Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana III.
Color del día: Verde.
Memoria libre:
Antífona de entrada
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra. Honor y majestad le preceden, fuerza y esplendor están en su templo.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, orienta nuestros actos según tu voluntad, para que merezcamos abundar en buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto. Él, que vive y reina contigo.
PRIMERA LECTURA
Ha perfeccionado definitivamente
a los que van siendo santificados
Lectura de la carta
a los Hebreos 10, 11 – 18
Hermanos:
Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados.
Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.
Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Esto nos lo atestigua también el Espíritu Santo.
En efecto, después de decir: Así será la alianza que haré con ellos después de aquellos días dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones y las escribiré en su mente; añade: ´Y no me acordaré ya de sus pecados ni de sus crímenes.
Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
La novedad más grande del Nuevo Testamento es que la ley de Dios no es una ley escrita, sino una ley grabada en lo más íntimo de nuestro corazón. Es la inhabitación del Espíritu Santo que nos lleva con dulzura y convicción a hacer lo que agrada a Dios.
Por ello, el cristiano no se deja llevar por sus pasiones, pues es el Espíritu quien conduce su vida, de manera que la ley del amor se manifieste en todo momento.
Los mandamientos escritos por Moisés en la roca: No matarás, no robarás, no levantarás falso testimonio, quedan superados por una ley interior, que nos hace reconocer en cada persona a un hermano, el cual es sujeto de nuestro amor, por lo que no sólo no hago lo prohibido en la ley, sino que, impulsado por el amor de Dios, me siento movido incluso a perdonarlo y a buscar su bien en todo momento.
Dale más tiempo a tu oración personal, que es como el "alimento" del Espíritu, y verás cómo la ley del amor, impresa en tu corazón, comienza a desarrollarse y se manifiesta con ímpetu.
Salmo responsorial
Sal 109, 1bcde. 2. 3. 4
R. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
- Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies». R.
- Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. R.
- «Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, desde el seno, antes de la aurora». R.
- El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec». R.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
La semilla es la palabra de Dios, y el sembrador es Cristo; todo el que lo encuentra vive para siempre. R.
EVANGELIO
Salió el sembrador a sembrar
Lectura del santo Evangelio
según san Marcos 4, 1-20
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar. Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó; y el gentío se quedó en tierra junto al mar.
Les enseñó muchas cosas con parábolas y les decía instruyéndolos:
«Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, la ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga».
Cuando se quedó a solas, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo: «A vosotros se os ha dado el misterio del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que «por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados»».
Y añadió:
«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a conocer todas las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la semilla como terreno pedregoso; son los que al escuchar la palabra la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben.
Hay otros que reciben la semilla entre abrojos; estos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
Es curioso que a pesar de que Jesús ha sido muy, pero muy claro en la explicación de esta parábola, todavía después de tantos años muchos de nosotros seguimos con la actitud de sus oyentes, pues oyendo no entendemos.
Si nosotros somos esa tierra fecunda, dispongámosla a la recepción de la Palabra. No cerremos nuestro corazón, ni dejemos que una vez sembrada sea ahogada por el mundo y sus seducciones.
Meditemos diariamente el mensaje que la Palabra, en sí misma, quiere darnos para nuestra vida cristiana. Vivir de acuerdo a la Palabra de Dios es nuestra única posibilidad de ser perfecta y santamente felices. Por ello, es una excelente costumbre cristiana el traer siempre consigo la Biblia. ¿Tú qué piensas?
Antífona de comunión
Contemplad al Señor y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Concédenos, Dios todopoderoso, que cuantos hemos recibido tu gracia vivificadora nos gloriemos siempre del don que nos haces. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Espíritu Santo, inhabítame y así santifícame, pues es el anhelo de mi corazón que todo mi ser, e incluso mis impulsos, estén dirigidos por tu presencia profunda en mi interior; recibe mi corazón como tu morada y hazlo como tú quieras, hazlo como Cristo. Amén.
Acción
Hoy durante el día le diré, de todo corazón y constantemente al Espíritu Santo: "Espíritu Santo, Inhabítame y Santifícame.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).