Homilía del Papa Francisco en la ordenación episcopal en el Vaticano de 2 nuevos Obispos

Papa Francisco en la homilía.
Foto: Vatican Pool. Daniel Ibáñez / ACI Prensa
17 de octubre de 2021 - 3:25 AM
Redacción ACI Prensa

El Papa Francisco presidió este domingo 17 de octubre la ordenación episcopal en la Basílica de San Pedro de Mons. Guido Marini, quien fue maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias desde 2007, y de Mons. Andrés Gabriel Ferrada Moreira, nuevo secretario de la Congregación para el Clero.

La homilía del Santo Padre se basó en la edición italiana del Pontifical Romano para la Ordenación de Obispos, pero habló también en forma espontánea sin leer el texto, y destacó que las dos funciones principales del Obispo son la oración y el anuncio del Evangelio, así como también los instó a permanecer cercanos a Dios, a los obispos, a los sacerdotes y al santo pueblo fiel de Dios.

“Anuncien la Palabra en toda ocasión: oportuno y no oportuna. Adviertan, reprochen, exhorten, con toda magnanimidad y doctrina. Continúen a estudiar. Y mediante la oración y el ofrecimiento del sacrificio por su pueblo tomen de la plenitud de la santidad de Cristo la multiforme riqueza de la divina gracia”, invitó el Papa.

A continuación, la homilía pronunciada por el Papa Francisco:

Hermanos e hijos queridísimos:

Reflexionemos atentamente a qué alta responsabilidad eclesial son llamados estos hermanos nuestros. Nuestro Señor Jesucristo enviado por el Padre para redimir a los hombres mandó a su vez al mundo a los doce Apóstoles, para que llenos del poder del Espíritu Santo anunciaran el Evangelio a todos los pueblos y, reuniéndoles bajo un único pastor, les santificaran y les guiaran a la salvación.

Con el fin de perpetuar de generación en generación este ministerio apostólico, los Doce agregaron colaboradores transmitiéndoles, con la imposición de las manos, el don el Espíritu recibido de Cristo, que confería la plenitud del sacramento del Orden. Así, a través de la ininterrumpida sucesión de los obispos en la tradición viva de la Iglesia, se conservó este ministerio vivo, este ministerio primario y la obra del Salvador continúa y se desarrolla hasta nuestros tiempos.

En el obispo, circundado por sus presbíteros, está presente en medio de vosotros Nuestro Señor Jesucristo mismo, sumo y eterno sacerdote. Es Cristo, en efecto, que en el ministerio del obispo sigue predicando el Evangelio de salvación y santificando a los creyentes mediante los sacramentos de la fe. Es Cristo que en la paternidad del obispo acrecienta con nuevos miembros su cuerpo, que es la Iglesia. Es Cristo que en la sabiduría y prudencia del obispo guía al pueblo de Dios en la peregrinación terrena hasta la felicidad eterna.

Acojan, por tanto, con alegría y gratitud a estos hermanos nuestros, que nosotros obispos con la imposición de las manos asociamos hoy al colegio episcopal.

En cuanto a ustedes, elegidos por el Señor, reflexionen que han sido elegidos entre los hombres y para los hombres, han sido constituidos, no para ustedes, sino para los otros, en las cosas que se refieren a Dios.

‘Episcopado’, en efecto, es el nombre de un servicio, no es verdadero episcopado sin servicio, no es el nombre de un honor, como querían los discípulos, uno a la derecha y uno a la izquierda, porque al obispo le compete más servir que dominar, según el mandamiento del Maestro: ‘el mayor entre ustedes se ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve’. Servir, y con este servicio ustedes custodiarán su vocación, y serán auténticos pastores en el servir, no en el honor, en la potestad, en el poder. Servir, siempre servir.

Anuncien la Palabra en toda ocasión: oportuno y no oportuna. Adviertan, reprochen, exhorten, con toda magnanimidad y doctrina. Continúen a estudiar. Y mediante la oración y el ofrecimiento del sacrificio por su pueblo tomen de la plenitud de la santidad de Cristo la multiforme riqueza de la divina gracia.

Ustedes serán custodios de la fe, del servicio, de la caridad en la Iglesia. Y para esto, es necesario ser cercanos. Piensen que la proximidad es el rastro más típico de Dios, Él mismo lo dice a su pueblo en el Deuteronomio, piensen cuál pueblo tiene a sus dioses así de cerca como tú me tienes a mi. Cercanía. Junto a la compasión y la ternura.

Por favor, no dejen esta cercanía, acérquense siempre al pueblo, acérquense a Dios, acérquense a los hermanos obispos, acérquense a los sacerdotes. Estas son las cuatro cercanías del obispo. El obispo cercano a Dios en la oración, muchas veces alguno podría decir: ‘tengo tanto que hacer que no puedo rezar’. Détente. Cuando los apóstoles han inventado a los diáconos Pedro ¿qué dice? -a nosotros los obispos-: la oración y el anuncio de la Palabra

La primera tarea del obispo es rezar. No como un loro, rezar con el corazón, rezar… ‘no tengo tiempo’, quita todas las otras cosas, la primera tarea del obispo: cercanía a Dios en la oración.

Luego, la segunda cercanía, cercanía a los otros obispos. ‘No que ellos son de aquel partido y yo soy de aquel partido’… Sean obispos. Habrán discusiones entre ustedes, pero como hermanos, cercanos, nunca hablar mal de los otros obispos. Segunda cercanía, al colegio episcopal.

Tercera cercanía, cercanía a los sacerdotes. Por favor no se olviden que los sacerdotes son los prójimos más próximos a ustedes. Cuántas veces se escuchan quejas de sacerdotes ‘si llame al obispo pero la secretaria me dijo que tiene la agenda llena que quizá en 30 días podría recibirme’. Esto no va, si tú sabes que te ha llamado un sacerdote llámalo el mismo día, o al día siguiente, él con esto, sabrá que tendrá un padre. Cercanía a los sacerdotes y si no vienen, ve a encontrarles, cercano.

Y la cuarta cercanía, cercanía al santo pueblo fiel de Dios. Lo que San Pablo dice a Timoteo, recuerda a tu madre, a tu abuela, no te olvides que has sido elegido del rebaño, no de una elite que ha estudiado, tiene muchos títulos, y le toca ser obispo, no, del rebaño.

Por favor, no se olviden de estas cuatro cercanías. Cercanía a Dios en la oración, cercanía a los obispos, en el cuerpo episcopal, cercanía a los sacerdotes y cercanía al rebaño. Que el Señor les haga crecer en este camino de la cercanía. De este modo, imitarán mejor al Señor porque Él ha sido siempre cercano, está siempre cerca de nosotros, y con su cercanía, que es una cercanía compasiva y tierna, nos lleva hacia adelante. Y que la Virgen los cuide.

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