Tiempo Litúrgico: Ordinario - Semana XV.
Color del día: Blanco.
Memoria obligatoria: San Benito, abad.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (1, 10-17)
Purifíquense y aparten de mi vista
sus malas acciones.
Oigan la palabra del Señor, príncipes de Sodoma; escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: “¿Qué me importan a mí todos sus sacrificios?”, dice el Señor. Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasa de becerros; ya no quiero sangre de toros, corderos y cabritos.
¿Quién les ha pedido que me ofrezcan todo eso cuando vienen al templo para visitarme? Dejen ya de pisotear mis atrios y no me traigan dones vacíos ni incienso abominable. Ya no aguanto sus novilunios y sábados ni sus asambleas.
Sus solemnidades y fiestas las detesto; se me han vuelto una carga insoportable. Cuando extienden sus manos para orar, cierro los ojos; aunque multipliquen sus plegarias, no los escucharé. Sus manos están llenas de sangre. Lávense y purifíquense; aparten de mí sus malas acciones. Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien, busquen la justicia, auxilien al oprimido, defiendan los derechos del huérfano y la causa de la viuda”.
Reflexión sobre la Primera Lectura
De nuevo el profeta Isaías, que escribe este pasaje ante un pueblo que ha abandonado la Ley del Señor, nos advierte que no podemos presentarnos ante Dios en el culto, a orar y a levantar las manos hacia ÉL cuando nuestra vida cotidiana está llena de injusticias y de maldad.
Es triste que algunos van a misa tan quitados de la pena a "participar" de la Eucaristía, habiendo cometido durante la semana una serie de injusticias en el trabajo e incluso hasta en sus propias casas. Para ellos es este pasaje.
Si verdaderamente queremos que nuestra oración sea escuchada, debemos ser congruentes en nuestro diario vivir, es decir, tratar con caridad y con justicia a todos los que se acercan a nosotros, especialmente a los de nuestra propia casa (hermanos, padres, cónyuge).
No olvides que la fe cristiana no es una filosofía, sino ante todo, un estado de vida, una manera muy concreta de vivir y de ser.
Salmo responsorial
(Sal 49, 8-9. 16bc-17. 21 y 23)
R/ Dios salva al que cumple su voluntad.
- No voy a reclamarte sacrificios, dice el Señor, pues siempre están ante mí tus holocaustos. Pero ya no aceptaré becerros de tu casa ni cabritos de tus rebaños. R.
- ¿Por qué citas mis preceptos y hablas a toda hora de mi pacto, tú, que detestas la obediencia y echas en saco roto mis mandatos? R.
- Tú haces esto, ¿y yo tengo que callarme? ¿Crees acaso que yo soy como tú? Quien las gracias me da, ése me honra y yo salvaré al que cumple mi voluntad. R.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (10, 34–11, 1)
No he venido a traer la paz, sino la guerra.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “No piensen que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la guerra. He venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y los enemigos de cada uno serán los de su propia familia. El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que salve su vida, la perderá y el que la pierda por mí, la salvará.
Quien los recibe a ustedes, me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.
El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.
Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa”.
Cuando acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, Jesús partió de ahí para enseñar y predicar en otras ciudades.
Reflexión sobre el Evangelio
En este pasaje del Evangelio, Jesús afirma la superioridad del Reino sobre cualquier otro valor en el mundo, incluyendo los más valiosos, como puede ser la misma familia. Debemos notar que el término que utiliza Jesús es un término de relatividad, es decir: "más que". Por ello, cuando cualquier valor se opone al Reino, aquél debe ser tenido por menos.
Y es que la realidad y los valores del mundo, como lo ha hecho ver Jesús, muchas veces son diversos e incluso contrarios, a los del Reino, lo que crea un antagonismo de parte del mundo contra el cristiano. La misma familia no está exenta de esta realidad. Es la invitación clara de Jesús de llevar nuestra vida cristiana hasta las últimas consecuencias.
Esto no es fácil, por ello dice: "el que no toma su cruz y me sigue" pues, si es difícil ser rechazado por el mundo, lo es mucho más serlo por la propia familia. No se trata de rechazar ni al mundo ni a la familia ni a los amigos, se trata de amar, por sobre todas las cosas, a Jesús y la vida evangélica, y de hacer una opción radical que nos lleve a transparentar a Jesús. Es una opción de fidelidad total.
Oración
Jesús, ayúdame a vivir de una manera íntegra, conforme a tus mandamientos y a tu ley; que sea solidario con el necesitado y compasivo con el hermano que sufre. Que sea tu gracia la que me edifique, Dios mío.
Acción
Hoy haré algo por alguien necesitado, un pobre, una viuda o un huérfano.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2021-2022, Conferencia Episcopal de Costa Rica