Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XXXI - Feria.
Color del día: Verde.
Memoria libre: San Leonardo de Noblat (Noblac).
Antífona de entrada
Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten himnos en tu honor y alabanzas a tu nombre.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas los cielos y la tierra, escucha con amor las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Ya vivamos ya muramos,
somos del Señor
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Romanos 14, 7-12
Hermanos:
Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que, ya vivamos ya muramos, somos del Señor.
Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de muertos y vivos.
Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? Y tú, ¿por qué desprecias a tu hermano?
De hecho, todos compareceremos ante el tribunal de Dios, pues está escrito: «Por mi vida, dice el Señor, ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua alabará a Dios».
Así pues, cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Una de las grandes ataduras para crecer en la vida espiritual es el pensar que nosotros somos buenos, y peor aún, que somos mejores que muchos de los que nos rodean. Recuerdo bien las palabras de un santo sacerdote que decía: "Si Dios le hubiera dado a esta persona, a la que yo consideraba menos que yo, todos los dones y gracias que me ha dado a mí, ya sería santa".
Por eso, uno de los dones que tenemos que pedir con más insistencia es el de la humildad, el saber reconocer que lo más seguro es que los demás sean incluso mejores que yo; que muchas de las gracias que Dios nos ha dado para crecer no las hemos aprovechado, que ya las hemos desperdiciado inútilmente.
Que los hermanos, probablemente con menos gracias que las mías, están buscando con todo su corazón salir también de su pecado y de sus debilidades; en una palabra, que no soy menos pecador ni más santo que ninguno de los que conviven conmigo.
Cuando uno llega a tener esta concepción de sí mismo entiende el gran amor que Dios tiene por uno, que siendo lo que es, sólo polvo delante de él, Dios me ama y perdona. Esta comprensión hace que nazca en el corazón una profunda compasión por los demás.
Sólo quien se sabe pecador experimentará el gozo del perdón, y sólo quien ha experimentado el gozo del perdón experimentará la felicidad que da el mostrar misericordia hacia los demás. ¿En qué concepto te tienes tú mismo?
Salmo responsorial
Sal 26, 1bcde. 4. 13-14
R. Espero gozar de la dicha
del Señor en el país de la vida.
- El Señor es mí luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? R.
- Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. R.
- Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R.
Aclamación antes del Evangelio
Mt 11, 28
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados – dice el Señor -, y yo os aliviaré. R.
EVANGELIO
Habrá más alegría en el cielo por
un solo pecador que se convierta
Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 15, 1-10
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice: “¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”.
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
O ¿qué mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice: “¡Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido”.
Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
Se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente. La alegría de Dios y la alegría de todos los santos y ángeles está en la salvación de cada ser humano que pasa siempre por la conversión, puesto que todos hemos pecado y constantemente recaemos.
Este pasaje evangélico no solo refleja que en el Cielo habrá fiesta por la salvación o conversión de cada ser humano, sino que ambas parábolas nos dicen que los dueños de la oveja o de la moneda mueven cielo, mar y tierra para buscar lo perdido y que, cuando lo encuentran, hacen fiesta e invitan a los amigos y vecinos a compartir la alegría. Esto quiere decir que Dios mismo está en constante búsqueda de aquellos hijos descarriados o rebeldes y que mueve cielo, mar y tierra para que regresemos a Él.
O sea que no solo depende de la misericordia divina porque Dios, en su infinita misericordia, ya nos ha dado, nos sigue dando y nos seguirá dando todos los medios por los que podemos ser lavados de nuestras iniquidades y rescatados de nuestro pecado; pero, en su infinito amor, Dios ha querido que conserváramos la libertad y, si no nos arrepentimos y aprovechamos los medios de salvación que Él nos está ofreciendo continuamente, no seremos obligados a estar en Dios, ni aquí, ni después de la muerte en la eternidad.
Pero ni Dios, ni la Iglesia fiel a Él, dejará de buscar a cada pecador, a los de adentro y a los de afuera, a quienes los bendicen y a quienes los maldicen, pues así le hacía Jesús hace dos mil años, buscando la conversión de los traidores del pueblo y de los que públicamente vivían en contra de la voluntad de Dios; así le había hecho Dios antes de su Encarnación y así lo hace hasta nuestros tiempos después de la Resurrección.
Hoy te invito a tener el coraje de esos publicanos y pecadores que se acercaban a Jesús conscientes de su pecado, a dejar que la Persona de Cristo, su Palabra y sus Sacramentos te restauren una y otra vez, hasta que Él pueda presentarte al Padre Celestial, Santo entre los Santos del cielo.
Al mismo tiempo te invito a reconocerte Iglesia y, por lo tanto, partícipe de la misión salvadora de Cristo. Sal con Cristo al mundo a buscar a las ovejas perdidas. No condenes a nadie, pues el juicio pertenece solo a Dios, pero busca la conversión de todos. No pactes ni con tu pecado, ni con el de tus seres queridos; busca que los corazones y las mentes y las obras de cada persona se rindan a los pies de Cristo, acojan su amor y gocen de su salvación.
Antífona de comunión
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad, para que, saciados con el pan del cielo, vivamos siempre unidos en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Señor, te amo por sobre todas las cosas y te pido que me concedas que pueda vivir con humildad la vida que me has concedido. Ayúdame a descubrirte en todas las personas que encontraré durante este día que me concedes vivir.
Acción
Hoy evitaré juzgar a las personas tanto de palabra como de pensamiento.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).
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