Crédito: Eco Católico en Facebook
La Catedral Metropolitana será reconocida como Santuario Nacional dedicado a San José, este martes 7 de diciembre, durante la celebración de la Santa Eucaristía, la cual iniciará a las 10:00 a.m. y será presidida por el arzobispo, Mons. José Rafael Quirós.
Usted podrá seguir la transmisión de esta Santa Misa por:
- Página en Facebook del Eco Católico.
- Radio Fides (93,1 FM)
- San José TV
- Página en Facebook del Ministerio Católico Caminos de Fe.
Catedrales, parroquias, santuarios y basílicas:
En cada diócesis, una iglesia recibe el título de catedral, que es el lugar en donde se encuentra la cátedra del obispo y es el centro litúrgico de la diócesis.
Las diócesis se dividen de forma estable en grupos de fieles que se denominan parroquias. A la iglesia en donde tiene su asiento cada parroquia se le denomina iglesia parroquial, estando a cargo de un párroco. Cuando una la iglesia no es parroquial, se le confía la atención a un rector.
Cuando a una iglesia acuden en peregrinación numerosos fieles por un motivo peculiar de piedad, se le denomina santuario. Si es motivo de peregrinaciones de todo el país, se le denomina santuario nacional si lo aprueba la Conferencia Episcopal. Y si es motivo de peregrinaciones de diversas naciones, se le denomina santuario internacional, con la aprobación de la Santa Sede. (CIC, c. 1230 y 1231).
Por otra parte, están las basílicas. Son aquellas iglesias a las que el papa les otorga esta distinción por su importancia, su historia o algún otro aspecto que es de relieve. Hay dos tipos de basílicas: las mayores y las menores. Las mayores solo son cuatro y están en Roma: San Pedro, San Pablo, Santa María la Mayor y San Juan de Letrán. Las basílicas menores pueden estar en Roma o en cualquier otra parte del mundo.
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El Santuario
Según el Directorio de Piedad Popular y Liturgia.
262. Según la revelación cristiana, el santuario supremo y definitivo es Cristo resucitado (cfr. Jn 2,18-21; Ap 21,22), en torno al cual se congrega y organiza la comunidad de los discípulos, que a su vez es la nueva casa del Señor (cfr. 1 Pe 2,5; Ef 2,19-22).
Desde un punto de vista teológico, el santuario, que no pocas veces ha surgido de un movimiento de piedad popular, es un signo de la presencia activa, salvífica, del Señor en la historia y un refugio donde el pueblo de Dios, peregrino por los caminos del mundo hacia la Ciudad futura (cfr. Heb 13,14), restaura sus fuerzas para continuar la marcha.
263. El santuario, como las iglesias, tiene un gran valor simbólico: es imagen de la "morada de Dios con los hombres" (Ap 21,3) y remite al "misterio del Templo" que se ha realizado en el cuerpo de Cristo (Cfr. Jn 1,14; 2,21), en la comunidad eclesial (cfr. 1 Pe 2,5) y en cada uno de los fieles (cfr. 1 Cor 3,16-17; 6,19; 2 Cor 6,16).
A los ojos de los fieles los santuarios son:
- por su origen, quizá, recuerdo de un acontecimiento considerado milagroso, que ha determinado la aparición de manifestaciones de devoción duradera, o de testimonio de la piedad y el agradecimiento de un pueblo por los beneficios recibidos;
- por los frecuentes signos de misericordia que suceden en ellos, lugares privilegiados de la asistencia divina y de la intercesión de la Virgen María, de los Santos o de los Beatos;
- por la situación, con frecuencia aislada y elevada, y por la belleza, ya sea austera, ya exuberante de los lugares en los que se encuentran, signo de la armonía del cosmos y reflejo de la belleza divina;
- por la predicación que allí resuena, llamada eficaz a la conversión, invitación a vivir en la caridad y aumentar las obras de misericordia, exhortación a llevar una vida caracterizada por el seguimiento de Cristo;
- por la vida sacramental que allí se desarrolla, lugar de fortalecimiento de la fe, crecimiento de gracia, refugio y esperanza en la aflicción;
- por el aspecto del mensaje evangélico que expresan, una interpretación especial y casi una prolongación de la Palabra;
- por su orientación escatológica, una invitación a cultivar el sentido de la trascendencia y a dirigir los pasos, a través de los caminos de la vida temporal, hacia el santuario del cielo (cfr. Heb 9,11; Ap 21,3).
"Siempre y en todo lugar, los santuarios cristianos han sido, o han querido ser, signos de Dios, de su irrupción en la historia. Cada uno de ellos es un memorial del misterio de la Encarnación y de la Redención".
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El santuario como lugar de cultura
Según el Directorio de Piedad Popular y Liturgia.
276. Con frecuencia el santuario es ya, en sí mismo, un "bien cultural": en él se dan cita y se presentan, como resumidas en una síntesis, numerosas manifestaciones de la cultura de las poblaciones vecinas: testimonios históricos y artísticos, formas de expresión lingüística y literaria, expresiones musicales típicas.
Desde este punto de vista, el santuario resulta con frecuencia un punto de referencia válido para definir la identidad cultural de un pueblo. Y en cuanto que en el santuario se da una síntesis armoniosa entre naturaleza y gracia, piedad y arte, se puede proponer como expresión de la Vía pulchritudinis para contemplar la belleza de Dios, del misterio de la Tota pulchra, de las admirables experiencias de los Santos.
Además, cada vez se tiende más a hacer del santuario un "centro de cultura" específico, un lugar en el que se organizan cursos de estudio y conferencias, donde se acometen interesantes iniciativas editoriales y se promueven representaciones sagradas, conciertos, exposiciones y otras manifestaciones artísticas y literarias.
La actividad cultural del santuario se configura como una iniciativa en el ámbito de la promoción humana; esta función se añade útilmente a la función primordial, de lugar para el culto divino, para la evangelización, para el ejercicio de la caridad. En este sentido, los responsables de los santuarios deben procurar que la dimensión cultural no adquiera una importancia mayor que la cultual.
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Fuentes:
Página en Facebook: Catedral Metropolitana de San José
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