Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Jueves, 23 de octubre de 2025.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXIX - Feria.
   Color del día: Verde.  


Antífona de entrada

Si conservaras el recuerdo de nuestras faltas, Señor, ¿quién podría resistir? Pero tú, Dios de Israel, eres Dios de perdón.

Oración colecta

Te pedimos, Señor, que tu gracia continuamente nos disponga y nos acompañe, de manera que estemos siempre dispuestos a obrar el bien. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Ahora estáis liberados del pecado
y hechos esclavos de Dios

Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Romanos 6, 19-23

Hermanos:

Hablo al modo humano, adaptándome a vuestra debilidad natural: lo mismo que antes ofrecisteis vuestros miembros a la impureza y a la maldad, como esclavos suyos, para que obrasen la maldad, ofreced ahora vuestros miembros a la justicia, como esclavos suyos para vuestra santificación.

Pues cuando erais esclavos del pecado, erais libres en lo que toca a la justicia. ¿Y qué frutos obteníais entonces? Cosas de las que ahora os avergonzáis, porque conducen a la muerte.

Ahora, en cambio, liberados del pecado y hechos esclavos de Dios, dais frutos para la santidad que conducen a la vida eterna.

Porque la paga del pecado es la muerte, mientras que el don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

San Pablo termina esta primera exposición, que podríamos llamar "exterior", sobre el pecado (el capítulo 7 hablará del mismo tema pero desde la perspectiva interna del hombre), con una frase que debe de quedar grabada a fuego en nuestro corazón: EL PECADO PAGA CON LA MUERTE.

Esto no siempre es fácil de comprender, como él mismo lo dice y menos en este momento de nuestra historia en donde todo busca ser explicado por medio de la ciencia y de la psicología.

Debemos entender que el pecado es una realidad que afecta toda nuestra vida y no sólo nuestra parte espiritual (el alma), por ello sus consecuencias se hacen evidentes en nuestra vida y en nuestro entorno. 

El pecado destruye todo lo que encuentra a su paso: destruye nuestra sociedad, nuestros hogares, amistades; nos quita la alegría, la paz, la felicidad y nos hace ser personas solas, tristes, llenas de temores, remordimientos y angustias.

No existe en el mundo una fuerza tan destructiva como el pecado. No permitas que esta fuerza destructora se apodere de ti y de tu entorno; pon tu vida en las manos del Señor, de quien recibirás gracia y poder para construir la sociedad del amor: busca evitar las ocasiones próximas de pecado, mantente lejos del león y no serás devorado.

Salmo responsorial
Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6

R. Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.
  • Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R.
  • Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R.
  • No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R.

Aclamación antes del Evangelio
Flp 3, 8-9

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él. R.

EVANGELIO
No he venido a traer paz,
sino división

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 12, 49-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo, tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!

¿Pensáis que he venido a traer a la tierra? No, sino división.

Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

No he venido a traer la paz, sino la división. Encontrarse con Cristo y dejarse tocar por su amor, necesariamente va cambiando la vida; conocerlo de verdad va renovando los criterios, los afectos y las acciones y, si no hay transformación, es necesario que te cuestiones cómo está tu relación con el Hijo de Dios y cuánto has acogido al Paráclito en tu vida.

La amistad con el Señor nos va haciendo amantes de la paz y la verdad; nos ayuda a tomar conciencia del mal realizado y por lo mismo, nos va impidiendo juzgar a los demás; nos va llevando a amar a pesar del mal recibido, a salir de nosotros mismos, a dar testimonio del amor de Dios, a ser anunciadores de la verdad que libera y, por amor a Dios y al prójimo, nos lleva a denunciar el pecado en todas sus formas; el encuentro con Cristo nos hace buscar la salvación de todos los hombres. 

Y todo esto, hermano, hermana, nos va haciendo diferentes, nos va haciendo hijos y portadores de la luz, lo que nos distancia de aquellos que quieren estar sumergidos en las tinieblas del mundo.

Y es justo esta diferencia, estos distintos comportamientos, metas y acciones, lo que causa la división de la que habla Cristo en el Evangelio, pues Él no ha venido para evitar conflictos a través de falsos respetos humanos, no ha venido a callar, pues Él es la Palabra eterna del Padre, sino que ha venido a enseñarnos el único camino hacia la plenitud en esta vida y la próxima y nos ha llamado para que lo anunciemos a todos los hombres.

Asumir el ser cristiano de verdad, provocará que los amantes del mundo quieran cambiarte o callarte, que personas que amas se alejen o te ataquen; y es necesario asumir esas consecuencias sin dejar de amar. 

Ahora bien, si te ha pasado, te invito a que disciernas si realmente es porque rechazan a Cristo en ti, o porque tus modos, palabras o formas, se han cargado de soberbia y arrogancia; es necesario que delante de Dios, descubras si en verdad es Cristo la causa del rechazo o tu propio pecado.

Si es Cristo, abraza la cruz; pero si es tu pecado, busca a tu Señor, reconcíliate con Él y con tus hermanos y trabaja arduamente en cambiar los malos modos para que no seas ocasión de pecado sino portador de la luz que ilumina las tinieblas del mundo, aunque esa luz encandile a algunos. 

Antífona de comunión

Los ricos se empobrecen y pasan hambre; los que buscan al Señor, no carecen de nada.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Señor, suplicamos a tu majestad que así como nos nutres con el sagrado alimento del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, nos hagas participar de la naturaleza divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Señor, tu palabra me advierte que "el que no junta, desparrama" porque, o estoy contigo o estoy contra ti. Esto me hace reflexionar en que cuando pierdo la gracia me convierto en un instrumento de destrucción, dañándome a mí mismo y dando un mal testimonio a los demás.

Acción

Haré cada día una opción personal por Jesucristo para que todas mis obras sean para edificar, para cooperar en la construcción del Reino de los cielos.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).