Tiempo Litúrgico: Adviento. Semana II.
Color del día: Rojo.
Memoria obligatoria: Santa Lucía, virgen y mártir.
Oración colecta
Te pedimos, Señor, que la gloriosa intercesión de san Lucía, virgen y mártir, sea nuestro apoyo para celebrar ahora su nacimiento para el cielo y contemplar también las realidades eternas. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Si hubieras atendido a mis mandatos.
Lectura del libro de Isaías 48, 17-19
Esto dice el Señor, tu libertador, el Santo de Israel: «Yo, el Señor, tu Dios, te instruyo por tu bien, te marco el camino a seguir.
Si hubieras atendido a mis mandatos, tu bienestar sería como un río, tu justicia como las olas del mar; tu descendencia como la arena, como sus granos, el fruto de tus entrañas; tu nombre no habría sido aniquilado, ni eliminado de mi presencia».
Reflexión sobre la Primera Lectura
El tono en que el profeta habla al pueblo de parte de Dios, nos deja ver lo que sucede cuando el hombre decide caminar al margen del amor de su Señor: se pierden la paz y la justicia.
El tiempo de Adviento es un tiempo, como nos lo decía al principio de este tiempo san Juan Bautista, para corregir nuestros errores y para agregar a nuestra vida los elementos que hacen que toda nuestra existencia se adhiera más a Dios.
Es tiempo, pues, de ver si nuestra relación con Jesús es estrecha, si nuestra oración es continua y si verdaderamente estamos buscando vivir de acuerdo al Evangelio.
Enderecemos nuestros caminos para que nunca falte en nuestra familia y en nuestra comunidad la paz y la justicia. Aprovecha este tiempo para hacer una revisión en tu vida y poder así, responder con generosidad al Señor.
Salmo responsorial
Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6
R. El que te sigue, Señor,
tendrá la luz de la vida.
- Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.
- Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R.
- No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
El Señor llega, salid a su encuentro; él es el Príncipe de la paz. R.
EVANGELIO
No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre.
Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 11, 16-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: «Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado». Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: «Tiene un demonio». Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores».
Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».
Reflexión sobre el Evangelio
Lo único que no se nos perdonará, como ha dicho Jesús en otro pasaje, es el pecado contra el Espíritu Santo, es decir nuestra resistencia a la conversión.
Debemos ser honestos con nosotros mismos y reconocer que Dios ha hecho todo y más, con el fin de que nosotros regresemos a él. Seguramente no habrán faltado invitaciones a retiros, a participar del sacramento de la Reconciliación, a asistir a una misa o a una plática.
Y para muchos, esto no ha sido suficiente. Dios nos la ha pintado de todos colores, pero muchos de nosotros, como la gente del tiempo de Jesús, siempre hemos encontrado un "pero" a la oportunidad que Dios nos ha dado, sea para convertirnos o para crecer en nuestra vida de gracia, prefiriendo muchas veces continuar en nuestra tibieza.
Es tiempo de darle ya una respuesta generosa al Señor, de abrir de par en par nuestro corazón para que el amor de Dios entre hasta lo más íntimo de nosotros mismos y produzca vida, y vida en abundancia. ¡Decídete!
Antífona de la Comunión
El Cordero que está delante del trono los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la Comunión
Oh, Dios, que coronaste a la bienaventurada santa lucía entre los santos con el doble triunfo de la virginidad y del martirio, concédenos, en virtud de este sacramento, vencer con fortaleza toda maldad y alcanzar la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Señor, necesito de tu Santo Espíritu para disponer de una senda recta por la cual puedas llegar a mi corazón.
Acción
Revisaré cuáles son las montañas que me faltan allanar y los valles que debo rellenar en mi vida.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).