Lecturas de la Misa del día y su reflexión. Domingo, 4 de junio de 2023.


Tiempo Litúrgico: Ordinario - Semana IX.
   Color del día: Blanco.  


Primera Lectura
Del libro del Exodo (34, 4-6. 8-9)
Yo soy el Señor, el Señor Dios,
compasivo y clemente.

En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, llevando en la mano las dos tablas de piedra, como le había mandado el Señor. El Señor descendió en una nube y se le hizo presente.

Moisés pronunció entonces el nombre del Señor, y el Señor, pasando delante de él, proclamó: “Yo soy el Señor, el Señor Dios, compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel”.

Al instante, Moisés se postró en tierra y lo adoró, diciendo: “Si de veras he hallado gracia a tus ojos, dígnate venir ahora con nosotros, aunque este pueblo sea de cabeza dura; perdona nuestras iniquidades y pecados, y tómanos como cosa tuya”.

Salmo responsorial
(Sal: Dan 3, 52. 53. 54. 55. 56)
R/ Bendito seas, Señor,
para siempre.
  • Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Bendito sea tu nombre santo y glorioso. R.
  • Bendito seas en el templo santo y glorioso. Bendito seas en el trono de tu reino. R.
  • Bendito eres tú, Señor, que penetras con tu mirada los abismos y te sientas en un trono rodeado de querubines. Bendito seas, Señor, en la bóveda del cielo. R.

Segunda Lectura
De la segunda carta del apóstol
san Pablo a los corintios (13, 11-13)
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre y la comunión del
Espíritu Santo estén siempre con ustedes.

Hermanos: Estén alegres, trabajen por su perfección, anímense mutuamente, vivan en paz y armonía. Y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes.

Salúdense los unos a los otros con el saludo de paz. Los saludan todos los fieles.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén siempre
con ustedes.

Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Juan (3, 16-18)
Dios envió a su Hijo al mundo
para que el mundo se salvara por él.
 
“Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios”.

Reflexión sobre el Evangelio

Creados a imagen de la Trinidad

Por Comentarista 5 | domingo, 4 junio 2023 | Comentario a las Lecturas | Archidiócesis de Madrid.

“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con todos vosotros”. Con este saludo, San Pablo nos permite descubrir cómo el trato con Dios Uno y Trino forma parte de la oración de los cristianos. Algo que quizás, en no pocos casos, tengamos que recuperar. Y la solemnidad de hoy nos ayuda a volver nuestra mirada sobre el misterio de Dios que se nos ha revelado en Cristo.

Después de haber renovado los misterios de nuestra salvación: desde el Nacimiento de Cristo hasta la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, la liturgia nos propone la consideración del misterio central de nuestra fe: la Santísima Trinidad, el misterio insondable de la vida íntima de Dios.

Poco a poco, con una pedagogía divina, Dios nos ha ido revelando su realidad más íntima. Pero es Jesucristo quien nos revela la intimidad del misterio de Dios y la llamada a participar de él: Jesucristo se nos revela como el Hijo, nos muestra al Padre y nos envía el Espíritu Santo, que nos hace hijos en el Hijo, hijos de Dios.

La filiación divina es pues ya esta participación en la intimidad del ser de Dios de su vida misma. Intentar adentrarnos en el misterio del Dios Uno y Trino es adentrarnos en el misterio mismo del hombre, en la realidad del misterio mismo del hombre, de lo que somos. Porque estamos creados a imagen y semejanza de Dios.

Comentaba San Juan Pablo II en su “Carta a las Familias” con motivo del Año Internacional de la Familia: «Antes de crear al hombre, parece como si el Creador entrara dentro de sí mismo para buscar el modelo y la inspiración en el misterio de su ser». Somos, pues, imagen y semejanza de un Dios Uno en esencia y Trino en personas, un Dios que es una sociedad, una comunión de Personas; esta es la verdad más profunda de Dios y del hombre.

El conocimiento del ser de Dios me explica el ser del hombre: creado a imagen y semejanza suya, creado por el amor y para amar. “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito”, nos dice el Señor en el Evangelio de hoy. El Amor que es Dios, es don de sí mismo. Y como los hombres somos creados por un amor así, un amor que es entrega gratuita de Dios mismo, como nos recuerda el Concilio Vaticano II, el hombre “no puede encontrarse a sí mismo sino en la entrega de sí mismo” (Constitución Gaudium et spes, 24).

“El amor hace que el hombre se realice mediante la entrega sincera de sí mismo. Amar significa dar y recibir lo que no se puede comprar ni vender, sino sólo regalar libre y recíprocamente” (San Juan Pablo II “Carta a las Familias” 11). Hay que aprender a amar así, porque únicamente en un amor como entrega de uno mismo es el único camino para la realización de la persona.

La Iglesia, consciente de su misión en el mundo, le recuerda al hombre quién es y a qué está llamado, que pertenecemos a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. María es la criatura que con mayor intimidad ha tratado a cada una de las tres divinas personas: anunciación. Que Ella nos ayude a dar gracias y alabar al Dios Uno y Trino.

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Adaptado de:
La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa, Archidiócesis de Madrid.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo A, 2022-2023, Conferencia Episcopal de Costa Rica.