Tiempo Litúrgico: Adviento. Semana I.
Color del día: Morado.
Memoria libre: San Sabas de Capadocia.
Oración colecta
Despierta tu poder, Señor, y ven a socorrernos con tu fuerza, para que la gracia de tu bondad apresure la salvación que retrasan nuestros pecados, Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad
Lectura del libro de Isaías 26, 1-6
Aquel día, se cantará este canto en la tierra de Judá: «Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo, que observa la lealtad; su ánimo está firme y mantiene la paz, porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua.
Doblegó a los habitantes de la altura, a la ciudad elevada; la abatirá, la abatirá hasta el suelo, hasta tocar el polvo.
La pisarán los pies, los pies del oprimido, los pasos de los pobres».
Reflexión sobre la Primera Lectura
Esta lectura nos presenta las características del pueblo que ha de participar de la alegría del Reino. Debe ser fiel, de ánimo firme para conservar la paz y con una infinita confianza en Dios. Si esto se esperaba del pueblo del Antiguo Testamento, ¿cuánto más no será para la Iglesia que ha sido revestida con el poder del Espíritu Santo?
De esta manera, el Adviento se nos presenta como una oportunidad en nuestro diario caminar para revisar si estos valores están presentes en nuestra vida.
Pensemos si vivimos la fidelidad, principalmente a nuestros compromisos bautismales y si éstos se proyectan en una vida de fidelidad a los que debiéramos amar; revisemos si en medio de este mundo turbulento somos capaces de conservar la paz, y si somos un instrumento para que esta paz se desarrolle en nuestros ambientes, de manera principal en nuestras familias.
Pensemos si todo esto nos ha llevado a tener una confianza tal en Jesús, que aunque él retrasara su llegada, nosotros la esperamos y la continuamos preparando con la seguridad de que su llegada será un momento glorioso para todos lo que hemos buscado vivir de acuerdo a su Evangelio. Haz de este Adviento un verdadero camino hacia el encuentro con el amor de Dios.
Salmo responsorial
Sal 117, 1 y 8-9. 19-21. 25-27a
R. Bendito el que viene en nombre del Señor.
- Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes. R.
- Abridme las puertas de la salvación, y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella. Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. R.
- Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina. R.
Aclamación antes de Evangelio Is 55, 6
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Buscad al Señor mientras se deja encontrar, invocadlo mientras está cerca. R.
EVANGELIO
El que hace la voluntad del Padre
entrará en el reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según
san Mateo 7,21.24-27
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
Reflexión sobre el Evangelio
El Reino de los cielos se construye obedeciendo la Palabra de Dios.
¿De qué nos sirve que Jesús nos haya dejado su Palabra si no la conocemos o si aún conociéndola no estamos interesados en obedecerla? Ciertamente no toda la Palabra de Dios es fácil de vivir, sin embargo, aún ésta es necesaria si verdaderamente queremos que el Reino de los cielos se haga una realidad en nuestras vidas.
El tiempo de Adviento nos invita, no sólo a profundizar en la Palabra, sino a buscar la forma de que ésta se haga una realidad en nuestra vida. No nos permitamos construir sobre la arena. Esfuérzate hoy por poner en práctica algo de la Palabra de Dios, la casa se construye de ladrillo en ladrillo.
Antífona de la Comunión
Llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la Comunión
Fructifique en nosotros, Señor, la celebración de estos sacramentos, con los que tu nos enseñas, ya en este mundo que pasa, a descubrir el valor de los bienes del cielo y a poner en ellos nuestro corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Dirige, Señor, mis pasos, que me lleven hasta ti, pues tú eres mi baluarte, escudo y fortaleza; ayúdame a permanecer fiel a ti, a tener un ánimo firme para mantener la paz; humilla mi soberbia, pero mi pobreza tórnala en abundancia y mi humildad en gloria delante tuyo.
Acción
Hoy evaluaré si realmente soy consciente a cada instante de que Dios es mi única fortaleza y le diré constantemente: "Tú eres mi fortaleza, Señor".
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Adaptado de:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).