Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXVI.
Color del día: Blanco.
Antífona de entrada
Sal 102, 20
Bendigan al Señor todos sus ángeles, poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a obedecer su palabra.
Gloria
Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú Señor, sólo Tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.
Oración colecta
Señor Dios, que con admirable armonía distribuyes las funciones de los ángeles y de los hombres, concede, benigno, que aquellos mismos que te asisten, sirviéndote siempre en el cielo, sean los que protejan nuestra vida en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Miles y miles lo servían
Lectura de la profecía de
Daniel 7, 9-10. 13-14
Miré y vi que colocaban unos tronos. Un anciano se sentó.
Su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas; un río impetuoso de fuego brotaba y corría ante él. Miles y miles lo servían, millones estaban a sus órdenes.
Comenzó la sesión y se abrieron los libros.
Seguí mirando. Y en mi visión nocturna vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia
A él se le dio poder, honor y reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron. Su poder es un poder eterno, no cesará. Su reino no acabará.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
La liturgia nos sugiere este hermoso trozo del AT, en el cual Daniel, profetiza lo que años después los apóstoles verán con sus propios ojos.
Quisiera que centráramos nuestra reflexión, no sólo en el contenido de la visión, que como sabemos, está referida a Cristo, sino en la manera cómo Dios se revela a nuestro corazón cuando oramos. Es difícil aceptar que hoy en día tengamos tan pocos "místicos", es decir, hombres y mujeres de oración profunda, hombres y mujeres que son capaces de entrar en una relación íntima y personal con Dios. Nuestro mundo, lleno de actividades y de ruido, nos ha ido apartando de esta oración.
Para muchos, orar significa rezar unas cuantas oraciones mientras se va a toda prisa al trabajo, mientras se hace fila en una dependencia pública; finalmente, decir, medio dormido, algunas jaculatorias antes de acostarnos. Se nos olvida que para orar, para poder llegar a tener una relación íntima con Dios, necesitamos tiempo. Necesitamos dedicar un tiempo sólo para Dios. Un tiempo en el que, en compañía de nuestra Biblia, con los ojos cerrados, podamos centrar nuestra atención en Dios.
No dejes que tus actividades te atropellen, date tiempo para orar, dale tiempo a Dios.
Salmo responsorial
Sal 137, 1-2a. 2b-3. 4-5. 7c-8
R. Delante de los ángeles
tañeré para ti, Señor.
- Te doy gracias, Señor, de todo corazón, porque escuchaste las palabras de mi boca; delante de los ángeles tañeré para ti; me postraré hacia tu santuario. R.
- Daré gracias a tu nombre, por tu misericordia y tu lealtad; porque tu promesa supera tu fama. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R.
- Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R.
Aclamación antes del Evangelio
Sal 102, 21
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Bendecid al Señor, ejércitos suyos servidores que cumplís sus deseos. R.
EVANGELIO
Veréis a los ángeles de Dios subir
y bajar sobre el Hijo del hombre
Lectura del santo Evangelio
según san Juan 1, 47-51
En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?».
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel»
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
Hoy en la Iglesia celebramos la fiesta de los arcángeles Gabriel, Miguel y Rafael. Estos seres a los que Dios escoge y les encarga una misión especial: a Gabriel, ser el enviado, el que anuncia las propuestas de Dios; Miguel, el que nos protege del mal; Rafael, el que acompaña a cumplir el plan de Dios. Que estos seres angelicales nos ayuden, que Gabriel me ayude a abrir el corazón y a escuchar y a acoger lo que Dios me pide hoy.
Que Miguel me proteja de todo mal. Y que Rafael me acompañe a caminar diario para no desanimarme en el camino, y que estos ángeles me ayuden; y que también Jesús pueda decir de mí, como lo dijo de Natanael, un verdadero cristiano en el cual no hay doblez.
¡Qué hermoso ser un hombre del que Jesús se pronuncie de esa manera! “Natanael un hombre en el que no hay doblez”. Pidámosle a Gabriel, a Miguel y a Rafael que nos hagan hombres y mujeres sin doblez; que Gabriel nos ayude a saber escuchar y a acoger lo que Dios nos envía el día de hoy.
Que Miguel me ayude a vivir de una sola pieza, sin doblez, que mi sí sea sí y mi no sea no, y no me deje encandilar por las luces del mundo, por las propuestas del enemigo. Y para eso, que Miguel me proteja de todo mal, para ser hombres y mujeres de una sola pieza, en el cual, Jesús no encuentra ninguna doblez; encuentra hombres y mujeres de una sola pieza.
Hoy escuchar, acoger lo que Dios quiera para mí, caminando con la certeza de los arcángeles que van custodiando mi actuar y mi caminar.
Antífona de comunión
Sal 137, 1
De todo corazón te doy gracias, Señor; te cantaré delante de tus ángeles.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Que nos fortalezca, Señor, el pan celestial con que nos has alimentado, para que caminemos seguros por la senda de la salvación bajo la fiel custodia de los ángeles. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Señor, reconozco que, en muchas ocasiones, el único momento que dedico a la oración son estas líneas que leo y que, desafortunadamente también, no las leo todos los días. Si tú me das veinticuatro horas cada día, cómo no devolverte al menos una cada mañana.
Acción
Hoy iniciaré un camino de oración en el que, cada día, vaya incrementando el tiempo de oración, hasta que un día pueda llegar a decir: Señor, ¡qué bien estamos aquí!
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
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