Tiempo Litúrgico: Día IV Octava de Navidad.
Color del día: Rojo.
Fiesta: Los Santos Inocentes, mártires.
Antífona de entrada
Los niños inocentes murieron por Cristo, siguieron al Cordero sin mancha, a quien alaban por siempre. Gloria a ti, Señor.
Oración colecta
Oh, Dios, los mártires inocentes pregonan hoy tu gloria no de palabra, sino con su muerte; concédenos dar testimonio con nuestra vida de la fe que confesamos con los labios. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
La sangre de Jesús
nos limpia de todo pecado
Lectura de la primera carta
del apóstol san Juan 1, 5-2, 2
Queridos hermanos:
Este es el mensaje que hemos oído a Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia.
Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros.
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 123, 2-3. 4-5. 7b-8
R. Hemos salvado la vida,
como un pájaro de la trampa del cazador.
- Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. R.
- Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas impetuosas. R.
- La trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
A ti, oh, Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos; a ti te ensalza el blanco ejército de los mártires, Señor. R.
EVANGELIO
Herodes mató a todos los niños en Belén
Lectura del santo Evangelio
según san Mateo 2, 13-18
Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».
Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.
Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
Todavía en medio del júbilo de las fiestas del nacimiento de Cristo, nuestro Salvador, la Iglesia ha colocado la fiesta de los primeros mártires, los pequeños que, sin saber por qué ni cómo, cooperaron con su sangre al establecimiento del Reino.
Y es que la Iglesia, siguiendo los pasos de su Señor, no quiere caer en falsos mesianismos, en paraísos artificiales, en los cuales no está presente el signo inconfundible de la vida cristiana: la cruz.
Hoy, en medio de un mundo hedonista, egoísta, que no le gusta pensar en el sufrimiento y prefiere solamente divertirse y pasarla bien sin ninguna mortificación, qué bien nos viene reflexionar que la vida cristiana no sólo es Navidad, que no solo es gozo y alegría, sino que es también cruz y muerte, que el cristiano, como decía el Padre De Lubac, será siempre un hombre perseguido y contestado.
Hoy, más que nunca, Jesús necesita que tú y yo estemos dispuestos, incluso a llegar a la misma muerte, si ésta fuera necesaria, para testificar ante el mundo nuestra pertenencia y fidelidad a Cristo.
Antífona de la Comunión
Estos fueron rescatados como primicias de los hombres para Dios y el Cordero. Estos son los que siguen al Cordero adonde quiera que vaya.
Oración después de la Comunión
Concede, Señor, las riquezas de la salvación a los fieles que han recibido tu alimento santo en la fiesta de quienes, incapaces todavía de confesar de palabra a tu Hijo, han sido coronados con la gracia celestial en virtud del nacimiento de Cristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).