Este es el Credo sobre la Trinidad que inspiró a Teresa de Ávila y Josemaría Escrivá

La Santísima Trinidad. Crédito: Dominio Público - Wikipedia

Por Abel Camasca | ACI Prensa
2 de junio de 2023 

En la Iglesia Católica existe un Credo que explica extensamente a la Santísima Trinidad y a la Encarnación. En él están contenidas muchas verdades de fe sobre estos misterios y se afirma que es necesario guardarlas íntegramente para alcanzar la salvación.

Además, dicha oración inspiró espiritualmente a Santa Teresa de Ávila y San Josemaría Escrivá.

Se trata de una profesión de fe que se originó posiblemente antes del siglo V o VI. Existen discrepancias entre los investigadores sobre quién es el verdadero autor, pero en la tradición católica se le conoce como Credo de Atanasio o de San Atanasio.

Por muchos siglos se le atribuyó al Obispo San Atanasio de Alejandría (297-373), gran Doctor de la Iglesia que se caracterizó por defender la verdad de la Encarnación de Cristo. Se ganó el título de Padre de la Ortodoxia (la recta doctrina), era llamado “la columna de la Iglesia” y es respetado tanto en Oriente como en Occidente.

El Credo de Atanasio es conocido también como “Símbolo Quicumque” o Quicumque vult (“Quien quiera…”), ya que comienza con estas palabras en latín.

Según el sitio web del Opus Dei, durante la Edad Media llegó a estar al nivel de importancia del Credo de Nicea (popularmente conocido como “Credo largo”). Además, en el Oficio canónico se rezaba los domingos hasta la reforma del Papa Pío XII (1956).

La gran Santa Teresa de Ávila, Doctora de la Iglesia, describió en su autobiografía que “estando una vez rezando el Quicumque vult, se me dio a entender la manera de cómo era un solo Dios y tres personas tan claramente, que yo me espanté y me consolé mucho. Hízome tan grandísimo provecho para conocer más la grandeza de Dios y sus maravillas”.

Asimismo, la Prelatura del Opus Dei indica que San Josemaría Escrivá pidió a los integrantes de su Obra que “el tercer domingo de cada mes se recitara el símbolo atanasiano” y aconsejaba meditarlo. En cierta ocasión expresó: “Aprendedlo, ¡es tan bonito!”.

A continuación el Credo de Atanasio compartido por la Enciclopedia Católica:

“Todo el que quiera salvarse, ante todo es necesario que mantenga la fe católica; el que no la guarde íntegra e inviolada, sin duda perecerá para siempre. Y la fe católica es esta, que adoramos a un solo Dios en la Trinidad, y a la Trinidad en la unidad. Sin confundir las Personas ni separar la substancia. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo. Pero el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo tienen una sola divinidad, gloria igual y coeterna majestad.

Cual el Padre, tal es el Hijo, y tal es el Espíritu Santo. El Padre increado, el Hijo increado y el Espíritu Santo increado. Incomprensible el Padre, incomprensible el Hijo, incomprensible el Espíritu Santo. Eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo, y, sin embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno. Así como tampoco son tres increados ni tres incomprensibles, sino un solo increado y un solo incomprensible. Igualmente, el Padre es omnipotente, el Hijo es omnipotente, el Espíritu Santo es omnipotente; y, sin embargo, no son tres omnipotentes, sino un solo omnipotente.

Así el Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios. Y, sin embargo, no son tres dioses, sino un solo Dios. Así también el Padre es el Señor, el Hijo es el Señor, y el Espíritu Santo es el Señor. Y, sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor. Pues, así como la cristiana verdad nos compele a reconocer que cada Persona por sí misma es Dios y Señor, así mismo la religión católica nos prohíbe decir que hay tres dioses y tres señores.

El Padre no fue hecho por nadie, ni creado, ni engendrado. El Hijo es sólo del Padre, no hecho, ni creado, sino engendrado. El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo, no fue hecho, ni creado, sino que procede de Ellos. Por lo tanto, hay un solo Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. Y en esta Trinidad ninguno va antes o después del otro, ninguno es mayor o menor que el otro, sino que las tres Personas son entre sí co-eternas e iguales; de modo, que, como se dijo antes, se debe adorar la unidad en Trinidad y la Trinidad en la unidad. El que quiera, pues, salvarse, debe pensar así sobre la Trinidad.

Además, para la salvación eterna es necesario que también crea fielmente en la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo. Pues la fe recta es que creamos y confesemos que Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, es Dios y hombre. Es Dios, engendrado de la sustancia del Padre, antes de los siglos; y es hombre, de la substancia de su Madre, nacido en el mundo. Perfecto Dios y perfecto hombre, subsistente de alma racional y de carne humana. Igual al Padre en cuanto a su divinidad, y menor que el Padre en cuanto a su humanidad.

Mas, aun cuando es Dios y hombre, no son dos, sino un solo Cristo. Y uno, no por la conversión de la divinidad en carne, sino por la asunción de la humanidad en Dios. Uno absolutamente, no por confusión de la sustancia, sino por la unidad de la persona. Pues según el alma racional y la carne son un hombre, así Dios y hombre es un solo Cristo, el cual sufrió por nuestra salvación, descendió a los infiernos, resucitó al tercer día de entre los muertos. Subió a los cielos, está sentado a la derecha del padre, Dios Todopoderoso, desde donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.

A su venida todos los hombres han de resucitar con sus cuerpos y darán cuenta de sus propios actos. Y los que obraron bien, irán a la vida eterna; y los que obraron mal, al fuego eterno. Esta es la fe católica y el que no la creyere fiel y firmemente, no podrá salvarse”.

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