Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Viernes, 21 de noviembre de 2025.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXXIII.
   Color del día: Blanco.  



Antífona de entrada

Dichosa tú, Virgen María, que llevaste en tu seno al creador del universo; diste a luz al que te creó, y permaneces Virgen para siempre.

Oración colecta

Al celebrar la gloriosa memoria de la santísima Virgen María, te pedimos, Señor, por su intercesión, que también nosotros logremos recibir la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Celebraron la consagración,
ofreciendo con alegría holocaustos

Lectura del primer libro de
los Macabeos 4, 36-37. 52-59

En aquellos días, Judas y sus hermanos propusieron: «Nuestros enemigos están vencidos; subamos, pues, a purificar el santuario y a restaurarlo».

Se reunió todo el ejército y subieron al monte Sion.

El año ciento cuarenta y ocho, el día veinticinco del mes noveno (es decir, casleu), todos madrugaron para ofrecer un sacrificio, según la ley, en el nuevo altar de los holocaustos que habían reconstruido. Precisamente en el aniversario del día en que lo habían profanado los gentiles, lo volvieron a consagrar, cantando himnos y tocando cítaras, laúdes y timbales. Todo el pueblo se postró en tierra adorando y alabando al Cielo, que les había dado el triunfo.

Durante ocho días celebraron la consagración, ofreciendo con alegría holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. Decoraron la fachada del santuario con coronas de oro y escudos. Restauraron también el portal y las dependencias, poniéndoles puertas. El pueblo celebró una gran fiesta, que invalidó la profanación de los gentiles.

Judas, con sus hermanos y toda la asamblea de Israel, determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar con solemnes festejos, durante ocho días a partir del veinticinco del mes de casleu.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Algo innato en el hombre es el dar gloria a Dios. Es por ello que todas las culturas de todos los tiempos, han tenido como algo muy preciado el Templo, pues, éste se identifica con el Lugar Santo, el lugar en donde la presencia de Dios se hace manifiesta.

Hoy sabemos, por medio de la Revelación, que Dios no únicamente habita el templo material, sino que nosotros mismos somos ese templo. Por lo tanto, nuestro cuerpo debe ser un lugar consagrado y santo. Esto hace que los cristianos valoremos nuestro cuerpo, y el cuerpo de los demás, pues en él habita el Espíritu Santo.

Pero al mismo tiempo, esa presencia interior nos lleva a valorar nuestro templo material, pues es en él en donde, de manera particular, cuando la Iglesia se reúne en asamblea litúrgica, se realiza la presencia de Dios para ser adorado y glorificado.

Tengamos en gran estima no solo nuestros cuerpos, sino el templo de Dios y busquemos que siempre sea un lugar santo, en donde sus adornos y motivos nos recuerden nuestro compromiso bautismal y el misterio de la Pascua.

Salmo responsorial
1 Cron 29, 10bc. 11abc. 11d-12a. 12bcd

R. Alabamos tu nombre glorioso, Señor.
  • Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos. R.
  • Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. R.
  • Tú eres rey y soberano de todo. De ti viene la riqueza y la gloria. R. 
  • Tú eres Señor del universo en tu mano está el poder y la fuerza, tú engrandeces y confortas a todos. R.

Aclamación antes del Evangelio
Jn 10, 27

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Mis ovejas escuchan mi voz – dice el Señor -, y yo las conozco, y ellas me siguen. R.

EVANGELIO
Habéis hecho de la casa de Dios
una “cueva de bandidos”

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 19, 45-48

En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito está: “Mi casa será casa de oración»; pero vosotros la habéis hecho una «cueva de bandidos”».

Todos los días enseñaba en el templo.

Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían que hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

El templo destinado a ser un lugar de encuentro con Dios para la oración y la adoración había sido invadido por los comerciantes. La acción de Jesús significa su celo por guardar la santidad del lugar dedicado a su Padre y, al expulsar a los vendedores, lo que quiere es purificarlo y que entendamos la importancia de darle al templo el debido respeto. La única y verdadera función del templo es la proclamación del Evangelio.

Esta lección de Jesús sobre la purificación del templo nos llama a revisar nuestra vida, la limpieza interior y nuestras prioridades. Porque nuestro cuerpo es también templo del Espíritu Santo. 

Revisemos nuestro comportamiento en la casa de Dios cuando estamos en la celebración. ¿Será ese momento verdaderamente para nosotros casa de oración? Cuando estamos en el templo debemos enfocarnos en nuestra conexión con Dios y evitar convertir ese momento en una simple reunión, en hacerlo solo por cumplir con una obligación o una formalidad, sino que sea con un verdadero momento de adoración. 

Tengamos también el valor, como Jesús, para denunciar cuando haya injusticias, especialmente cuando las acciones que se desarrollan dentro del templo van en contra de la voluntad de Dios. Defendamos la integridad y la verdad, no caigamos en chismes, envidias o críticas que hagan daño a nuestra comunidad. Seamos honestos y transparentes. 

Antífona de comunión

Ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Ya que nos has concedido participar de la redención eterna, te rogamos, Señor, que, quienes celebramos la conmemoración de la Madre de tu Hijo, no sólo nos gloriemos de la plenitud de tu gracia, sino que experimentemos también un continuo aumento de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Señor, ayúdame, con la luz de tu Espíritu, a expulsar fuera de mí todo aquello que no te agrada, para que puedas habitar todas las áreas de mi ser.

Acción

Viviré cada Misa con mayor alegría, rezando, cantando y alabando a Dios, y recibiré con devoción la Sagrada Eucaristía.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).