Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Lunes, 17 de noviembre de 2025.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXXIII.
   Color del día: Blanco.  


Antífona de entrada
Cf. Mt 25, 34-36. 40

Vengan, benditos de mi Padre, dice el Señor, porque estuve enfermo y me visitaron. Yo les aseguro que cuanto hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron.

Oración colecta

Dios nuestro, que concediste a santa Isabel de Hungría el don de reconocer y honrar a Cristo en los pobres, concédenos, por su intercesión, servir con incansable caridad a los necesitados y afligidos. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Una cólera terrible
se abatió sobre Israel

Lectura del 1° libro de los Macabeos
1, 10-15. 41-43. 54-57. 62-64

En aquellos días, brotó un vástago perverso: Antíoco Epífanes, hijo del rey Antíoco. Había estado en Roma como rehén, y subió al trono el año ciento treinta y siete de la era seléucida.

Por entonces surgieron en Israel hijos apóstatas que convencieron a muchos: «Vayamos y pactemos con las naciones vecinas, pues desde que nos hemos aislado de ellas nos han venido muchas desgracias».

Les gustó la propuesta y algunos del pueblo decidieron acudir al rey.

El rey les autorizó a adoptar la legislación pagana; y entonces, acomodándose a las costumbres de los gentiles, construyeron en Jerusalén un gimnasio, disimularon la circuncisión, apostataron de la alianza santa, se asociaron a los gentiles y se vendieron para hacer el mal.

El rey decretó la unidad nacional para todos los súbditos de su reino, obligando a cada uno a abandonar la legislación propia. Todas las naciones acataron la orden del rey e incluso muchos israelitas adoptaron la religión oficial: ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el sábado.

El día quince de casleu del año ciento cuarenta y cinco, el rey Antíoco mandó poner sobre el altar de los holocaustos la abominación de la desolación; y fueron poniendo aras por todas las poblaciones judías del contorno. Quemaban incienso ante las puertas de las casas y en las plazas.

Rasgaban y echaban al fuego los libros de la ley que encontraban; al que descubrían en casa un libro de la Alianza, y a quien vivía de acuerdo con la ley, lo ajusticiaban según el decreto real.

Pero hubo muchos israelitas que resistieron, haciendo el firme propósito de no comer alimentos impuros. Prefirieron la muerte antes que contaminarse con aquellos alimentos y profanar la Alianza santa. Y murieron.

Una cólera terrible se abatió sobre Israel.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Una de las cosas de las que nos tenemos que convencer los cristianos, es decir, el Pueblo de Dios, es que nuestra vida en muchos sentidos irá en contra de la corriente del mundo. Este pasaje del Antiguo Testamento nos muestra que incluso para ellos esto no fue diferente. Su vida y sus costumbres nunca fueron de acuerdo al mundo que no conocía a Dios.

Esto lógicamente, como lo vemos en esta lectura, los llevó a tener serios problemas con quienes los gobernaban, llegando incluso a dar la misma vida con el fin de mantener la fidelidad a la Alianza. En nuestro mundo moderno es fácil que ocurran cosas semejantes: dejarse arrastrar por los criterios del mundo y dejar de lado el camino del Evangelio.

Es triste encontrarnos en nuestros centros de trabajo personas que se confiesan como cristianos, a quienes hemos visto el domingo en Misa y que ahora, con su manera de obrar, de pensar y de hablar, ocultan la realidad que han vivido.

Con esto piensan que serán más aceptados por su medio, que quedarán bien con sus superiores, en fin, que como pensaban los israelitas, les iría mejor. La realidad será totalmente contraria. No es fácil ser buen cristiano, nunca lo ha sido.

Tomemos la resolución, como lo hicieron algunos de los israelitas, de permanecer firmes y fieles a la vida evangélica. Y recordemos que Dios nunca nos presentará una prueba que sobrepase nuestras fuerzas.

Salmo responsorial
Sal 118, 53. 61. 134. 150. 155. 158

R. Dame vida, Señor,
para que observe tus preceptos.
  • Sentí indignación ante los malvados, que abandonan tu ley. R.
  • Los lazos de los malvados me envuelven, pero no olvido tu ley. R.
  • Líbrame de la opresión de los hombres, y guardaré tus mandatos. R.
  • Ya se acercan mis inicuos perseguidores, están lejos de tu ley. R.
  • La justicia está lejos de los malvados que no buscan tus decretos. R.
  • Viendo a los renegados, sentía asco, porque no guardan tus palabras. R.

Aclamación antes del Evangelio
Cf. Jn 8, 12b

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Yo soy la luz del mundo – dice el Señor -; el que me sigue tendrá la luz de la vida. R.

EVANGELIO
«¿Qué quieres que haga por ti?»
«Señor, que recobre la vista»

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 18, 35-43

Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron: «Pasa Jesús el Nazareno».

Entonces empezó a gritar: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!».

Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».

Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. 

Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?».

Él dijo: «Señor, que recobre la vista».

Jesús le dijo: «Recobra la vista, tu fe te ha salvado».

Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

Este pasaje del ciego que Jesús encuentra en el camino es uno de mis favoritos por dos razones: la tenacidad y la perseverancia del ciego, y la compasión y la misericordia de mi Señor Jesús. Los invito a hacer un poco de silencio, a cerrar los ojos, a ponernos con las manos en oración y adentrarse en su corazón para hablar de corazón a corazón con Jesús.

“Señor, yo al igual que el ciego, pierdo la vista con facilidad, se me nubla el mundo de la fe por tanto smog: las preocupaciones, el correr del día, la superficialidad, el mundo, y de pronto me encuentro totalmente en la oscuridad. 

No logro ver tu presencia en la naturaleza, en la creación, en el rostro inocente de un niño, en el descubrir del adolescente, en la fogosidad del joven, en la madurez del adulto, en la sabiduría del anciano.

No logro ver tu presencia constante en el existir de mi vida, escucho tu voz a lo lejos igual que el ciego, no te veo, pero desde el fondo de mi corazón, grito con igual fuerza que el ciego: ‘Señor, que vea’, que vea; cada vez más, Señor, que vea. Señor, que vea tu grandeza, tu amor, tu misericordia; Señor, que vea.

Déjame escuchar aquellas palabras que aclaran mi vista:

"´Ve, tu fe te ha salvado’. Y si tengo alguna ceguera física, Señor, que logre ver con el sentido del oído, que logre ver con el sentido del tacto; que logre ver, Señor, tu presencia en mi vida, con todas aquellas personas que me rodean, que logre ver con los ojos del alma, que logre ver con los ojos del corazón”.

Hoy, caminar con los ojos bien abiertos, repitiendo: ‘Señor, que vea tu presencia hoy en mi día’.

Antífona de comunión
Jn 15, 13

Nadie tiene un amor más grande, que el que da la vida, por sus amigos.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Renovados por este santo sacramento, concédenos, Señor, seguir los ejemplos de santa Isabel de Hungría, que te honró con su incansable piedad y con su inmensa caridad hizo tanto bien a tu pueblo. Por Jesucristo, nuestro Señor

Oración

Señor, concédeme tenerte como lo más importante en mi vida; que te prefiera a ti antes que hacer algo que pueda alejarme de la vida de la gracia.

Acción

Hoy meditaré los Diez Mandamientos.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).