te has paseado por el fondo del océano? ¿Se te han franqueado las puertas de la muerte o has visto los portones del país de los muertos? ¿Has calculado la anchura de la tierra? Dímelo, si lo sabes.

¿Sabes en dónde vive la luz y en dónde habitan las tinieblas? ¿Podrías conducirlas a su morada o enseñarles el camino de su casa? Si lo sabes, es que para entonces tú ya habrías nacido y el número de tus años sería incontable”.

Job le respondió al Señor: “He hablado a la ligera, ¿qué puedo responder? Me taparé la boca con la mano. He estado hablando y ya no insistiré más; ya no volveré a hablar”.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Ante la grandeza de Dios, ¿qué puede decir o hacer el hombre? Este pasaje de Job, con el cual cerramos nuestro rápido recorrido por este hermoso libro de la sabiduría, es la invitación final a darnos cuenta de la pequeñez de nuestros criterios, de nuestro conocimiento, de nuestra impotencia; es el eco de San Pedro que dice a Jesús: "Señor, tú lo sabes todo".

Nuestros proyectos, nuestras iniciativas son buenas, pero siempre serán mejores las de Dios, aunque muchas veces no las podamos entender; nuestro conocimiento de Dios y de las cosas crece continuamente, sin embargo, siempre será mucho más lo que desconocemos. De aquí la necesidad de confiarnos a AQUEL que todo lo sabe y que todo lo puede.

Es una invitación a inclinar nuestra rodilla delante de la majestad de Dios y a reconocernos humildes, pobres y pequeños a fin de recibir de SU bondadosa mano, lo que ÉL bien sabe que es bueno para nosotros, para nuestra familia y para nuestra sociedad.

Salmo responsorial
(Sal 138, 1-3. 7-8. 9-10. 13-14ab)
R/ Condúcenos, Señor, por tu camino.
  • Tú me conoces, Señor, profundamente: tú conoces cuándo me siento y me levanto, desde lejos sabes mis pensamientos, tú observas mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. R.
  • ¿A dónde iré yo lejos de ti? ¿Dónde escaparé de tu mirada? Si subo hasta el cielo, allí estás tú; si bajo al abismo, allí te encuentras. R.
  • Si voy en alas de la aurora o me alejo hasta el extremo del mar, también allí tu mano me conduce y tu diestra me sostiene. R.
  • Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el seno materno. Te doy gracias por tan grandes maravillas; soy un prodigio y tus obras son prodigiosas. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (18, 1-5. 10)
Sus ángeles en el cielo ven continuamente
el rostro de mi Padre, que está en el cielo.

En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es más grande en el Reino de los cielos?”

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: “Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí.

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo”.

Reflexión sobre el Evangelio

En nuestro mundo tecnificado, es difícil aceptar la existencia de un mundo espiritual, de un mundo que no es tangible ni medible. Este campo pertenece sólo a la fe y a la fe de los “pequeños", de los que son como niños.

Y es que los pequeños ven las cosas, más que con los ojos del cuerpo, con los ojos del corazón. Esta es la razón por la cual Jesús nos invita a ser como niños, a que nuestros criterios de tiempo y espacio sean informados por las categorías de lo infinito, de lo trascendente; que abramos nuestra mente y nuestro corazón al auxilio divino que Dios nos ha dado por medio de nuestros ángeles custodios.

Trata hoy de hacerte consciente de la presencia espiritual en la que Dios ha querido que vivamos.

Oración

Eres grande Señor, eres soberano en toda la tierra, todas tus obras son justicia y verdad. Por eso, tengo la plena seguridad de que tus planes para mí son incomparablemente mejores que los que yo pudiese pedir, pensar o imaginar. Me abandono a Ti, haz de mi vida algo que te agrade y que te sirva para llevar más almas a tu dicha eterna.

Acción

Hoy presentaré a Dios, en oración, aquellos proyectos que me están dando vueltas en la cabeza y le diré de corazón: "Señor, tú eres sabio y sabes qué es lo mejor para mí, toma estos planes y prosperalos o enseñame a desistir de ellos".

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro.

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo A – 2020, Conferencia Episcopal de Costa Rica