Tiempo Litúrgico: Ordinario - Semana III.
Color del día: Verde.
Memoria libre: San Ildefonso de Toledo, obispo.
Primera Lectura
Del segundo libro de Samuel
(6, 12-15. 17-19)
Entre la alegría general,
David llevó el arca a Jerusalén.
En aquellos días, David fue a casa de Obededom, donde estaba el arca de la alianza, y la transportó con gran alborozo a la ciudad de David. Apenas habían dado seis pasos los que llevaban el arca, cuando él sacrificó un toro y un becerro gordo.
David danzaba con todas sus fuerzas ante el Señor, ceñido con una especie de mandil de lino, que usaban los sacerdotes. David y toda la casa de Israel conducían el arca del Señor con aclamaciones de júbilo, al son de las trompetas.
Llevaron el arca del Señor y la colocaron en su sitio, en medio de la tienda que David había mandado levantar. Luego David ofreció al Señor holocaustos y sacrificios de acción de gracias.
Cuando terminó, David bendijo al pueblo en nombre del Señor de los ejércitos y repartió a todo el pueblo, a cada hombre y a cada mujer de Israel, un pan, un trozo de carne asada y un pastel de pasas. Después se fueron todos, cada uno a su casa.
Reflexión sobre la Primera Lectura
El pueblo de Israel había solicitado en tiempos de Samuel un rey que gobernara al pueblo y que les dirigiera en las batallas contra sus enemigos; Dios aceptó cumplir a su petición y les impuso a un rey, pero Saúl no fue del agrado de Dios por sus constantes infidelidades.
En cambio, David fue siempre definido por los escritos posteriores como un rey "de acuerdo con el corazón de Yavé", para significar con ello, que David era dócil y fiel a su Señor. Nada hay más grato y agradable a Dios que un hombre que sabe cumplir con sus responsabilidades y sabe darle su lugar a Dios; jamás estará reñido reconocer las propias capacidades y dar la gloria que a Dios corresponde.
David tiene gusto en llevar el arca de la alianza a su nueva capital, la recién conquistada Jerusalén, pero lo hace como un auténtico y verdadero fiel, no como alguien que cumple de mala gana con una obligación molesta.
Para David, Dios es el centro de su vida y la razón de sus triunfos, así como de su reinado, no puede menos que serle agradecido y fiel en todo momento. De ellos nos dará muestras el mismo Jesús quien confiesa que ser dócil y obediente a su Padre, es para él su verdadero alimento.
Adán, Eva y Satanás (el ángel caído) interpretan la obediencia a Dios como algo que daña su propia dignidad, para Jesús -al igual que David- obedecer a Dios es la máxima dignidad a la que puede aspirar un ser humano.
Salmo responsorial
(Sal 23,7. 8. 10)
R/ El Señor es el rey de la gloria.
- ¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el rey de la gloria! R.
- Y ¿Quién es el rey de la gloria? Es el Señor, fuerte y poderoso, el Señor, poderoso en la batalla. R.
- ¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el rey de la gloria! R.
- Y ¿Quién es el rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos, es el rey de la gloria. R.
Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Marcos (3, 31-35)
El que cumple la voluntad de Dios, ése es
mi hermano, mi hermana y mi madre.
En aquel tiempo, llegaron a donde estaba Jesús, su madre y sus parientes; se quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno a él estaba sentada una multitud, cuando le dijeron: “Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan”.
El les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
Reflexión sobre el Evangelio
Una incorrecta interpretación de este pasaje ha llevado a algunos a pensar que con estas palabras y esta actitud que nos presenta el evangelista, Jesús está menospreciando a su Madre, apoyando su actitud de indiferencia (cuando no de rechazo) hacia María Santísima. Nada más contrario en la intención de Jesús.
Sin embrago, como siempre, Jesús usa de un evento o situación particular para instruir a la comunidad. La familia de Jesús no es simplemente la familia biológica, unida por los lazos de sangre, sino quien cumple la voluntad de Dios.
Con ello destaca el hecho de que María, como lo reconocerá siempre la comunidad cristiana, es el modelo perfecto de aquellos que hacen la voluntad de Dios, por lo que no sólo es su madre en sentido biológico, sino también lo es de manera espiritual, y por ello trascendente.
Por ello pertenecerán realmente a la familia de Jesús y María aquellos que hacen la voluntad de Dios. ¿Podríamos decir que nosotros formamos parte de esta familia?
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración
Padre lleno de amor, tú que eres la fuente de todo don, gracia y bendición, y que has querido darnos a tu propio Hijo como prueba de tu amor incondicional por los hombres, haz que nuestro corazón viva en constante gratitud por cuanto haces por nosotros y por lo que nos das día a día, para que nuestro gozo se vea colmado cuando nos llames a tu casa para siempre.
Acción
El día de hoy realizaré una lista con todas las cosas por las que tengo que dar gracias a Dios, y después elevaré una oración de acción de gracias por cuanto me ha dado.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo B, 2023-2024, Conferencia Episcopal de Costa Rica.