Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Jueves, 14 de abril de 2022.


Tiempo Litúrgico: Jueves de la Semana Santa - Misa Crismal
   Color del día: Blanco.  


Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (61, 1-3. 6. 8-9)
El Señor me ha ungido y me ha enviado
a a nunciar la buena nueva a los pobres
y a darles un aceite perfumado de alegría.

El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón a los cautivos, y la libertad a los prisioneros; a pregonar el año de gracia del Señor, el día de la venganza de nuestro Dios.

El Señor me ha enviado a consolar a los afligidos, los afligidos de Sión, a cambiar su ceniza en diadema, sus lágrimas en aceite perfumado de alegría y su abatimiento, en cánticos. Ustedes serán llamados “sacerdotes del Señor”; “ministros de nuestro Dios” se les llamará.

Esto dice el Señor: “Yo les daré su recompensa fielmente y haré con ellos un pacto perpetuo. Su estirpe será célebre entre las naciones, y sus vástagos, entre los pueblos. Cuantos los vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el Señor”.

Salmo responsorial
(Sal 88, 21-22. 25 y 27)
R/ Proclamaré sin cesar
la misericordia del Señor.
  • “He encontrado a David, mi servidor, y con mi aceite santo lo he ungido. Lo sostendrá mi mano y le dará mi brazo fortaleza. R.
  • Contará con mi amor y mi lealtad y su poder aumentará en mi nombre. El me podrá decir: ‘Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva’. R.  

Segunda Lectura
Lectura del libro del Apocalipsis
del apóstol san Juan (1, 5-8)
Ha hecho de nosotros un reino
de sacerdotes para Dios

Hermanos míos: Gracia y paz a ustedes, de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el soberano de los reyes de la tierra; aquel que nos amó y nos purificó de nuestros pecados con su sangre y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Miren: él viene entre las nubes, y todos lo verán, aun aquellos que lo traspasaron. Todos los pueblos de la tierra harán duelo por su causa.

“Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que ha de venir; el todopoderoso”.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (4, 16-21)
El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido.

En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.

Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que ustedes acaban de oír”.

Reflexión especial:

Jueves: Jesús está inquieto hasta la muerte, para eso ha venido, para esta hora. Sus discípulos siguen ajenos a lo que ocurre en el corazón de Cristo. Esta mañana el Obispo ha bendecido los oleos y consagrado el crisma. Cientos, miles de bautizados recibirán ese Santo Crisma a lo largo de este año…, y también seguiremos ajenos a lo que pasa en el corazón de Cristo.

Mientras los Apóstoles preparan la fiesta, Judas ya ha ultimado su traición. El Sumo Sacerdote, los escribas y los letrados planean ya el prendimiento de Cristo, preparan a los guardias y empiezan a convocar la reunión de urgencia para juzgar al justo.

También hoy presenciamos a muchos que se reúnen para preparar la guerra, para organizar abortos, para acabar con la vida de ancianos y enfermos. Preparan sus ejércitos, sus maquinaciones y sus estrategias…, y nosotros seguimos de fiesta, incluso tal vez simplemente de vacaciones. Sólo Jesús conoce el corazón de cada hombre, sólo Él será el juez.

Comienza la cena, el ambiente, aunque algo tenso y extraño, es festivo. No están celebrando la situación político eclesial del tiempo. Están celebrando la Pascua, el paso de la liberación de Egipto, de esclavos a libres. Jesús, aunque con el corazón en un puño, participaría de esa alegría: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”. Nadie sabe que será la última Pascua y comenzará la nueva Pascua, el paso de la muerte a la vida, del pecado a la Gracia por la muerte del único Cordero que quita el pecado del mundo.

También hoy en nuestras parroquias celebramos la Eucaristía. Tal vez no seamos conscientes que mañana y pasado no habrá el Santo Sacrificio en ningún lugar del mundo católico, tal vez ni tan siquiera la echemos de menos. La próxima Misa será la Nueva Pascua con Cristo resucitado. Centrémonos hoy en la Misa, disfrutemos, alégreoosnos en el Señor que en medio de las guerras, las violencias, las pobrezas, las enfermedades se hace presente y se hace alimento: “Tomad y comed esto es mi Cuerpo…, Tomad y bebed esta es mi sangre”.

De pronto Jesús se levanta, se ciñe la toalla y se pone a hacer el trabajo de un siervo. Él no ha venido a ser servido, sino a servir. Se pone a los pies de sus discípulos y los enjuga con agua y los seca con una toalla. Tal vez se acuerden de la casa de Simón donde no le lavaron los pies y una mujer pecadora los regó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. El santo se pone en el lugar de los pecadores, el Rey donde el siervo. Pedro se rebela, no lo entiende, aunque ya sabe que muchas veces no entiende a su Maestro y al final se dejará hacer.

¡Cuántas veces nos rebelamos ante un Dios que se pone a servir! Queremos un Dios poderoso, omnipotente…, que se ponga a nuestro servicio. No entendemos a un Dios que se da a conocer en un poco de pan, en el débil, en el indefenso, en el pobre, en el que sirve. Digamos de corazón en el Padrenuestro: ¡Hágase tu voluntad!, aunque no la entendamos.

Judas ya no está, ya ha consumado la apostasía. Jesús y sus discípulos marchan al huerto de los Olivos cantando salmos y continuando la fiesta. Jesús se aporta un poco de ellos con Pedro, Santiago y Juan y se pone a rezar al padre. Los Apóstoles se duermen. ¡Cuántas veces nosotros dormimos y Dios sigue haciendo por nosotros! No se cansa de tener paciencia y misericordia, aunque le cuesta sudar sangre. Y nosotros dormimos. Tú y yo ¿podremos velar al menos una hora?

De pronto aparece Judas con los guardas y con un falso beso comienza la pasión. ¡Cuántos besos falsos te he dado, Dios mío! Será un momento de desconcierto, todos, pensando en su propia seguridad, huyen y dejan a Jesús solo. ¡Cuántas veces, Señor, he pensado antes en mí que en Ti! Te he dejado sólo porque tenía demasiado que hacer, cosas muy importantes que realizar…, y sólo una cosa era importante.

Comienza la Pasión. Esta noche ¿te dejaremos sólo? ¿tendremos miedo del juicio de una portera? ¿Dormiremos y ya nos enteraremos mañana de que ha pasado? No, Jesús, hoy no quiero dejarte sólo.

María estaría siempre cerca, uniendo sus dolores a los de su Hijo. Déjame María acompañarte hoy, a pesar de mis frecuentes cobardías, unirme -al menos hoy-, a la Pasión de tu Hijo que cargó con nuestros pecados. Llega el viernes.

Por Comentarista 1 | jueves, 14 abril 2022 | Comentario a las Lecturas | Archidiócesis de Madrid

Adaptado de:
La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, Archidiócesis de Madrid, ACI Prensa EC Wiki
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2021-2022, Conferencia Episcopal de Costa Rica