Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXXII.
Color del día: Blanco.
Memoria obligatoria: San Martín de Tours, obispo.
Antífona de entrada
Cf. 1 Sam 2, 35
Me suscitaré un sacerdote fiel, que obrará conforme a mi corazón, dice el Señor.
Oración colecta
Dios nuestro, que has sido glorificado tanto por la vida como por la muerte del obispo san Martín de Tours, renueva en nuestros corazones las maravillas de tu gracia, para que ni la vida ni la muerte puedan separarnos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Los insensatos pensaban que habían
muerto, pero ellos están en paz
Lectura del libro de la
Sabiduría 2, 23-3, 9
Dios creó al hombre incorruptible y lo hizo a imagen de su propio ser; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los de su bando.
En cambio, la vida de los justos está en manos de Dios, y ningún tormento los alcanzará.
Los insensatos pensaban que habían muerto, y consideraban su tránsito como una desgracia, y su salida de entre nosotros, una ruina, pero ellos están en paz.
Aunque la gente pensaba que cumplían una pena, su esperanza estaba llena de inmortalidad.
Sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes bienes, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de él.
Los probó como oro en crisol, y los acepto como sacrificio de holocausto.
En el día del juicio resplandecerán y se propagarán como chispas en un rastrojo.
Gobernarán naciones, someterán pueblos y el Señor reinará sobre ellos eternamente.
Los que confían en él comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque la gracia y la misericordia son a para sus devotos y la protección para sus elegidos.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
El texto que hoy meditamos tiene dos elementos fundamentales de reflexión unidos por una sola idea: Dios nos creó para vivir eternamente con él. Es decir, que nuestra vida está destinada a vivir con Dios en el Cielo que ha preparado para nosotros.
Esto no lo entienden quienes no conocen a Dios, más aún quienes todavía no profundizan en el misterio de su amor y por eso, la muerte es para ellos la separación definitiva de la vida y el final de todo, mientras que para nosotros será el inicio de la vida plena en el Cielo.
Por ello, el texto remarca que valen la pena todos los sufrimientos de esta tierra, pues son pasajeros. San Pablo, en su carta a los Romanos, dice precisamente lo mismo, pues nos asegura que todo lo que sufrimos, si lo comparamos con lo que vamos a gozar, pierde su importancia.
Mientras estamos en esta vida, seguramente conoceremos el dolor, la enfermedad, la necesidad; en una palabra, nuestra miseria y pobreza. Sin embargo, ésta, en el momento de la muerte, se tornará en fuente de alegría y gozo.
Es, pues, importante levantar nuestros ojos al Cielo y pensar con más frecuencia en nuestra muerte, pues a pesar de lo que el mundo diga de ello, para nosotros que creemos en Cristo y que buscamos con todas nuestras fuerzas y todo nuestro corazón permanecer fieles a sus enseñanzas, será el día más gozoso de toda nuestra existencia, pues a partir del día que deje de latir nuestro corazón se iniciará la vida del cielo que no terminará jamás.
Salmo responsorial
Sal 33, 2-3. 16-17. 18-19
R. Bendigo al Señor en todo momento.
- Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloria en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
- Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. R.
- Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. R.
Aclamación antes del Evangelio
Cf, Jn 14, 23
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
El que me ama guardará mi palabra – dice el Señor -, y mi Padre lo amará, y vendremos a él. R.
EVANGELIO
Somos siervos inútiles, hemos
hecho lo que teníamos que hacer
Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 17, 7-10
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: «En seguida, ven y ponte a la mesa»?
¿No le diréis: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os mandado, decid: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
Hoy en el Evangelio, Jesús nos habla de la parábola del siervo que cumple con su deber, nos enseña sobre dos características básicas del discípulo: la actitud de servicio y la humildad. El punto central es la actitud con la que servimos. A veces pensamos que ser discípulo significa tener una posición de privilegio porque tenemos una responsabilidad en el grupo o en la Iglesia, porque somos ministros o ayudamos en la Misa del domingo.
Pero debemos de aprender que no es así. El discípulo, antes que cualquier otra cosa, es un servidor, aun y cuando las jornadas sean largas y servir sea cansado, debe mantenerse en una actitud de obediencia ante aquél que tiene el cargo, sea el sacerdote, el ministro responsable, nuestros padres o nuestro jefe en la oficina.
El siervo no espera un reconocimiento a su labor, entendiendo que lo que hacemos es solamente lo que teníamos que hacer. El discípulo aprende que todo lo que hace, lo hace por Dios y eso es simplemente cumplir con su deber en todo y con todos.
Debemos servir sin esperar el agradecimiento o pensar que la otra parte está en deuda con nosotros o nos deba regresar el favor. Esta parábola debe motivarnos a ser buenos servidores pensando que Dios pone frente a nosotros diariamente la oportunidad de servir a los demás con humildad, pensando que si pudimos servir fue por la fuerza y los dones que Dios nos ha dado.
Aprendamos a servir al prójimo gratuitamente y sin interés, aprendamos también a poner la voluntad de Dios antes que nuestros propios deseos: el descanso, la comodidad, nuestros planes. Al igual que el siervo de la parábola, nuestra agenda no puede estar por encima del amo. Si Dios te llama a una tarea, hazla en el momento.
Antífona de comunión
Cf. Mt 25, 40
Yo les aseguro que cuando lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, conmigo lo hicieron, dice el Señor.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Alimentados con el sacramento de la unidad, ayúdanos, Señor, a hacer siempre tu voluntad, para que así como san Martín te obedeció de todo corazón, también nosotros vivamos el gozo de ser verdaderamente tuyos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Espíritu Santo, sé mi consuelo en las horas de prueba, hazme consciente de la recompensa que me espera si me mantengo firme en el Señor.
Acción
Hoy meditaré en las cosas que debo cambiar para asegurar mi lugar junto al Señor para que mi temor a la muerte se transforme en esperanza de vida eterna.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
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