Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Viernes, 22 de julio de 2022.


Tiempo Litúrgico: Ordinario - Semana XVI.
   Color del día: Blanco.  


Primera Lectura
Lectura del libro del Cantar
de los Cantares (3, 1-4)
Encontré al amor de mi alma.

Esto dice la esposa: “En mi lecho, por las noches, a mi amado yo buscaba. Lo busqué, pero fue en vano. Me levantaré. Por las plazas y barrios de la ciudad buscaré al amor de mi alma.

Lo busqué, pero fue en vano. Y me encontraron los guardias de la ciudad, y les dije: ‘¿Qué no vieron a aquel que ama mi alma?’ Y apenas se fueron, encontré al amor de mi alma”.

Reflexión sobre la Primera Lectura

El texto que nos presenta hoy la liturgia nos trasporta a las palabras del Apocalipsis que nos hablan de la vida eterna, de ese lugar preparado, como dice san Pablo, para todos los que aman al Señor.

Si bien es cierto que, para la gente del Antiguo Testamento, estas palabras los invitaban a vivir en la tierra que el Señor les había dado y que los hacía esperar con gran confianza, así también nosotros, nacidos en el Nuevo Testamento, debemos poner nuestros ojos en el cielo, en la tierra prometida. Es triste que hoy, en medio de un mundo materialista, poco pensamos en el cielo.

Para muchos cristianos, éste ya no es la motivación para vivir de una manera santa. Recordemos que un día vamos a morir y que, en ese momento, seremos invitados a entrar a las bodas del Cordero, pero que para esas bodas necesitamos entrar con el traje adecuado, es decir, el traje de la gracia.

Es necesario, pues, en este mundo que nos invita a pensar sólo en las cosas materiales, a pensar en esa maravillosa Tierra Prometida que Dios nos tiene preparada. Sería muy triste que después de que Jesús pagó con su vida nuestra entrada, nosotros, por no estar atentos y por descuidar nuestra vida espiritual, perdiéramos esta maravillosa vida. Estemos, pues atentos, y aspiremos siempre a los bienes del cielo.

Salmo responsorial
(Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9)
R/ Señor, mi alma tiene sed de ti.
  • Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco; de ti sedienta está mi alma. Señor, todo mi ser te añora, como el suelo reseco añora el agua. R.
  • Para admirar tu gloria y tu poder, anhelo contemplarte en el santuario. Pues mejor es tu amor que la existencia; siempre, Señor, te alabarán mis labios. R.
  • Podré así bendecirte mientras viva y levantar en oración mis manos. De lo mejor se saciará mi alma; te alabaré con júbilo en los labios. R.
  • Fuiste mi auxilio y a tu sombra, canté lleno de gozo. A ti se adhiere mi alma y tu diestra me da seguro apoyo. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (20, 1-2. 11-18)
Mujer, ¿por qué estás llorando?
¿A quién buscas?

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.

María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: “¿Por qué estás llorando, mujer?” Ella les contestó: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto”.

Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: “Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?” Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: “Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto”. Jesús le dijo: “¡María!” Ella se volvió y exclamó: “¡Rabbuní!”, que en hebreo significa ‘maestro’. Jesús le dijo: “Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios’”.

María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje.

Reflexión sobre el Evangelio

Este pasaje nos ilustra cómo, quien ha tenido una experiencia de Jesús resucitado, se convierte inmediatamente en testigo de la Resurrección y, con ello, en evangelizador. La palabra que usa el griego para la acción realizada por María Magdalena al ir a anunciar es "Angellousa" - que viene de "ángel" y que identifica a los "portadores de noticias de parte de Dios"-.

María ha sido capaz de reconocer en ese "jardinero" la presencia real de Cristo. Él la ha llamado por su nombre y ella le ha dicho: Maestro. Mucha gente piensa que pasar una hora delante del Santísimo Sacramento es pérdida de tiempo (algunos ni se lo han propuesto).

Es ahí en donde, delante del misterio, el hombre puede llegar a reconocer en ese pedacito de pan la presencia real de Jesús y, con ello, convertirse también en un "ángel", en un portador y anunciador de buenas noticias para los hermanos.

Necesitamos llenar nuestras oficinas, nuestras escuelas, nuestros barrios de "ángeles", de hombres y mujeres que, como María Magdalena, puedan decir: Jesús está vivo, yo lo he visto y ha cambiado mi vida y si lo que hizo conmigo, lo puede hacer también contigo.

Oración

Padre Celestial, tú que nos has creado por amor para hacernos participar un día de la vida eterna que tu Hijo Jesucristo nos consiguió con su muerte y resurrección, ayúdanos a ser fieles imitadores suyos, dejándonos guiar por el don del Espíritu Santo para que seamos dignos de participar de esa vida divina, viviendo en constante solidaridad y justicia con nuestros hermanos necesitados. Amén

Acción

El día de hoy, pensando en la vida eterna, seré solidario con algún hermano que sufre o tiene alguna necesidad concreta como pan, agua, vestido, atención.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro.

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2021-2022, Conferencia Episcopal de Costa Rica