Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Viernes, 14 de noviembre de 2025.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXXII - Feria.
   Color del día: Verde.  

Memoria libre: San José María Pignatelli.

Antífona de entrada

Entremos y adoremos de rodillas al Señor, creador nuestro, porque él es nuestro Dios.

Oración colecta

Te rogamos, Señor, que guardes con incesante amor a tu familia santa, que tiene puesto su apoyo sólo en tu gracia, para que halle siempre en tu protección su fortaleza. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Si han sido capaces de
escudriñar el universo,
¿cómo no encontraron a su Señor?

Lectura del libro de la
Sabiduría 13, 1-9

Son necios por naturaleza todos los hombres que han ignorado a Dios y no han sido capaces de conocer al que es a partir de los bienes visibles, ni de reconocer al artífice fijándose en sus obras, sino que tuvieron por dioses al fuego, al viento, al aire ligero, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa y a los luceros del cielo, regidores del mundo.

Si, cautivados por su hermosura, los creyeron dioses, sepan cuánto los aventaja su Señor, pues los creó el mismo autor de la belleza.

Y si los asombró su poder y energía, calculen cuánto más poderoso es quien los hizo, pues por la grandeza y hermosura de las criaturas se descubre por analogía a su creador.

Con todo, estos merecen un reproche menor, pues a lo mejor andan extraviados, buscando a Dios y queriéndolo encontrar.

Dan vueltas a sus obras, las investigan y quedan seducidos por su apariencia, porque es hermoso lo que ven.

Pero ni siquiera estos son excusables, porque, si fueron capaces de saber tanto que pudieron escudriñar el universo, ¿cómo no encontraron antes a su Señor?

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Este pasaje es una clara invitación para redescubrir a Dios en todo lo creado. En nuestro mundo siempre agitado es necesario, de vez en cuando, detener nuestra carrera y tomarnos unos momentos para contemplar la maravilla que Dios ha creado, y en ella descubrir su presencia y su amor.

Qué bueno sería que cada semana (por no decir cada día) dejáramos nuestros tantos pendientes y urgencias para decir, extasiados como san Ignacio de Loyola, quien paseando cierto día por el jardín se detuvo ante una flor y se quedó contemplándola largamente, hasta que finalmente, golpeándola delicadamente con su bastón le dijo: "Deja de gritarme que Dios me ama".

Qué bueno sería que de cuando en cuando nos pudiéramos parar delante de una ventana y con el Salmo 8 en nuestros labios decirle al Señor: "¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?", ¿quién soy yo para que me hayas regalado esta belleza?

Déjate cautivar por la belleza de lo creado y busca encontrar en ella la delicadeza de Dios, que pensó en ella con el único fin de llenar tu vida de alegría, de color y de amor. Cada una de las cosas que Dios creó, son una muestra de su infinito amor por ti.

Salmo responsorial
Sal 18, 2-3. 4-5b

R. El cielo proclama la gloria de Dios.
  • El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. R.
  • Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón, y hasta  los límites del orbe su lenguaje. R.

Aclamación antes del Evangelio
Lc 21, 28

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. R.

EVANGELIO
El día que se revele el Hijo del hombre

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas, 17, 26-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos.

Asimismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos.

Así sucederá el día que se revele el Hijo del hombre.

Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en casa no baje a recogerlas; igualmente el que esté en el campo, no vuelva atrás.

Acordaos de la mujer de Lot.

El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda la recobrará.

Os digo que aquella noche estarán dos juntos: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán».

Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?».

Él les dijo: «Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

El Evangelio que escuchamos hoy, forma parte del discurso de Jesús sobre el Reino y el día en que Él regresará. Jesús nos enseña sobre la vigilancia, el desapego y la permanencia. Debemos recordar, en primer lugar, que la llegada de Cristo será de manera inesperada, ya sea por medio de lo que conocemos como el final de los tiempos o a través de nuestra propia muerte. 

Tal y como en nuestros días, la gente del tiempo de Noé y de Lot vivían en la normalidad de la vida diaria. Las ocupaciones comunes, el trabajo, las prisas, y como nosotros, ponían poca atención a las advertencias, hasta que llegó el momento del juicio de manera repentina. Jesús nos quiere advertir que seamos conscientes de la necesidad de ocuparnos, de darle espacio a Dios dentro de nuestra complicada vida diaria, teniendo conciencia de la vida eterna. 

La segunda enseñanza tiene que ver con el desapego. Nada de lo material que tengamos en este mundo nos servirá para la eternidad: el dinero y las cosas materiales son útiles, pero dedicarnos solo a lograr acumular riquezas y bienes no nos va a servir de nada, solo nos convertirá en esclavos porque el día que no lo tengamos, seremos muy infelices. 

Y por último, permanecer y perseverar: quien intente guardar su vida, la perderá y quien la pierda, la conservará. Perder la vida significa vivir para los demás, entregar tu tiempo, talentos y recursos para el servicio de Dios y del prójimo. Hay que buscar primero el Reino y todo lo demás vendrá por añadidura en la medida que lo necesitemos. Aprender a tener sin retener. 

Vivir con generosidad y fidelidad al Evangelio, incluso cuando más nos cuesta o cuando está de por medio perder la seguridad de algo. No intentes salvar tu vida evitando el sufrimiento, la persecución o el sacrificio; el seguidor de Jesús sabe que la cruz es el camino a la resurrección y acepta los desafíos por fidelidad a Cristo.

Todo esto nos ayudará a estar preparados para cuando nos llegue el momento que no sabemos, pero que podemos estar seguros de que sucederá. 

Antífona de comunión

Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Señor Dios, que quisiste hacernos participar de un mismo pan y un mismo cáliz, concédenos vivir de tal manera, que, hechos uno en Cristo, demos fruto con alegría para la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Gracias, Señor, por el fuego, el viento, el aire, el cielo, las estrellas, el agua, el sol, la luna... ¡Tú eres Dios! ¡Te alabo con toda la creación!

Acción

Dejaré de renegar por el clima, y en cambio daré gracias por la lluvia o por el sol, por el frío o por el calor; porque son signos de la grandeza de Dios.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).