Tiempo Litúrgico: Adviento. Semana I - Feria.
Color del día: Morado.
Memoria libre: San Sabas de Capadocia.
Antífona de entrada
El Señor vendrá con esplendor a visitar a su pueblo, para traerle la paz y la vida eterna.
Oración colecta
Extiende, Señor Jesucristo, tu poder y ven, para que merezcamos que con tu protección nos libres y nos salves de los peligros que nos amenazan a causa de nuestros pecados. Tú que vives y reinas con el Padre.
PRIMERA LECTURA
Aquel día, verán los ojos de los ciegos
Lectura del libro de Isaías 29, 17-24
Esto dice el Señor: «Pronto, muy pronto, el Líbano se convertirá en vergel, y el vergel parecerá un bosque.
Aquel día, oirán los sordos las palabras del libro; sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos. Los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor, y los pobres se llenarán de júbilo en el Santo de Israel porque habrá desaparecido el violento, no quedará rastro del cínico; y serán aniquilados los que traman para hacer el mal: los que condenan a un hombre con su palabra, ponen trampas al juez en el tribunal y por una nadería violan el derecho del inocente.
Por eso, el Señor, que rescató a Abrahán, dice a la casa de Jacob: “Ya no se avergonzará Jacob, ya no palidecerá su rostro, pues, cuando vean sus hijos mis acciones en medio de ellos, santificará mi nombre, santificarán al Santo de Jacob y temerán al Dios de Israel”.
Los insensatos encontrarán la inteligencia y los que murmuraban aprenderán la enseñanza.»
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Cuando todo a nuestro alrededor parece perder sentido, cuando los problemas de la vida parecen oscurecer nuestra existencia, el Señor nos hace ver que él es nuestra salvación.
Este oráculo de Isaías, pronunciado cuando la alianza con Egipto ha fracasado, cuando los líderes religiosos se han corrompido y el poder público no da ninguna muestra de alivio, el profeta le recuerda al pueblo que Dios es su victoria.
Nuestra preparación a la Navidad, a la fiesta en la que el Dios que salva se hace hombre, debe forzosamente incluir una vitalización de nuestra fe en el Dios que no nos abandona.
Para él no existen las tinieblas ni la oscuridad, tampoco existe la palabra "imposible". Confía tu vida al Señor, él -y solamente él- es tu salvación, tu roca, tu refugio y fortaleza.
Salmo responsorial
Sal 26, 1bcde. 4. 13-14
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
- El Señor es mí luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? R.
- Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. R.
- Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Mirad, el Señor llega con poder e iluminará los ojos de sus siervos. R.
EVANGELIO
Jesús cura a dos ciegos que creen en él
Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 9, 27-31
En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando: «Ten compasión de nosotros, hijo de David».
Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: «¿Creéis que puedo hacerlo?».
Contestaron: «Sí, Señor».
Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe».
Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Cuidado con que lo sepa alguien!».
Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
El pasaje del Evangelio de hoy nos enseña que, para que se realice un milagro, debe cumplirse una condición fundamental: creer. Los ciegos seguían a Jesús y le gritaban: ‘compadécete de nosotros’. Fíjate cómo el milagro no se produce solamente por la compasión de Jesús, sino por la fe de ellos.
Cuando Jesús les pregunta si creen que puede hacerlo, ellos no dudan en contestar con firmeza: ‘Sí, Señor’. Jesús les dice: ‘que se haga en ustedes conforme a su fe’. Ellos iban seguros por su fe de que Jesús les devolvería la vista y así sucedió; por el poder de Jesús y por el poder de su fe.
Ellos tenían claro lo que necesitaban y sabían, por lo que habían escuchado decir de Jesús, que tenía el poder para curarlos por completo. Seguramente durante mucho tiempo habían pedido compasión de muchas otras maneras y habrían recibido soluciones temporales a sus necesidades, pero nunca se habían atrevido a pedir la curación completa.
Creo que a veces así nos sucede a nosotros, durante nuestra vida, en ocasiones permanecemos ciegos sin poder ver nuestro pecado, tropezamos, nos golpeamos y vivimos padeciendo de dificultades, porque aunque sabemos del poder de Jesús, no nos hemos atrevido a pedirle el milagro completo. No tenemos la suficiente fe y entonces no cumplimos con la condición para que Jesús haga el milagro, creer.
Y para esto es necesario que ejercitemos nuestra fe: orar con confianza absoluta, no dudar del poder de Jesús, pedirle claridad para ver todas esas cosas que nos impiden caminar, fuerza de voluntad para hacer a un lado los obstáculos que nos desvían del camino, decisión para tomar acciones que nos hagan crecer en espiritualidad.
Recordar que nuestras acciones deben también estar alineadas con lo que creemos y ser congruentes en nuestra vida. Si crees en el amor de Dios, actúa también con amor. Si tienes esperanza, no te desesperes en las dificultades. Así podremos responderle a Jesús con firmeza: ‘sí, Señor, creo que puedes’.
Antífona de comunión
Flp 3, 20-21
Esperamos como salvador a Jesucristo, el Señor; Él transformará nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Saciados por el alimento que nutre nuestro espíritu, te rogamos, Señor, que, por nuestra participación en estos misterios, nos enseñes a valorar sabiamente las cosas de la tierra y a poner nuestro corazón en las del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Señor mío, con la fuerza de tu Espíritu extermina la altanería de mi corazón, haz que mis oídos sordos oigan las palabras de tu santo libro; que mis ojos ciegos vean sin tinieblas ni oscuridad; que mi mente oprimida vuelva a alegrarse en ti, Señor, y que en mi pobreza pueda gozarme en ti, el Santo de Israel.
Acción
Hoy observaré qué tanto me estoy permitiendo experimentar a Dios con todos mis sentidos, especialmente, qué tanto cuido lo que oigo, lo que veo y lo que pienso.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Misal Católico, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
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