Tiempo Litúrgico: Adviento. Semana II - Feria.
Color del día: Morado.
Memoria libre:
Antífona de entrada
Cf. Sal 118, 151-152
Tú, Señor, estás cerca y todos tus caminos son verdaderos; hace tiempo comprendí tus preceptos, porque tú eres eterno.
Oración colecta
Señor, aviva nuestros corazones para que preparemos los caminos a tu Unigénito, y, por su venida, merezcamos servirte con un corazón puro. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Yo soy tu libertador, el Santo de Israel
Lectura del libro de Isaías 41, 13-20
Yo, el Señor, tu Dios, te tomo por tu diestra y te digo: «No temas, yo mismo te auxilio».
No temas, gusanillo de Jacob, oruga de Israel, yo mismo te auxilio -oráculo del Señor-. tu libertador es el Santo de Israel.
Mira, te convierto en trillo nuevo, aguzado, de doble filo: trillarás los montes hasta molerlos; reducirás a paja las colinas; los aventarás, y el viento se los llevará, el vendaval los dispersará.
Pero tú te alegrarás en el Señor, te gloriarás en el Santo de Israel.
Los pobres y los indigentes buscan agua, y no la encuentran; su lengua está reseca de sed.
Yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré. Haré brotar ríos en cumbres desoladas; en medio de los valles, manantiales; transformaré el desierto en marisma y el yermo en fuentes de agua.
Pondré en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivares; plantaré en la estepa cipreses, junto con olmos y alerces, para que vean y sepan, reflexionen y aprendan de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho, que el Santo de Israel lo ha creado.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
De nuevo la Palabra de Dios nos recuerda que tenemos un Dios que está pendiente hasta de los más pequeños detalles de nuestra vida. Él es quien hace que nuestra vida, aunque parezca que es como un desierto, llegue a florecer como un vergel.
El tiempo de Adviento busca que tengamos presente que Dios nunca está lejos, que su presencia se acerca continuamente a nosotros para hacer de nuestra vida una experiencia profunda de amor.
Debemos, de todas formas, recordar que esta presencia y encuentro con Dios muchas veces se realiza por medio de sus "instrumentos", es decir, a través de nuestros hermanos, lo que implica que nosotros también muchas veces somos el medio para que este encuentro con Dios se realice.
Esfuérzate y abre tu vida a la acción de Dios para que por tu medio su amor y su paz sean una realidad en la vida de todos los que te rodean.
Salmo responsorial
Sal 144, 1bc y 9. 10-11. 12-13ab
R. El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad.
- Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R.
- Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que té bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas; R.
- Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. R.
Aclamación antes del Evangelio
Cf. Is 45, 8
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Cielos, destilad desde lo alto al Justo, las nubes lo derramen, se abra la tierra y brote el Salvador. R.
EVANGELIO
No ha nacido uno más grande
que Juan el Bautista
Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 11, 11-15
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan el Bautista, hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo.
El que tenga oídos que oiga».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
No ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Debo confesar que, según mi criterio propio, después de María, sería san José el más grande entre los nacidos de una mujer. El castísimo san José es el hombre del silencio, del servicio y de la fe inquebrantable; el protector del Dios hecho hombre y de la Madre del Divino Verbo.
San José le creyó a Dios, con respecto al embarazo de la Santísima Virgen María, sin más pruebas que la palabra de María y el conocimiento que tenía de su santidad, de su pureza, su integridad y autenticidad; sin más pruebas que haber hablado con un ángel en sueños.
Pero solo eso le bastó para apostar la vida entera: su presente y su futuro, sus sueños y esperanzas, sus expectativas y planes; todo puesto a un lado, todo relativizado en función de Cristo, de protegerlo, de acogerlo en su hogar y de formarlo.
Y sin embargo, no obstante la heroicidad de la santidad y las virtudes del bendito tutor de Cristo, Jesús nos dice que no ha surgido entre los hijos de una mujer, ninguno más grande que Juan el Bautista. Evidentemente, san José vivió y cumplió heroicamente la misión que Dios le ha asignado y eso es digno de alabanza y reconocimiento, y más digno de imitarse.
Pero san Juan Bautista, es grande, porque reconociendo su pequeñez, trabajó para que Israel pudiese recibir al Enviado del Padre y en cuanto tuvo oportunidad, lo señala como el verdadero Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; es decir, como el único Salvador del género humano, como el Mesías anunciado por los profetas, como Aquél cuya sangre y cuya carne nos dan la vida eterna.
Ahora bien, practicar las virtudes y vivir una vida santa es importante y grato a los ojos de Dios, claro está, y necesario para formar parte del Reino de los Cielos, pero anunciar a Jesucristo como el único Salvador se vuelve indispensable para ser grande en este Reino.
Piensa, hablar otros idiomas, viajar o ser muy bueno en el deporte, los videojuegos, en tu escuela o tu trabajo, ¡es bueno!, pero la grandeza de un ser humano no radica en esas banalidades, sino en aceptar a Jesucristo y en anunciarlo con obras y palabras. Por eso, te invito a hacerte violencia frente a tu tendencia al placer y a la comodidad, aprendiendo de san José sus virtudes de acogida al Verbo hecho carne, conquistando el Reino de los Cielos en tu vida.
Pero, si quieres ser grande en ese Reino, aprende de san Juan Bautista su vehemencia por señalar a Cristo ante todos, como el único Salvador, proclama, a tiempo y a destiempo que Él es Dios y Señor de la historia, comparte su Palabra, su amor y su enseñanza.
Anuncia que la muerte ya no tiene la última palabra y que el pecado no determina al pecador si se somete a Cristo y busca vivir según su Palabra, anuncia que Dios también es Padre, y trabaja para que verdaderamente lo sea de todo el género humano, lucha por la salvación de la humanidad que solo es posible rompiendo el pacto con el pecado.
Antífona de comunión
Tit 2, 12-13
Llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Fructifique en nosotros, Señor, la celebración de estos sacramentos con los que tú nos enseñas, ya en este mundo que pasa, a descubrir el valor de los bienes del cielo y a poner en ellos nuestro corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.
Oración
Señor, tú conoces mi corazón y cada uno de mis pensamientos; eres todopoderoso y reinas sobre la tierra que te está siempre sometida.
Hoy quiero pedirte que transformes mi aridez en manantial de vida y amor por ti, mi indiferencia transfórmala en una entrega total y absoluta a ti, saca fruto de aquellas partes de mi persona de las que yo pensaba no poder sacar nada bueno; para ti no hay nada imposible, mantenme asido de tu diestra y sé tú mi ayuda.
Acción
Hoy reflexionaré en mis momentos de aridez y frialdad espiritual y se los presentaré a Dios en oración pidiéndole su ayuda para ver lo bueno que él ha sacado de esos momentos.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2025-2026, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
