Festividad del Corazón de Jesús

El Corazón de Jesús: Manifestación del amor de Dios.
¡El amor es digno de toda alabanza!

Consagración diaria al Sagrado Corazón de Jesús:
Amable Jesús mío, como testimonio de mi agradecimiento y en reparación de mis infidelidades, yo te doy mi corazón; me consagro enteramente a ti y propongo con tu gracia no ofenderte ya más. ¡Oh Corazón de amor, en Ti pongo toda mi confianza, pues todo lo temo de mi fragilidad, más lo espero todo de tu bondad!

En el lenguaje bíblico, el «corazón» indica el centro de la persona, la sede de sus sentimientos y de sus intenciones. En el corazón del Redentor adoramos al amor de Dios por la humanidad, su voluntad de salvación universal, su infinita misericordia. El culto al Sagrado Corazón de Cristo significa, por tanto, adorar a ese Corazón que, después de habernos amado hasta el final, fue traspasado por una lanza y desde lo alto de la Cruz derramó sangre y agua, manantial inagotable de vida nueva. 

La fiesta del Sagrado Corazón ha sido también la Jornada Mundial para la santificación de los sacerdotes, ocasión propicia para rezar para que los presbíteros no antepongan nada al amor de Cristo. Profundamente devoto del Corazón de Cristo fue el beato Giovanni Battista Scalabrini obispo, patrón de los emigrantes, de quien el 1 de junio recordamos el centenario de la muerte. Fundó los Misioneros y Misioneras de San Carlos Borromeo, conocidos como «escalabrinianos», para anunciar el Evangelio entre los emigrantes italianos. Recordando a este gran obispo, dirijo mi pensamiento a quienes se encuentran lejos de su patria y con frecuencia también de su familia y deseo que encuentren siempre en su camino amigos y corazones acogedores, capaces de apoyarles en las dificultades de cada día.

El corazón que más se asemeja al de Cristo es, sin duda, el corazón de María, su Madre Inmaculada, y precisamente por este motivo la liturgia la presenta a nuestra veneración. Respondiendo a la invitación dirigida por la Virgen en Fátima, encomendemos a su Corazón Inmaculado, que ayer contemplamos de manera particular, el mundo entero para que experimente el amor misericordioso de Dios y experimente la auténtica paz. PapaBenedicto XVI; Ángelus del Domingo -5,VI,05

Veneremos ese momento único en la historia del universo en el que Dios-Hijo se hace hombre bajo el Corazón de la Virgen de Nazaret.

Es el momento de la Anunciación que refleja la oración del "Angelus Domini";
"Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será... llamado Hijo del Altísimo" (Lc 1, 31-32)
María dice: "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38).

Y desde aquel momento su Corazón se prepara a acoger al Dios-Hombre: ¡"Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza"!

Nos unimos con la Madre de Dios para adorar a este Corazón del Hombre que, mediante el misterio de la unión hipostática (unión de las naturalezas), es al mismo tiempo el Corazón de Dios. Tributamos a Dios la adoración debida al Corazón de Cristo Jesús, desde el primer momento de su concepción en el seno de la Virgen. Junto con María le tributamos la misma adoración en el momento del nacimiento: cuando vino al mundo en la extrema pobreza de Belén. Le tributamos la misma adoración, junto con María, durante todos los días y los años de su vida oculta en Nazaret, durante todos los días y los años en los que cumple su servicio mesiánico en Israel.

Y cuando llega el tiempo de la pasión, del despojamiento, de la humillación y del oprobio de la cruz, nos unimostodavía más ardientemente al Corazón de la Madre para gritar: ¡"Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza"!
Sí. ¡Dignísimo de toda alabanza precisamente a causa de este oprobio y humillación! En efecto, entonces el Corazón del Redentor alcanza el culmen del amor de Dios. ¡Y precisamente el Amor es digno de toda alabanza!
Nosotros "no nos gloriaremos a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (cf. Gál 6, 14), escribirá San Pablo, mientras San Juan enseña: "Dios es amor" (1 Jn 4, 8).

Jesucristo está en la gloria de Dios Padre. De esta gloria el Padre rodeó en el Espíritu Santo, el Corazón de su Hijo glorificado. Esta gloria anuncia en los siglos la asunción al cielo del Corazón de su Madre. Y todos nosotros nos unimos con Ella para confesar: "Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, ten piedad de nosotros". Juan Pablo II

OFRECIMIENTO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

¡Divino Corazón de Jesús! Por medio del Corazón Inmaculado de María, te ofrezco las oraciones, obras y trabajos de este día, para corresponder a tu gran amor. Te presento mi vida entera para que se haga tu voluntad y no la mía. Haz que toda mi persona contribuya a la construcción de tu Reino. Que mi corazón responda a los impulsos de tu Corazón. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús tiene por objeto el Corazón de Jesucristo y el amor inmenso en que se abrasa por nosotros.
Tiene por fin devolverle amor por amor, darle gracias por sus beneficios y reparar los ultrajes que no cesa de recibir.

Esta devoción es la más excelente sea por su objeto material, que es el corazón de carne del Hombre Dios, manantial de la sangre que ha salvado al mundo, sea sobre todo por su objeto espiritual que es el amor de este divino Salvador.
Este divino Corazón ha sido formado para nosotros en el seno de María; ha palpitado, ha orado, se ha conmovido, ha sufrido. Él ha dictado las hermosas páginas del Evangelio; es la fuente de los Sacramentos.

Él es quien, desde el Tabernáculo santo, sostiene, dirige, consuela a las almas; este Corazón es el que inspira todos los sacrificios, el que santifica todos nuestros dolores, el que hace nacer todas nuestras virtudes.

Este Corazón es el que perdona en el santo tribunal de la Penitencia, que se manifiesta a nosotros por sus inspiraciones interiores; es el que nos ha dado por madre a María, y el que, en la Eucaristía, hace sus delicias al habitar entre los hijos de los hombres.

Esta devoción es una de las más completas, porque resume la religión entera, que no es otra cosa sino un comercio de amor entre Dios y el hombre.
Esta devoción es una de las más amables y más consoladoras, puesto que nos muestra todos nuestros padecimientos sufridos por el corazón de nuestro Dios, antes de llegar a nuestros corazones; porque nos da a conocer el Corazón e Jesús, ese Corazón en el cual abundan todas las cualidades que forman los corazones buenos, los corazones nobles, grandes, generosos, heroicos.

El Corazón de Jesús es el corazón del amigo más adicto y más fiel, el corazón del mejor y del más tierno de los padres, el corazón del libertador más desinteresado y magnánimo, el corazón de un Dios que posee todos los atractivos, todas las perfecciones que puedan agradar, conmover y atraer.