Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Martes 11 de febrero de 2020.


Tiempo Litúrgico: Ordinario - Semana V. 
   Color del día: Verde.   

Memoria libre:

Primera Lectura
Lectura del primer libro de los
Reyes (8, 22-23. 27-30)
Que noche y día estén abiertos
tus ojos sobre este templo.
Oye la súplica de tu pueblo, Israel.

El día de la dedicación del templo, Salomón, de pie ante el altar del Señor y en presencia de toda la asamblea de Israel, levantó los brazos al cielo y dijo esta oración: “Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos, ni aquí abajo en la tierra. Tú eres fiel a la alianza que hiciste con tus siervos, y les muestras tu misericordia, cuando cumplen de todo corazón tu voluntad.

Si ni el cielo infinito te puede contener, ¿cómo va a ser posible, Señor, que vivas en medio de los hombres y habites en esta casa que yo te he construido?

Pero ciertamente atenderás a la oración de tu siervo y a su plegaria, Señor, Dios mío, y oirás el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti: Que noche y día estén abiertos tus ojos sobre este templo, sobre este lugar, del cual has dicho: ‘Yo estaré ahí’. Escucha la oración que tu siervo te dirige en este sitio.

Oye, pues, Señor, la súplica de este siervo tuyo y de tu pueblo, Israel. Cuando oren en este lugar, escúchalos desde el cielo, en donde tienes tu morada. Escúchanos y perdónanos”.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Esta hermosa oración pronunciada por Salomón en la fiesta de la dedicación del templo, expresa con toda claridad y profundidad lo que Dios piensa sobre su templo.

El templo, será ante todo un lugar de oración y de encuentro con Dios. Por ello, es triste que vengamos al templo únicamente los domingos y tal vez, por rutina, llenos de tedio y fastidio. Es lamentable la actitud de muchos hermanos que traen a sus hijos y no los instruyen sobre la realidad del lugar sagrado en el que están dejándolos correr y gritar, subirse a las bancas y retozar en él como si se encontraran en el parque.

En el templo debemos encontrar ordinariamente el silencio y la paz que propician la oración y dentro de nuestras asambleas, el espacio para la alabanza y la comunión.

Las imágenes y demás adornos, nos invitan a contemplar las realidades celestiales infundiendo en el cristiano santos sentimientos de devoción y recogimiento.

Debemos pues, recobrar el amor por la casa del Señor, de manera que nuestros hijos y las futuras generaciones vuelvan a encontrar en él, el espacio ideal para la oración y para la comunión con Dios. Esfuérzate en todo lo que esté de tu parte para que la casa de Dios sea un santuario de paz.

Salmo responsorial
(al 83, 3. 4. 5 y 10. 11)
R/ Qué agradable, Señor, es tu morada. 
  • Anhelando los atrios del Señor se consume mi alma. Todo mi ser de gozo se estremece y el Dios vivo es la causa. R. 
  • Hasta el gorrión encuentra casa y la golondrina un lugar para su nido, cerca de tus altares, Señor de los ejércitos, Dios mío. R. 
  • Dichosos los que viven en tu casa, te alabarán para siempre; dichosos los que encuentran en ti su fuerza, pues caminarán cada vez con más vigor. R. 
  • Pues un día en tus atrios vale más que mil fuera de ellos, y yo prefiero el umbral de la casa de mi Dios al lujoso palacio del perverso. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Marcos (7, 1-13)
Ustedes anulan la Palabra de Dios
con las tradiciones de los hombres.

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?”

(Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).

Jesús les contestó: “¡Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres”.

Después añadió: “De veras son ustedes muy hábiles para violar el mandamiento de Dios y conservar su tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. El que maldiga a su padre o a su madre, morirá.

Pero ustedes dicen: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Todo aquello con que yo te podría ayudar es corbán (es decir, ofrenda para el templo), ya no puede hacer nada por su padre o por su madre’. Así anulan la palabra de Dios con esa tradición que se han transmitido. Y hacen muchas cosas semejantes a ésta”.

Reflexión sobre el Evangelio

El texto de hoy se centra en la unidad que debe haber entre fe y vida. Los fariseos adoptan una postura que, a la vista de los demás, aparenta fidelidad y cumplimiento a la ley, pero en realidad su corazón está lejos de Dios.

Y esta es la triste realidad de muchos cristianos que aparentan ser fieles cumplidores de la ley; van a misa los domingos, en las asambleas de oración hacen largas oraciones, se encargan de recoger la limosna en la misa, cumplen con lo marcado con la ley; sin embargo, en sus casas son déspotas, intransigentes, criticones y malcriados, asisten a espectáculos inconvenientes. Dice el Señor: "Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí".

Es necesario que volvamos a unir la fe y la vida. Que sin dejar de hacer lo que la ley nos invita a hacer, no sea una práctica externa sino el resultado de la relación íntima y personal con Dios; que sea la manifestación externa de nuestro ser poseído por el Espíritu Santo. Pensemos por un momento ¿qué es lo que nos mueve a nuestras prácticas religiosas, la ley o el amor a Dios y a los hermanos?

Oración

Señor y Padre nuestro, tú que has querido habitar entre nosotros por medio de tu Hijo que puso su morada entre nosotros cuando asumió nuestra frágil naturaleza humana, haz que te alabemos y bendigamos en cada uno de los momentos de nuestra vida para que seamos dignos de esa presencia tuya en cada uno de tus hijos.

Acción

El día de hoy tendré unos momentos de tranquilidad personal para alabar al Dios que habita en mi interior y dejaré que me hable para hacer su voluntad.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de: 
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa 
Verificado en: 
Ordo Temporis Ciclo A – 2020, Conferencia Episcopal de Costa Rica