Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XVIII - Feria.
Color del día: Verde.
Antífona de entrada
En tu voluntad, Señor, está puesto el universo, y no hay quien pueda resistirse a ella. Tú hiciste todo, el cielo y la tierra, y todo lo que está bajo el firmamento; tú eres Señor del universo.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que en la superabundancia de tu amor sobrepasas los méritos y aun los deseos de los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia para que libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Amarás al Señor, tu Dios,
con todo tu corazón
Lectura del libro del
Deuteronomio (6, 4-13)
En aquellos días, habló Moisés al pueblo y le dijo: “Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas.
Graba en tu corazón los mandamientos que hoy te he transmitido. Repíteselos a tus hijos y háblales de ellos cuando estés en tu casa o cuando vayas de camino; cuando te acuestes y cuando te levantes; átalos a tu mano como una señal y póntelos en la frente para recordarlos; escríbelos en los dinteles y en las puertas de tu casa.
Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra que juró dar a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, una tierra con ciudades grandes y ricas, que tú no has construido; con casas rebosantes de riquezas, que tú no has almacenado; con pozos, que tú no has excavado; con viñedos y olivares, que tú no has plantado; y cuando puedas comer hasta saciarte, no te olvides del Señor que te sacó de la esclavitud de Egipto. Al Señor, tu Dios, temerás y a él solo servirás; sólo en su nombre jurarás”.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Salmo 17
R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza.
- Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, el Dios que me protege y me libera. R.
- Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo. Cuando invoqué al Señor de mi esperanza, al punto me libró de mi enemigo. R.
- Bendito seas, Señor, que me proteges; que tú, mi salvador, seas bendecido. Te alabaré, Señor, ante los pueblos y elevaré mi voz agradecido. Tú concediste al rey grandes victorias y mostraste tu amor a tu elegido. R.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, Aleluya, Aleluya
Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio. R.
EVANGELIO
Si tuvieran fe, nada sería imposible
Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (17, 14-20)
En aquel tiempo, al llegar Jesús a donde estaba la multitud, se le acercó un hombre, que se puso de rodillas y le dijo: “Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques terribles. Unas veces se cae en la lumbre y otras muchas, en el agua. Se lo traje a tus discípulos, pero no han podido curarlo”.
Entonces Jesús exclamó: “¿Hasta cuándo estaré con esta gente incrédula y perversa? ¿Hasta cuándo tendré que aguantarla? Tráiganme aquí al muchacho”. Jesús ordenó al demonio que saliera del muchacho, y desde ese momento éste quedó sano.
Después, al quedarse solos con Jesús, los discípulos le preguntaron: “¿Por qué nosotros no pudimos echar fuera a ese demonio?” Les respondió Jesús: “Porque les falta fe. Pues yo les aseguro que si ustedes tuvieran fe al menos del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a ese monte: ‘Trasládate de aquí para allá’, y el monte se trasladaría. Entonces nada sería imposible para ustedes”.
Palabra del Señor.
Reflexión sobre las Lecturas
¿Por qué nosotros no pudimos echar fuera ese demonio? Es una buena pregunta hecha por los discípulos y asimismo, es una buena pregunta que debemos hacernos a nosotros mismos, porque también nosotros estamos en guerra contra el demonio, contra la influencia de la lógica y las dinámicas del mundo sin Dios y contra nuestras propias inclinaciones al bienestar, al placer y a evitar todo lo que nos desagrada.
En efecto, como bien indica san Pablo en su carta a los Efesios, nuestra lucha verdadera no es contra hombres de carne y hueso o carne y sangre porque no hemos venido al mundo para conquistar los puestos más altos en la política o para aprender a hablar muchos idiomas; no nacimos para llegar a ser directores generales de una empresa o viajar por el mundo o ser ganadores de premios deportivos, artísticos o académicos, y ni siquiera para poder tener un trabajo estable o una familia o una casa o salud, ni para coleccionar experiencias o likes en el Facebook o Instagram. ¡No!
Hemos sido creados para conocer a Jesús, para descubrir la inmensidad de su amor y bondad, y para acoger su persona y su Palabra en nuestra vida, para aprender a amar al estilo de Cristo, darlo a conocer a los demás, construir con Él el reino en la tierra y disponernos a una eternidad con Dios en la plenitud del amor.
Pero tendemos a distraernos, a perdernos en cosas buenas, pero no absolutas o en cosas malas, y que, poco a poco, van hiriendo nuestra humanidad. Tendemos a confundir lo esencial con lo superfluo o secundario, y a focalizarnos solo en lo urgente o en lo que el mundo sutilmente nos propone como lo más valioso; tendemos a tener metas cortas, como el tener esto o aquello; o sentir ciertos placeres distractores en un tiempo cercano, o a tener poder sobre otros.
Y entonces caemos en el pecado y hasta en la idolatría. A veces nos hemos dejado levantar por Cristo, pero volvemos a caer y, en ocasiones, pactamos con nuestras debilidades, porque no queremos dejar las recompensas pasajeras que nos proveen nuestras caídas, porque en ciertos aspectos de mi vida, lo que me pide mi Creador y Redentor, simplemente no me interesa; haciendo un credo a mi manera, que endiosa mis criterios y me aleja de los de Dios en ciertas áreas de mi vida.
Por eso, el Señor también hoy nos dice a nosotros, los discípulos del tercer milenio, “¿Hasta cuándo estaré con esta gente incrédula y perversa? ¿Hasta cuándo tendré que aguantarla?” Son palabras duras, es cierto, pero que brotan del corazón amoroso de Cristo. Repasa tu vida y enumera si puedes, las incontables bendiciones con las que Dios te ha bendecido a lo largo de tu vida.
Repasa las veces en las que Él te ha rescatado del demonio, de la herida, de la soledad, de tu pecado. Y aun así, sigues sin ver que, solo Él es quien tiene poder para darte vida, para hacerte feliz, para rescatarte de las garras del maligno; que solo Cristo puede sanarte y darte la plenitud.
El único camino a seguir es fortalecer tu relación con Cristo desde la verdad de quien es Él, que no es tu amigo o cómplice que te solapa o incita, sino tu amigo que te ha revelado la verdad de tu persona, del hombre, de la mujer, del ser humano; porque busca siempre tu bien, y por eso es también el Maestro de la verdadera humanidad, el prototipo de todo ser humano. Él es el Verbo, el Hijo de Dios, el Dios con nosotros… contigo.
Por eso, con la plena conciencia de tu incapacidad para vencer el demonio y vencer a tu pecado, el único camino de salvación es el de aquel hombre del Evangelio que se puso de rodillas ante Jesús y le rogó que tuviera compasión. Recuerda que hay una clase de demonios que solamente pueden ser expulsados con ayuno y oración.
No tengas miedo. ¿Y qué importa si te duelen las rodillas? Arrodíllate tú también ante Cristo, pídele que intervenga, que tenga compasión de ti, que te libere a ti y a los tuyos del poder del demonio. Pídele que aumente tu fe.
Antífona de comunión
El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque todos participamos de un mismo pan y de un mismo cáliz.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Dios omnipotente, saciados con este alimento y bebida celestiales, concédenos ser transformados en aquel a quien hemos recibido en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Fuentes:
Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
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