Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Miércoles, 29 de octubre de 2025.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXX - Feria.
   Color del día: Verde.  

Memoria libre:

Antífona de entrada

No me abandones, Señor, Dios mío, no te alejes de mí. Ven de prisa a socorrerme, Señor mío, mi  salvador.

Oración colecta

Dios omnipotente y misericordioso, a cuya gracia se debe el que tus fieles puedan servirte digna y laudablemente, concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos tienes prometidos. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
A los que aman a Dios
todo les sirve para el bien

Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Romanos 8, 26-30

Hermanos:

El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.

Por otra parte, sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio.

Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Este pasaje, que de alguna manera resume el pensamiento de Pablo sobre la gracia y la acción del Espíritu en nuestra vida, contiene una profundidad que en una pocas líneas no podríamos agotar. Por ello, sólo tomemos para nuestra reflexión personal el hecho de que nuestra oración debe ser hecha "en el Espíritu".

Esto obedece a que nuestra frágil humanidad está debilitada por el pecado, lo que nos hace tender con mucha facilidad hacia el egoísmo. Lo que se transforma, en no pocas ocasiones, en peticiones que poco contribuyen a nuestro crecimiento y al de nuestros hermanos.

Por ello, san Pablo invita a los fieles a dejar que sea el mismo Espíritu, que no sólo conoce nuestros corazones sino que conoce el proyecto de amor de Dios, quien ore en nosotros. Ciertamente esto no es algo que se adquiere fácilmente, es necesario orar y aprender poco a poco a escuchar la voz silenciosa del Espíritu que se mueve en nuestro corazón.

Esta oración no solamente da gloria al Padre, sino que atrae hacia el orante la abundancia de la gracia. Ejercítate en la oración y verás por experiencia propia a lo que se refiere san Pablo.

Salmo responsorial
Sal 12, 4-5. 6

R. Yo confío, Señor, en tu misericordia.
  • Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío; da luz a mis ojos para que no me duerma en la muerte, para que no diga mi enemigo: «Le he podido», ni se alegre mi adversario de mi fracaso. R.
  • Porque yo confío en tu misericordia: alegra mi corazón con tu salvación, y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho. R.

Aclamación antes del Evangelio
Cf. 2 Tes 2, 14

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Dios nos llamó por medio del Evangelio para que lleguemos a adquirir la gloria de nuestro Señor Jesucristo. R.

EVANGELIO
Vendrán de oriente y occidente y se
sentarán a la mesa en el reino de Dios

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 13, 22-30

En aquel tiempo, Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.

Uno le preguntó: «Señor, ¿son pocos los que se salven?»

Él les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: “Señor, ábrenos”; pero él os dirá: “No sé quiénes sois”:

Entonces comenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”.

Pero él os dirá: “No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”.

Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.

Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

Le preguntan a Cristo que quién se puede salvar, y su respuesta es tajante: ‘Pocos, pocos se salvarán, los que entren por la puerta angosta’. Podríamos ver este Evangelio como contradicciones de Cristo: Él viene para que todos se salven, para traer la Buena Nueva, y pocos son los que se salvan nos dice el día de hoy.

En realidad no, porque quien da su poco, es decir, su mucho, su todo, quien da lo que tiene, sin aparentar, sin pretender, ése está entrando por la puerta estrecha que es la humildad. Y podemos decir, pues pocos podrán, pero yo quiero ser de esos pocos.

Quien da sin esperar nada a cambio, quien perdona, quien ama, quien acoge, quien sufre con confianza y esperanza, quien se entrega día a día; quien hace eso y más con un poquito de amor, sin levantarse el cuello, sin sentirse muy importante, sin ser el centro de la mesa, entonces ése es de aquéllos a quienes Cristo habla: ‘los últimos serán los primeros y de ellos es el Reino de los Cielos’.

Hoy te invito a que todo lo que hagas, lo hagas poniéndole chispitas de amor para ganarte el Reino de los Cielos.

Antífona de comunión

Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Te rogamos, Señor, que aumente en nosotros la acción de tu poder y que, alimentados con estos sacramentos celestiales, tu favor nos disponga para alcanzar las promesas que contienen. Por Jesucristo, nuestro Señor

Oración

Padre bueno, que la fuerza del Espíritu de tu Hijo me conduzca por los caminos de la confianza filial para que te ame y reconozca como Padre, de tal manera que viva dócil a Ti y en el constante servicio a mis hermanos.

Acción

El día de hoy consideraré todo servicio prestado al hermano un modo de mostrar mi amor al Padre.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).