Lecturas - Miércoles 25 de marzo de 2015 - Solemnidad de la Anunciación del Señor

Tiempo litúrgico: Cuaresma
Color: Blanco

Solemnidad de la Anunciación del Señor
Día Internacional del Niño por Nacer

Santoral:

Primera lectura: Isaías 7, 10-14; 8, 10
Mirad: la virgen está encinta

En aquel tiempo, el Señor habló a Acaz: Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo. Respondió Acaz: No la pido, no quiero tentar al Señor. Entonces dijo Dios: Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros.

Salmo Resposorial: 39, 7-8a. 8b-9. 10. 11 
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
  • Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: Aquí estoy. 
  • Como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad. Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.
  • He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes.
  • No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea.

Segunda lectura:  Hebreos 10, 4-10
Está escrito en el libro: «Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad»

Hermanos: Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad.”

Primero dice: «No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la Ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.» Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Evangelio según san Lucas 1, 26-38
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.

El ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Y María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón? El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.

Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible. María contestó: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra. Y la dejó el ángel.

Reflexión
La anunciación del Señor a María

¿Qué contemplamos en la anunciación a María? Porque es también la encarnación del Verbo…es el anuncio a María y, en ella, a toda la descendencia de Eva. Es el anuncio de un Evangelio, es decir, de una buena noticia. Nada menos la noticia de que Dios vuelve a encontrar en María su delicia: “estar con los hijos de los hombres”. El hijo que nacerá de su seno será llamado Hijo de Dios y, al mismo tiempo, Emmanuel, “Dios con nosotros”.

Dos misterios se dan cita aquí: el de la nueva Eva que dice “sí” a ser morada de Dios, tierra de Dios, todo de Él; y el del nuevo Adán, que dice sí al hombre, que quiere ser su hermano, vivir con él y como él.

El misterio de la anunciación a María, el misterio de la Encarnación, siempre será demasiado grande como para intentar agotarlo, pero podemos atisbar algunos puntos de luz que bastan para iluminar toda nuestra vida. Contando con la colaboración de María, Dios vuelve a contar con el hombre para terminar de perfeccionar la creación. Este mundo es también obra nuestra y Dios quiere que le demos nuestra impronta humana como María dio su impronta humana a Cristo.

En María el hombre recobra su status de colaborador de Dios.

Pero además, Dios nos va a mostrar en Cristo cuál era su plan para nosotros antes de la caída en el Paraíso. Un plan que pasaba por la plenificación del hombre hasta la divinización. Por eso ya decía San Agustín que Dios había realizado en Cristo un admirable intercambio con el hombre, pues Él se había hecho hombre para que el hombre se hiciera Dios: “¡Oh admirable trueque, que para que Dios se haga hombre, los hombres hemos sido hecho dioses!”.

Es normal que el Ángel salude a María con ese “alégrate” porque la noticia que va a darle es causa de la mayor alegría: “El Señor está contigo” ahora, porque estás llena del Espíritu Santo, pero es que el Señor quiere estar contigo, en cuanto imagen de la Iglesia, hasta el fin de los tiempos. No se si llegamos a comprender el alcance de las palabras del Ángel: “concebirás en tu vientre a Dios”…Recuerdo aquellas palabras del Deuteronomio 4,7: ¿hay acaso algún pueblo que tenga a sus dioses tan cerca como Israel tiene a su Dios cuando lo invoca? 

Pues tal grito de júbilo se queda corto comparado con esta afirmación: en tu seno, que será el seno de la Iglesia, concebirás a Dios. Dios se hace carne porque ama la carne del hombre, ama su historia y sus dificultades, porque es un Dios celoso y enamorado y quiere salvar a sus hijos. Y de ese modo acepta, no solo hacerse carne en el seno de María, sino en la misma Iglesia cada vez que se celebra la Santa Misa y el pan se convierte en la carne de Cristo y el vino en su sangre.

“Y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa ‘Dios con nosotros’”. Para siempre Dios con nuestras debilidades y retos, con nuestros planes y nuestros fracasos, con nuestras heridas y nuestras cicatrices. Que María nos enseñe a compartir esa alegría que sintió el día de la anunciación.

ESCRITO POR COMENTARISTA 6 EL 25 MARZO, 2015. POSTEADO EN COMENTARIO A LAS LECTURAS. Sitio web Archidiócesis de Madrid

Acción

Señor, que mi ser lleno de tu presencia sirva para que ilumines al mundo y lo lleves hasta la plenitud de tu amor, yo te ratifico mi disposición de ser tu instrumento; úsame como quieras, Señor, y santifícame.

Este día seré muy consciente de que mi ser es el ser de Cristo, y haré todas las cosas como él las haría.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Archidiócesis de Madrid - Evangelización Activa
Verificado en:
Ordo Temporis 2015, Conferencia Episcopal de Costa Rica