Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Domingo, 19 de enero de 2025.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana II.
   Color del día: Verde.  

Memoria libre:

Antífona de entrada

Que se postre ante ti, oh, Dios, la tierra entera; que toquen en tu honor; que toquen para tu nombre, oh Altísimo


Oración colecta

Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha compasivo la oración de tu pueblo, y concede tu paz a nuestros días. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Se regocija el marido con su esposa.

Lectura del libro de Isaías 62, 1-5

Por amor a Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha.

Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor.

Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios.

Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi predilecta», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá un esposo.

Como un joven se desposa con una doncella, así te desposan tus constructores.

Como se regocija el marido con su esposa, se regocija tu Dios contigo.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

¡Exaltación y reconocimiento del amor de Dios por su pueblo!

Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré... En los difíciles momentos de la vuelta de exilio de Babilonia levanta la voz el profeta para alentar la esperanza presentando las relaciones de Dios con su pueblo a través de las imágenes de un matrimonio vivido en fidelidad e intensidad.

El profeta presenta ante los ojos del pueblo, postrado por la difícil situación, la fidelidad inquebrantable de Dios. Él mantiene su palabra de fidelidad y su primer y apasionado amor. Israel sólo tiene que corresponder ante esta oferta gratuita y generosa. Es posible el futuro, porque el Dios providente que ha dirigido el pasado mantiene su compromiso. Él no rompe nunca su alianza con su pueblo. Dios no conoce el descanso en su empeño de llevar a su pueblo al cumplimiento de su misión.

El clima de consuelo y esperanza que producen estas palabras es innegable. Y tratan de responder a una situación real y descarnada. Hoy como ayer es necesario anunciar que sigue vigente el compromiso de fidelidad por parte de Dios.

Salmo responsorial
Sal 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 9-10a y c

R. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones.
  • Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. R.
  • Proclamad día tras día su victoria, contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. R.
  • Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. R.
  • Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.» R.

SEGUNDA LECTURA
El mismo y único Espíritu reparte a
cada uno en particular como él quiere.

Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo a los Corintios 12, 4-11

Hermanos:

Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.

Pero a cada cual se le otorga la manifestación el Espíritu para el bien común.

Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A este se le ha concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas.

El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Segunda Lectura

¡Unidad en la pluralidad!

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu... Una comunidad compuesta por gentes marginadas, pobres y trabajadores del puerto, el Espíritu desbordó en dones de fe y carismas. Pero la historia de la comunidad muestra que esta generosidad se convirtió, por su mal uso, en autosuficiencia y desprecio de unos contra otros. La rivalidad entre ellos, a causa de los dones, hacía muy difícil la convivencia tranquila y sosegada.

Pablo tiene muy presente esta realidad cuando les escribe estas páginas. El Espíritu mismo ha decidido distribuir sus dones abundantes entre todos pero para la construcción de una sola comunidad. La pluralidad de dones tiene la misión de realizar una armoniosa y rica convergencia. Los corintios no lo entendían así, de tal manera que lo que recibieron gratuitamente para construir se convirtió en una fuente de división.

El origen de los dones es uno sólo, en consecuencia una sola comunidad ha de ser el resultado del ejercicio de los mismos. Hoy como ayer la Iglesia, comunidad viva de los discípulos de Jesús, ha sido llamada a cultivar comunión como punto de referencia para los hombres de nuestro tiempo. Jesús mismo lo había pedido en su oración por la unidad en la Última Cena (Jn 17, 20-21)

Aclamación antes del Evangelio
Cf. 2 Tes 2, 14

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Dios nos llamó por medio del Evangelio para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo. R.

EVANGELIO
Ese fue el primero de los signos
que Jesús realizó en Caná de Galilea.

Lectura del santo Evangelio
según san Juan 2, 1-11

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: – «No tienen vino».

Jesús le dice: – «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».

Su madre dice a los sirvientes: – «Haced lo que él diga».

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.

Jesús les dijo: – «Llenad las tinajas de agua».

Y las llenaron hasta arriba.

Entonces les dice: – «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo».

Ellos se lo llevaron.

El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al esposo y le dice: – «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».

Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

¡La definitiva salvación presentada como un banquete de bodas!

Había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Sabemos que la primera lectura, habitualmente del Antiguo Testamento (promesa) y la tercera lectura que siempre es del Evangelio (realidad), están íntimamente relacionadas entre sí cada una en su nivel. El Tercer Isaías nos remitía a la experiencia del amor matrimonial para expresar el amor que Dios tiene por su pueblo. Un amor vivido en fidelidad inquebrantable por parte de Dios.

Sabemos también, por el relato de los evangelistas, que a Jesús le gustaba presentar el reino de Dios como una fiesta de bodas. El evangelista Juan ha elegido el marco de una boda para revelar que lo nuevo comienza por medio de Jesús. El agua que Jesús convierte en un vino de excelente calidad simbolizaba las antiguas prácticas judías, es decir, la ley y el ritual antiguo. Jesús viene a sustituirlo por algo totalmente nuevo, simbolizado por el vino excelente.

Este vino, como ya lo entendían los Padres de la Iglesia, representa la nueva y definitiva alianza de Dios con los hombres. El hombre es invitado a vivir la experiencia del amor de un Dios fiel a sus promesas y a su palabra. Jesús es el encargado de dar comienzo a esta nueva realidad que culminará en el reino definitivo de Dios o en la vida eterna sin fin, como le gusta llamarla al evangelista Juan.

¡Tarea del Hijo y de la madre!

La madre de Jesús le dijo: no les queda vino. Jesús le contestó: Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora. La madre dijo a los sirvientes: Haced lo que él diga. Este diálogo de la madre con el Hijo ha suscitado no pocas dificultades ya desde antiguo. Para comenzar nótese que cuando se dirige Jesús a su madre no la llama madre sino «mujer». Este mismo recurso utilizará en la cruz cuando la encomienda a su mejor discípulo. Esta expresión nos remite espontáneamente al comienzo de la creación donde se llama a Eva «mujer y madre de todos los vivientes».

El evangelista quiere indicar a sus lectores que María tiene una misión amplia que se apoya en su calidad de madre de Jesús, pero que se extiende hasta abarcar a toda la humanidad, especialmente a los discípulos de Jesús. La tarea de María es llevar a los hombres a Jesús: haced lo que él os diga. Jesús tiene la verdadera palabra de vida. Así lo ha expresado en el prólogo de su evangelio. Y así lo afirmará Pedro: Tú solo tienes palabras de vida eterna.

Es necesario dirigir la atención hacia Jesús y ponerse en camino formando parte de su discipulado. En la Iglesia de hoy siguen teniendo plena validez estas palabras del relato evangélico. La mirada de la Iglesia y de los creyentes ha de abrirse hasta abarcar a todos los hombres que son invitados, hoy también, a escuchar la palabra de Jesús y seguir sus pasos para conseguir el verdadero sentido de la vida humana.


Antífona de comunión

Prepara una mesa ante mí y mi cáliz glorioso reboza.


Oración después de la comunión

Derrama, Señor, en nosotros tu Espíritu de caridad, para que hagas vivir concordes en el amor a quienes has saciado con el mismo pan del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Frailes Dominicos de Oviedo, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).