Tiempo Litúrgico: Adviento
Color del día: Blanco
Santoral:
Primera Lectura
Lectura del libro del
profeta Isaías (2, 1-5)
El Señor reúne a todos los pueblos
en la paz eterna de su reino.
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y Jerusalén: En días futuros, el monte de la casa del Señor será elevado en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas, y hacia él confluirán todas las naciones.
Acudirán pueblos numerosos, que dirán: “Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob, para que él nos instruya en sus caminos y podamos marchar por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la Palabra del Señor”.
El será el árbitro de las naciones y el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados y de las lanzas, podaderas; ya no alzará la espada pueblo contra pueblo, ya no se adiestrarán para la guerra.
¡Casa de Jacob, en marcha! Caminemos a la luz del Señor.
Reflexión sobre la Primera Lectura
Al iniciar el Adviento, la Palabra de Dios hoy nos invita a acercarnos al Señor para que él nos enseñe sus caminos y podamos andar hoy por sus senderos. Es, pues, un tiempo de oración y de encuentro con su palabra. Si el mundo ha perdido el sentido de las cosas -y en particular de las fiestas cristianas-, es porque se ha alejado de los caminos del Señor y ha preferido seguir sus propios caminos.
El tiempo de Adviento se nos presenta como un espacio muy propicio para que, dándonos tiempo para la oración y la reflexión, seamos conscientes que muchas veces la forma de hacer las cosas, de pensar, de hablar, no son propiamente la forma en que Dios nos ha instruido a obrar. Si hacemos esto, encontraremos que los caminos del Señor, es decir, la forma de conducirnos en la vida, nos llevan siempre por caminos de paz y de armonía. Ya el profeta preveía que, con la llegada del Mesías, todos los pueblos buscarían encontrar estos caminos.
Es paradójico que nosotros los cristianos no tengamos que ir más lejos que leer nuestra propia Biblia para encontrarlos, que por desidia o pereza no los busquemos y por ende, no los encontremos. Aprovecha este tiempo de oración y reflexión para redescubrir estos hermosos caminos que, aunque estrechos, nos conducen por el camino que lleva a la verdadera felicidad. De esta forma, la Navidad será una verdadera fiesta cristiana.
Salmo responsorial:
(Salmo 121)
R/ Vayamos con alegría
al encuentro del Señor.
- ¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron: “Vayamos a la casa del Señor”! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas. R.
- A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor. R.
- Digan de todo corazón: “Jerusalén, que haya paz entre aquellos que te aman, que haya paz dentro de tus murallas y que reine la paz en cada casa”. R.
- Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: “La paz esté contigo”. Y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes. R.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (8, 5-11)
Muchos vendrán de oriente y
occidente al Reino de los cielos.
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico y sufre mucho”. El le contestó: “Voy a curarlo”.
Pero el oficial le replicó: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: ‘¡Ve!’, él va; al otro: ‘¡Ven!’, y viene; a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”.
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: “Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos”.
Reflexión sobre el Evangelio
Jesús pondera hoy la fe de este hombre que no pertenece al pueblo de Israel, un hombre que cree sin ver, un hombre que está seguro que el "rabbí" tiene poder para hacer lo que le está pidiendo.
Este es el tipo de fe que es capaz de mover montañas. Sería bueno que al iniciar este tiempo de Adviento nosotros nos preguntemos si verdaderamente creemos en la palabra de Jesús. Muchos cristianos dicen creer pero, esperan constantemente signos, señales, manifestaciones sensibles de lo que dicen creer. Creer, es la seguridad de lo que no se ve.
¿Podríamos decir que nuestra fe es como la de este centurión?, ¿Cuál es tu actitud para lo que lees en la Biblia?
Oración
Tú conoces, Señor, mis caminos, pero te pido que me muestres los tuyos, enséñame a andar por tus sendas eternas, llenas de tu paz, para que así yo también pueda ser un promotor de paz en el mundo, sembrando la paz en el corazón de cada persona.
Acción
Hoy pondré atención en las cosas que me angustian y me preocupan constantemente y me daré cuenta de cómo me roban la paz, dejaré esas cosas en las manos de Dios y buscaré las sendas que él me ofrece para resolver mis penas.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa