Ángelus del Papa Francisco: “la salvación no es automática, requiere la conversión”

El Papa Francisco en el rezo del Ángelus desde la biblioteca.
Foto: Vatican Media

24 enero 2021, 12:30
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano  |  Vatican News

Este domingo el Santo padre ha reflexionado acerca del hodierno pasaje evangélico según el evangelista Marcos: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio».

“Jesús no usaba medias palabras” ha dicho el Papa, de hecho “es un mensaje que nos invita a reflexionar sobre dos temas esenciales: el tiempo y la conversión” ha asegurado el Papa Francisco.

El tiempo

Por un lado – dice Francisco – en este texto del evangelista Marcos, “hay que entender el tiempo como la duración de la historia de la salvación realizada por Dios; por tanto, el tiempo “cumplido” es aquel en el que esta acción salvífica llega a su culmen, a su plena actuación: es el momento histórico en el que Dios ha enviado al Hijo al mundo y su Reino se ha hecho más “cercano” que nunca”.

La conversión

Sin embargo, “la salvación no es automática” puntualiza el Papa. “La salvación es un don de amor, y como tal, ofrecido a la libertad humana, siempre que se habla de amor, se habla de libertad, el amor sin libertad no es amor, puede ser interés, miedo, tantas cosas, pero el amor es siempre libre” y siendo libre – señala – “requiere una respuesta libre: requiere la conversión”.

Para Francisco, esta “conversión” significa “cambiar de mentalidad y cambiar de vida: no seguir más los modelos del mundo, sino el de Dios, que es Jesús”. El Pontífice explica demás que “es un cambio decisivo de visión y de actitud”, pues el pecado y en concreto “el de la mundanalidad” trajo al mundo una mentalidad “que tiende a la afirmación de uno mismo contra los demás, e incluso contra Dios”.

“Esto es curioso” – dice el Papa – y pregunta: “¿cuál es tu identidad?”, pues según el Papa, “muchas veces sentimos que al expresar nuestra identidad con un término de contra, es difícil expresar nuestra identidad con un término positivo, contra los otros, contra los demás y contra Dios y por este motivo la mentalidad del mundo puede causar la violencia y el engaño”.

Y “vemos lo que sucede con el engaño y la violencia” dice el Papa: “ganas de poder, don de servicio, guerras, explotación contra la gente, esta es la mentalidad del engaño que ciertamente tiene origen en el padre del engaño, en el gran mentiroso, el diablo, él es el padre de la mentira”.

El mensaje de Jesús nos invita a a ser acogedores y humildes

“A todo ello se opone el mensaje de Jesús, que nos invita a reconocernos necesitados de Dios y de su gracia; a mantener una actitud equilibrada frente a los bienes terrenos; a ser acogedores y humildes con todos; a conocernos y realizarnos a nosotros mismos mediante el encuentro y el servicio a los demás” asegura el Papa.

De hecho, explica que para cada uno de nosotros, el tiempo durante el que podemos acoger la redención es breve, pues “es la duración de nuestra vida en este mundo”.

Y puede parecer larga, señala, recordando un día que fue a dar los sacramentos a una persona enferma anciana: “él en ese momento antes de recibir la eucaristía de la unción de los enfermos me dijo: se me ha pasado la vida, pensaba que era eterno pero me voló la vida. Así nos sentimos los ancianos, que la vida se va y vuela” dice el Papa.

Además, hace hincapié en que “la vida” es un don del infinito amor de Dios, “pero es también el tiempo de verificación de nuestro amor por Él”. “Por eso, cada momento, cada instante de nuestra existencia es un tiempo precioso para amar a Dios y al prójimo, y así entrar en la vida eterna”.

El Señor nos llama a lo largo de nuestra vida

Por último, el Papa señala que la historia de nuestra vida tiene dos ritmos: uno, medible, hecho de horas, días, años; y otro, compuesto por las estaciones de nuestro desarrollo: nacimiento, infancia, adolescencia, madurez, vejez, muerte.

Francisco asegura que “la fe nos ayuda a descubrir el significado espiritual de estos tiempos”, pues cada uno de ellos contiene una llamada especial del Señor, “a la que podemos dar una respuesta positiva o negativa”.

Es por ello que nos exhorta a “estar atentos” y “no dejar pasar a Jesús sin recibirlo”, pues tal y como decía San Agustín: “Tengo miedo de Dios cuando pasa, miedo de no reconocerlo y no acogerlo”.

Por último, su invitación a pedir a la Virgen María “que nos ayude a vivir cada día, cada momento, como tiempo de salvación en el que el Señor pasa y nos llama a seguirlo. Y nos ayude a convertirnos de la mentalidad del mundo a la del amor, que son fuegos artificiales, y del servicio”.

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