Lecturas de la Misa del día y su reflexión. Sabado, 19 de noviembre de 2023.


Tiempo Litúrgico: Ordinario - Semana XXXII.
   Color del día: Verde.  


Memoria libre:

Primera Lectura
Del libro de la Sabiduría
(18, 14-16; 19, 6-9)
Se vio el mar Rojo convertido en un camino
practicable, y brincaban como corderos.

Cuando un profundo silencio envolvía todas las cosas y la noche estaba a la mitad de su camino, tu palabra todopoderosa, Señor, como implacable guerrero, se lanzó desde tu trono real del cielo hacia la región condenada al exterminio.

Blandiendo como espada tu decreto irrevocable, sembró la muerte por dondequiera; tocaba el cielo con la mano y al mismo tiempo pisaba la tierra.

La creación entera, obediente a tus órdenes, actuó de manera diversa a su modo de proceder para librar a tus hijos de todo daño. Una nube protegió con su oscuridad el campamento israelita y donde antes había agua, surgió la tierra firme; en el mar Rojo apareció un camino despejado y en las olas impetuosas, una verde llanura. Por ahí, protegido por tu mano, pasó todo el pueblo, mientras contemplaba tus prodigios admirables.

Corrían como potros y brincaban como corderos, dándote gracias, Señor, por haberlos liberado.

Salmo responsorial
(Sal 104, 2-3.36-37.42-43)
R/ Recordemos los prodigios del Señor.
  • Aclamen al Señor y denle gracias, relaten sus prodigios a los pueblos. Entonen en su honor himnos y cantos, celebren sus portentos. R.
  • El Señor hirió de muerte a los primogénitos de los egipcios, primicias de su virilidad. Sacó a su pueblo, cargado de oro y plata, y entre sus tribus nadie tropezó. R.
  • Se acordó de la palabra sagrada que había dado a su siervo, Abraham, y sacó a su pueblo con alegría, a sus escogidos, con gritos de triunfo. R.

Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Lucas (18, 1-8)
Dios hará justicia a sus elegidos
que claman ante él.
 
En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola: “En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’.

Por mucho tiempo el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando’ ”.

Dicho esto, Jesús comentó: “Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?”

Reflexión sobre el Evangelio

Las últimas palabras de Jesús en este texto nos ponen a pensar en la infinita bondad de Dios y en la ingrata respuesta que le ha dado no sólo la humanidad, sino incluso nosotros los cristianos.

Hoy nos encontramos con un mundo sin fe; un mundo que ha sacado a Dios de todos sus ambientes. Con el pretexto de la libertad y la “pluralidad”, lo hemos sacado de las escuelas, de los deportes, de los gobiernos, hasta de nuestras propias casas, en donde muchas veces Jesús y su evangelio encuentran poco espacio en la convivencia familiar.

Dios siempre nos escucha, y no sólo esto, sino que nos da mucho más de lo que merecemos y necesitamos; sus oídos están siempre atentos a nuestra voz, sus ojos atentos a nuestro caminar, sin embargo, es triste que cada día sea menos la atención que nosotros le brindamos.

Muchos son los que, diciéndose cristianos, tienen a Dios recluido cuando más, a una visita llena de distracciones en la misa dominical. La Palabra de Dios ha dejado de ser la norma de conducta para el común de los hombres y todo esto ha vaciado nuestros corazones y los ha llenado de materialismo, de hedonismo y de soberbia.

Es por ello que la pregunta de Jesús tiene una importancia capital en nuestra sociedad: "cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?"

La respuesta en alguna medida la tenemos nosotros, pues no obstante el rechazo del mundo a Dios, algo podemos hacer con nuestro testimonio de vida coherente, no teniendo miedo de manifestarnos como seguidores del Maestro; rechazando la moda y el camino de este mundo y, sobre todo, orando por todos aquellos que se han dejado engatusar por el Príncipe de este mundo y han sacado a Dios de sus ambientes.

Hagamos lo que esté de nuestra parte para que cuando venga Jesús nos encuentre en oración.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. 

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Adaptado de:
Evangelización Activa, Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2022-2023, Conferencia Episcopal de Costa Rica.