Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Martes, 16 de diciembre de 2025.


Tiempo Litúrgico: Adviento. Semana III - Feria.
   Color del día: Morado.  


Antífona de entrada
Cfr. Zac 14, 5. 7

Vendrá el Señor, mi Dios, y con él, todos sus santos; y brillará en aquel día una gran luz.

Oración colecta

Señor Dios, que por gracia de tu Unigénito nos convertiste en una nueva creatura, contempla benignamente la obra de tu misericordia y, por la venida de tu Hijo, purifícanos de toda mancha de pecado. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
La salvación mesiánica será
enviada a todos los pobres

Lectura de la profecía de
Sofonías 3, 1-2. 9-13

Esto dice el Señor: «¡Ay de la ciudad rebelde, impura, tiránica!

No ha escuchado la llamada, no ha aceptado la lección; no ha confiado en el Señor, no ha recurrido a su Dios.

Entonces purificaré los labios de los pueblos para que invoquen todos ellos el nombre del Señor y todos lo sirvan a una.

Desde las orillas de los ríos de Cus, mis adoradores, los deportados, traerán mi ofrenda.

Aquel día, ya no te avergonzarás de las acciones con que me ofendiste, pues te arrancaré tu orgullosa arrogancia, y dejarás de engreírte en mi santa montaña.

Dejaré en ti un resto, un pueblo humilde y pobre que buscará refugio en el nombre del Señor.

El resto de Israel no hará más el mal, no mentirá ni habrá engaño en su boca.

Pastarán y se descansarán, y no habrá quien los inquiete».

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Debido a nuestra naturaleza débil, fragmentada por el pecado, nuestra vida se va desarrollando en un clima de infidelidad: infidelidad a Dios, infidelidad a nuestros principios, infidelidad a los demás y también a nosotros mismos.

Sin embargo, Dios nos conoce y, sobre todo, nos ama y por ello continuamente nos ofrece su amor y su perdón. La historia de Israel nos muestra que a pesar de nuestra rebeldía Dios no se cansa de esperar, pues quiere hacer de nosotros un pueblo de "labios puros, que invoque al Señor y lo sirva". 

Aprovechemos, pues, esta nueva oportunidad que Dios nos brinda durante el tiempo de Adviento para progresar en nuestro camino de conversión.

El sacramento de la Reconciliación es el mejor modo de regresar al Señor y así presentarnos dignamente como parte del "Pueblo de Dios". Si verdaderamente quieres vivir en paz y experimentar la felicidad que no se acaba, abre tu corazón a Jesús.

Salmo responsorial
Sal 33, 2-3. 6-7. 17-18. 19 y 23

R. El afligido invocó al Señor,
y él lo escuchó.
  • Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
  • Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. El afligido invocó al Señor, él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
  • El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. R.
  • El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él. R.

Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Ven Señor, y no tardes, perdona los pecados de tu pueblo. R.

EVANGELIO
Vino Juan,
y los pecadores le creyeron

Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 21, 28-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: «Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.» Él le contestó: «No quiero.» Pero después se arrepintió y fue.

Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: «Voy, señor». Pero no fue.

¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?»

Contestaron: «El primero».

Jesús les dijo: «En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

En el Evangelio de hoy, Jesús nos cuenta la parábola del padre que pide a sus dos hijos ir a trabajar a la viña. El primero dice no, pero después se arrepiente y va. El segundo dice muy rápido ‘sí, señor’, pero se queda en casa. La pregunta es directa ¿cuál de los dos hizo la voluntad del padre? La respuesta es clara: el que se arrepintió y obedeció. 

El Señor nos enseña que Él no busca nuestras palabras elegantes ni nuestras promesas vacías. Lo que realmente le importa es la acción y el arrepentimiento sincero. Él prefiere un corazón que puede que al inicio se niegue, pero que luego rectifica. En lugar de un sí de labios que esconde la pereza o la mentira. 

¿Con cuál de los hijos nos identificamos hoy? Muchas veces somos el hijo que dice sí al compromiso con Dios, pero que vive de apariencias; prometemos cambiar, decimos que amamos al Señor y que haremos su voluntad, pero a la hora de la verdad, nos hacemos ‘de la vista gorda’ con el servicio, la oración o el perdón. 

Dios nos llama a la coherencia. No basta con saber qué hay que hacer, hay que levantarse e ir. La verdadera fe no se mide por el bien que hablamos de Dios, sino por lo que hacemos por Él y por los demás. El mensaje final es de esperanza: nunca es tarde para cambiar el no por un sí.

Dios nos da la oportunidad de arrepentirnos y de ir a trabajar a su viña en cualquier momento. Dejemos de vivir de promesas sin cumplir. Pidámosle al Señor la gracia de tener un corazón que no solo dice voy, sino que también se levanta y va. Que nuestras acciones demuestren que nuestra fe es real y que estamos dispuestos a hacer la voluntad del Padre. 

Esta semana identifica una sola cosa que le has estado prometiendo a Dios o a un ser querido y que no has cumplido: puede ser visitar un enfermo, dejar un vicio, pedir perdón a alguien o empezar a orar o a leer la Biblia. 

En lugar de volver a prometer que lo harás algún día, hazlo hoy, en este tiempo especial de preparación; no lo anuncies, no lo publiques, simplemente hazlo en silencio. Que tu obediencia sea tu oración. Obedecer es mejor que prometer. 

Antífona de comunión
Cfr. 2 Tim 4, 8

El Señor, justo juez, dará la corona merecida a todos los que esperan con amor su venida gloriosa.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Saciados por el alimento que nutre nuestro espíritu, te rogamos, Señor, que, por nuestra participación en estos misterios, nos enseñes a valorar sabiamente las cosas de la tierra y a poner nuestro corazón en las del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Señor, he escuchado muchas veces tus palabras de amor y, sin embargo, yo no he sido capaz de realizar ni siquiera el más mínimo cambio en mi vida. Graba tu ley en mi corazón y enséñame a guardar tus preceptos.

Acción

Haré un examen de conciencia con el fin de seguir haciendo una vía recta para que Dios pueda manifestarse en mi vida.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, Misal Católico, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2025-2026, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).