Tiempo Litúrgico: Navidad. Semana II.
Color del día: Blanco.
Memoria libre: Santísimo Nombre de Jesús.
Antífona de entrada
En las tinieblas brilla como una luz: el Señor que es justo clemente y compasivo.
Oración colecta
Ilumina con bondad a tus fieles, Señor, y enciendo siempre sus corazones con la luz de tu gloria, para que en todo momento reconozcan a su Salvador y se adhieran sinceramente a él. Que vive y reina contigo.
PRIMERA LECTURA
Todo el que permanece en Él no peca
Lectura de la primera carta del
apóstol san Juan 2, 29 – 3, 6
Queridos hermanos:
Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él.
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!
El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifiesta, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.
Todo el que comete pecado quebranta también la ley, pues el pecado es quebrantamiento de la ley.
Y sabéis que él se manifestó para quitar los pecados, y en él no hay pecado.
Todo el que permanece en él no peca. Todo el que peca no lo ha visto ni conocido.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Cuando Israel miraba su ley o recordaba la alianza que había establecido con Yavéh, lo hacía tomando en consideración que Dios le exigía la santidad como muestra de su comunión con el Dios santo.
Si llamamos a Dios santo, es porque confesamos que en su esencia es él quien santifica a todos los hombres y de quien procede la consagración del mundo. El AT imponía al fiel judío acercarse a Dios con todas las disposiciones interiores y exteriores para poder participar de su santidad.
En Jesús, Dios se acerca al hombre para santificarlo, para consagrarlo, para tomarlo en posesión, sin embargo, dicha santidad supone una similitud con Él; acercarnos a Jesús, es ir a la fuente del amor y santidad y por tanto, debemos vivir del mismo modo que él vivió: en total docilidad, obediencia y amor al Padre.
Más aún, cuando nos acercamos a Dios, ya no lo hacemos como un fiel o como una persona religiosa, sino como hijos, puesto que en Jesús los seres humanos hemos sido transformados en hijos de Dios y, esto no es algo que digamos nosotros, sino que es algo que Jesús nos ha revelado: realmente somos hijos de Dios.
Y nuestro Padre espera que nosotros vivamos como hijos suyos y, para ello, nos ha puesto como modelo a su propio Hijo, quien no cometió pecado porque obedeció como Hijo y sirvió a los demás como hermanos. En eso consiste el «no pecar», vivir como hijos del Padre y hermanos de nuestro prójimo.
Salmo responsorial
Sal. 98 (97), 1. 3cd-4. 5-6
R. Los confines de la tierra
han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
- Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R.
- Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad. R.
- Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. R.
Aclamación antes del Evangelio
Jn 1, 14a. 12a
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros; a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios. R.
EVANGELIO
Este es el Cordero de Dios
Lectura del santo Evangelio
según san Juan 1, 29-34
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dijo: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo:
«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
El tiempo posterior a la Navidad es un tiempo privilegiado para testificar, para señalar al Recién Nacido; por ello, la liturgia nos presenta los textos que nos invitan a que nosotros, de la misma forma que Juan el Bautista, también lo hagamos conocer por los demás.
Es tiempo para salir de nuestras penas y vergüenzas, y manifestarnos abiertamente, como lo hizo el Bautista, como embajadores del Señor, y hacerlo conocer en todos nuestros ambientes. No tengamos temor de hablar de él en nuestras oficinas, en nuestros centros de trabajo, en el barrio y por supuesto, en nuestras propias familias.
Al ir regresando a la normalidad en nuestras vidas, ante la pregunta ¿y cómo la pasaste? Es un buen momento para retomar el tema de la vida cristiana, de lo hermosas que fueron estas fiestas vividas en el amor y la alegría de Jesús, nuestro Señor y Salvador.
Si nosotros no lo anunciamos, si nosotros no nos convertimos en el medio para que Jesús sea amado por los demás, entonces ¿Quién lo hará? Avísale a la gente que en medio de ellos está Jesús, al que quizás no conocen; diles que los anda buscando para darles vida y para dárselas en abundancia; diles que se dejen encontrar por su amor.
Antífona de comunión
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito para que vivamos por medio de él.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Oh, Dios, que llegas hasta nosotros al participar en tu sacramento, realiza en nuestros corazones el efecto de su poder, para que, al recibirlo, nos haga dignos del don que nos haces. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Padre misericordioso, que nos has hecho hijos tuyos por medio del acontecimiento Cristo y el sacramento del bautismo, te pedimos que nos ayudes a ser obedientes a ti y fieles a nuestra vocación de hermanos para que, viviendo una vida semejante a la de Jesús, tu Hijo amado, merezcamos gozar de la santidad de tu reino en la eternidad.
Acción
Haz un proyecto por medio del cual superes alguna actitud que te haga vivir como enemigo de tus hermanos.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).