Tiempo Litúrgico: Cuaresma - Semana IV.
Color del día: Morado.
Memoria libre: San Epafrodito, San Nicolás Owen.
Primera Lectura
Del libro del profeta
Isaías (49, 8-15)
Te constituí como alianza para el pueblo,
para restaurar la tierra.
Esto dice el Señor: “En el tiempo de la misericordia te escuché, en el día de la salvación te auxilié. Yo te formé y te he destinado para que seas alianza del pueblo: para restaurar la tierra, para volver a ocupar los hogares destruidos, para decir a los prisioneros: ‘Salgan’, y a los que están en tinieblas: ‘Vengan a la luz’.
Pastarán de regreso a lo largo de todos los caminos, hallarán pasto hasta en las dunas del desierto. No sufrirán hambre ni sed, no los afligirá el sol ni el calor, porque el que tiene piedad de ellos los conducirá a los manantiales. Convertiré en caminos todas las montañas y pondrán terraplén a mis calzadas.
Miren: éstos vienen de lejos; aquéllos, del norte y el poniente, y aquéllos otros, de la tierra de Senim. Griten de alegría, cielos; regocíjate, tierra; rompan a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y tiene misericordia de los desamparados.
Sión había dicho: ‘El Señor me ha abandonado, el Señor me tiene en el olvido’. ¿Puede acaso una madre olvidarse de su creatura hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus entrañas? Aunque hubiera una madre que se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti”, dice el Señor todopoderoso.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Dentro de la riqueza de este pasaje de Isaías, destinado al pueblo de Israel mientras estaba en el Exilio, centremos nuestra atención en la misión redentora del profeta: "Yo te formé y te he destinado para que seas alianza del pueblo: para restaurar la tierra, para decir a los prisioneros: "Salgan", y a los que están en tinieblas: "Vengan a la luz".
Esta es también nuestra misión como bautizados: ser un instrumento de Dios para todos aquellos que viven aún prisioneros de sus vicios y defectos; ser luz para aquellos que viven en las tinieblas del pecado; ser alianza para que, los que no conocen a Jesús, no sólo lo conozcan, sino lo lleguen a amar profundamente y de esta manera tengan vida y la tengan en abundancia.
Tú y yo, en el medio en el que nos desenvolvemos diariamente debemos, primero que nada con nuestro testimonio de vida y luego si es posible con nuestra palabra profética, ser portadores del Evangelio y del amor de Dios para los demás. Él cuenta con nosotros.
Salmo responsorial
(Sal 144, 8-9. 13cd-14. 17-18)
R/ El Señor es compasivo y misericordioso.
- El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas. R.
- El Señor es siempre fiel a sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia. R.
- Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo invoca. R.
Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Juan (5, 17-30)
Como el Padre resucita a los muertos y les da vida,
así el Hijo da la vida a quien él quiere dársela.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones en sábado): “Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo”. Por eso los judíos buscaban con mayor empeño darle muerte, ya que no sólo violaba el sábado, sino que llamaba Padre suyo a Dios, igualándose así con Dios.
Entonces Jesús les habló en estos términos: “Yo les aseguro: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta y sólo hace lo que le ve hacer al Padre; lo que hace el Padre también lo hace el Hijo. El Padre ama al Hijo y le manifiesta todo lo que hace; le manifestará obras todavía mayores que éstas, para asombro de ustedes.
Así como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a quien él quiere dársela. El Padre no juzga a nadie, porque todo juicio se lo ha dado al Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre. El que no honra al Hijo tampoco honra al Padre.
Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida.
Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues así como el Padre tiene la vida en sí mismo, también le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el poder de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la tumba oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para la vida; los que hicieron el mal, para la condenación. Yo nada puedo hacer por mí mismo. Según lo que oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”.
Reflexión sobre el Evangelio
El tema central de este pasaje es escuchar la palabra de Jesús y creer que él es verdaderamente el Hijo de Dios. Estos son dos elementos que están íntimamente relacionados entre sí.
Si nosotros reconocemos verdaderamente que Jesús es Dios, entonces su palabra deja de ser una palabra como la de los demás, para convertirse en "Palabra de Dios"; ahora bien, si la palabra de Jesús -lo que nosotros leemos en los evangelios-, es verdaderamente "Palabra de Dios", debería ser algo sobre lo que no se duda o discute.
Puede ser que no la entienda o que me resulte difícil de vivir o de aceptar, pero sigue siendo "Palabra de Dios". Jesús nos dice hoy: "El que escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna".
Con esto, nos manifiesta que la fuente de la vida es su palabra por ininteligible que pudiera parecer o por difícil que fuera el vivir de acuerdo a ella. En definitiva, si el hombre quiere tener una vida llena de paz, de alegría y de gozo en el Espíritu, no tiene ninguna otra opción que vivir de acuerdo a la voluntad de Dios expresada en Cristo.
Oración
Hazme salir de mi comodidad, Señor, llévame a los afligidos, a los atribulados y prisioneros de vicios, pecados y toda atadura que los aleja de ti. Haz de mi vida un reflejo de tu luz, que pueda iluminar a los que viven en tiniebla y sombra de muerte, que pueda guiar sus pasos por tu senda de justicia y de paz.
Acción
En este día buscaré a alguien verdaderamente necesitado de esperanza, fe y amor, y le diré claramente que Dios le ama, que tiene un plan para su vida.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro.
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2022-2023, Conferencia Episcopal de Costa Rica.