Lecturas de la Misa del día y su reflexión. Sábado, 30 de julio de 2022.


Tiempo Litúrgico: Ordinario - Semana XVII.
   Color del día: Verde.  

Memoria libre:

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Jeremías (26, 11-16. 24)
Es cierto que el Señor me ha enviado a ustedes
para predicarles todas estas cosas.

En aquellos días, los sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y al pueblo: “Ese hombre, Jeremías, merece la muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como ustedes mismos lo han oído”.

Pero Jeremías les dijo a los jefes y al pueblo: “El Señor me ha enviado a profetizar todo lo que han oído contra este templo y esta ciudad. Pues bien, corrijan su conducta y sus obras, escuchen la voz del Señor, su Dios, y el Señor se retractará de la amenaza que ha pronunciado contra ustedes.

Por mi parte, yo estoy en manos de ustedes: hagan de mí lo que les parezca justo y conveniente. Pero sépanlo bien: si me matan, ustedes, la ciudad y sus habitantes serán responsables de la muerte de un inocente, porque es cierto que el Señor me ha enviado a ustedes para anunciarles todas estas cosas”.

Los jefes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: “Este hombre no merece sentencia de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios”.

Entonces Ajicam, hijo de Safán, defendió a Jeremías, para que no fuera entregado en manos del pueblo y lo mataran.

Salmo responsorial
(Sal 68, 15-16. 30-31. 33-34)
R/ Defiéndeme y ayúdame, Dios mío.
  • Sácame de este cieno, no vaya a ser que me hunda; ponme a salvo, Señor, de los que me odian y de estas aguas tan profundas. R.
  • No dejes que me arrastre la corriente y que me trague el remolino; no dejes que se cierre sobre mí la boca del abismo. R.
  • Mírame enfermo y afligido; defiéndeme y ayúdame, Dios mío. En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido. R.
  • Se alegrarán al verlo los que sufren; quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (14, 1-12)
Herodes mandó degollar a Juan.
- Los discípulos de Juan fueron a avisarle a Jesús.

En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús y les dijo a sus cortesanos: “Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas".

Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, le tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.

Pero llegó el cumpleaños de Herodes, y la hija de Herodías bailó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: “Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista”.

El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y entonces mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.

Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.

Reflexión sobre las Lecturas

Disposición al martirio
por Comentarista 5 | sábado, 30 julio 2022 | Comentario a las Lecturas | Archidiócesis de Madrid

La primera lectura de hoy nos relata la muerte del profeta Jeremías por ser fiel al mandato de Dios. Se sabe en las manos de Dios y no se deja ganar por el temor a morir. El Evangelio también propone a nuestra consideración la muerte de otro profeta ¡el último!, San Juan Bautista, por denunciar al rey su conducta contraria a la Ley de Dios. Hemos de entrar en una consideración muy seria de lo que supone ser fieles a Dios hasta sus últimas consecuencias y superar los miedos.

En nuestro tiempo no es menos necesario este testimonio. Quizá de otra manera. Hoy no nos cortarán la cabeza, pero pueden “cortarnos” nuestra carrera, nuestra fama, pueden hacernos sentir solos y aislados como gente rara, personas con cierta “debilidad mental” por creer, por tratar de vivir de manera coherente su fe.

En Papa Benedicto XVI no dejó una invitación a superar los miedos, en un texto que no llegó a leer por la tormenta de agua y aire que se vivió en Cuatro Vientos (Madrid) en la Jornada Mundial de la Juventud de 2011, quizás el enemigo no quería dejar oír la voz del Papa, pero nos dejó escrito: “no tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su nombre toda la tierra (Benedicto XVI, Vigila Cuatro Vientos, JMJ Madrid 2011).

Estos tiempos son apasionantes, reclaman de cada uno determinación, audacia, amor a la verdad, al hombre y a su verdadero bien. Sin nuestro testimonio valiente y coherente de nuestra fe, con la palabra y con la vida, el mundo quedaría a oscuras y, en el fondo, sin ninguna esperanza. Si el hombre sólo puede esperar en sus propias fuerzas, en sus propios criterios sobre “cómo vivir humanamente”, nuestras vidas se verían abocadas rápidamente a una vida sin esperanza. La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando hasta el extremo (cf. Jn 13,1; 19,30).

Quien ha sido tocado por el amor empieza a intuir lo que sería verdaderamente la vida que anhela el corazón de todo hombre y que está siempre fuera de nuestro alcance, que sólo nos puede ser regalada. Sólo la gran esperanza-certeza de que, a pesar de todas las frustraciones, mi vida personal y la historia en su conjunto están custodiadas por el poder indestructible del Amor y que, gracias al cual, tienen para él sentido e importancia, sólo una esperanza así puede ser motor de humanidad (cf. Benedicto XVI, Encíclica Spes salvi 27. 36).

Hemos de estar preparados para ser atacados por amor a la verdad, por amor a Cristo. Hoy defender la dignidad de toda vida humana, particularmente la más necesitada de ser cuidada y protegida; defender la dignidad del sacramento del matrimonio; defender que la sexualidad humana tiene una naturaleza y, por tanto, un sentido, que uno no puede determinar lo que le parezca, que hay modos de vivir la sexualidad impropios del hombre por no respetar lo que la persona es; defender que el error y la mentira no tiene derechos (la libertad de expresión tiene límites claros en la verdad y la justicia).

Esto entre otras muchas verdades. Quien esté dispuesto a defenderlas, debe prepararse a ser perseguido. Recordaba el Cardenal de Manila, Luis Antonio Tagle: “si amáis a Cristo, muchas personas os odiarán (…) Siguiendo a Cristo, tendréis que llevar muchas cruces; seguir al dios falso elimina la cruz y promete un camino falso”.

María, madre de los creyentes, tú que has participado de un modo tan singular en la muerte de tu Hijo, infúndenos la certeza, la fe, el valor, y sobre todo el amor, para dar la vida Él.

Adaptado de:
La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa, Archidiócesis de Madrid
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2021-2022, Conferencia Episcopal de Costa Rica