Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Miércoles, 1 de enero de 2025.


Tiempo Litúrgico: Día VIII Octava de Navidad.
   Color del día: Blanco.  



Antífona de entrada

Salve, Madre santa, Virgen, Madre del Rey que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos


Oración colecta

Oh, Dios, que por la maternidad virginal de Santa María entregaste a los hombres los bienes de la salvación eterna, concédenos experimentar la intercesión de aquella por quien hemos merecido recibir al autor de la vida, tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Él, que vive y reina contigo

PRIMERA LECTURA
Invocarán mi nombre sobre los
hijos de Israel, y yo los bendeciré.

Lectura del libro de los Números
6. 22-27

El Señor habló a Moisés: «Di a Aarón y a sus hijos: esta es la fórmula con que bendeciréis a los hijos de Israel:

«El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz.»

Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré»

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Este es uno de esos textos tan hermosos, pero tan poco conocidos por encontrarse en uno de los libros más difíciles de leer. La bendición es el signo de todo don gratuito que viene de Dios porque es bueno y porque nos ama; su protección es el cuidado que tiene para con los suyos o los que ama. Hacer resplandecer su rostro es mostrarse cercano, próximo como luz que ilumina y orienta en el camino.

Que Dios nos dé su favor es que simpatice con nosotros o que se incline hacia nosotros; mirarnos con benevolencia es dedicarnos una mirada dulce y tierna como la de una madre; finalmente, que el Señor nos conceda su paz es la máxima petición que se puede hacer a Dios o que se le puede desear a un hermano: la paz es el conjunto de todos los bienes deseables para uno mismo y para los demás.

Esta expresión es el saludo propio de los judíos desde los tiempos bíblicos hasta el día de hoy: SHALOM. Este anhelo del pueblo judío se ha cumplido para todos los hombres en la persona de Jesús, pues Dios nos ha concedido por medio de su Hijo, la bendición y la protección; su rostro ha iluminado nuestras vidas. En él nos ha concedido su favor; Jesús es también la mirada benevolente del Padre y nos dirá san Pablo que "él es nuestra paz".

Salmo responsorial
Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8

R. Que Dios tenga piedad y nos bendiga.
  • Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.
  • Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R.
  • Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. R.

SEGUNDA LECTURA
Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer.

Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Gálatas 4, 4-7

Hermanos:  

Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción filial.

Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Segunda Lectura

La carta a los Gálatas es paradigma de la opción apostólica de Pablo por la salvación de Jesucristo, en contra de la ley. Y este texto de hoy es un “axioma” teológico de su mensaje y de su predicación. El salvador, el liberador, “ha nacido de mujer”, es un hombre como nosotros en el sentido más determinante. Se ha dicho que esta es la “navidad” de Pablo. No deja de ser curiosa, por escueta. Pero la verdad es que nos encontramos ante un texto paradigmático por su afirmación teológica. Nada de esto tiene desperdicio.

Todo está medido y tasado en el planteamiento que viene haciendo el apóstol sobre los que han de pertenecer al pueblo de Dios y de las promesas. Es decir, todos los hombres que habiendo nacido fuera de Israel, serán llamados a beneficiarse de las promesas hechas a Abrahán. Por eso se habla de la “plenitud de los tiempos” (tò plêrôma tou jronou); y entonces un hombre (porque es nacido de mujer), nacido en Israel (bajo la Ley), va abrir las puertas de la gracia y la salvación a toda la humanidad.

No podríamos hablar de un texto mariológico en el sentido estricto del término. De hecho, Pablo es más bien cristológico. Pero no hay verdadera cristología sin la historia real de Jesús de Nazaret (al que no conoció Pablo), un judío, como él. Un judío que habría de enfrentarse, en nombre de Dios, a la manipulación de la ley, para hacer posible que el verdadero proyecto de Dios se realizara plenamente. 

Para “rescatar a los que estaban bajo la ley”: he aquí el objetivo de la encarnación y el sentido de la navidad para Pablo. Es algo que se respira en toda la carta. Y muy especialmente en este texto donde inmediatamente antes describe el tiempo anterior a Cristo como un estar sometidos a un “pedagogo” (la ley), porque no quedaba más remedio. Pero Dios, como Padre, tiene prevista otra cosa bien diferente para sus hijos.

Aclamación antes del Evangelio
Heb 1, 1-2

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

En muchas ocasiones habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo. R.

EVANGELIO
Encontraron a María y a José,
y al niño. Y a los ocho días,
le pusieron por nombre Jesús.

Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 2, 16-21

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacía Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto; conforme a lo que se les había dicho.

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

La buena noticia que viene del nacimiento del Hijo de Dios en medio de los hombres se muestra como algo que tiene que disfrutarse inmediatamente. Los pastores van presurosos a Belén, su urgencia se debe a la buena noticia que se les ha comunicado, es algo que no pueden perderse, quieren ser los primeros, puesto que fueron los primeros que recibieron ese anuncio.

Así como Dios es rico para dar, así los sencillos son prontos a descubrir sus maravillas, a reconocerlas y a anunciarlas. María, la humilde sierva del Señor, ha sido la primera en gozar del don de Dios, pero junto con ella, la gente sencilla es también la primera que recibe el anuncio gozoso del nacimiento del Salvador.

No es que Dios olvide a la gente preparada, culta, sabia y experimentada (eso se destacará en la epifanía del Señor); lo que sucede es que los humildes y sencillos, son similares a los niños y, antes de querer entender o encontrar una explicación a lo maravilloso y extraordinario, se gozan con ello, se dejan tocar por lo bello y hermoso y dejan que les llene la vida y el corazón.

Por eso, María, guarda estos prodigios en su corazón y los medita profundamente, pero no intentando encontrar una explicación, sino un por qué, es decir, ¿por qué Dios es tan rico y misericordioso que se abaja a nuestra pequeñez y se hace uno de nosotros? Los inteligentes buscan el cómo, los sencillos el por qué.

Sin embargo, una vez que han gozado del don de Dios, regresan a sus labores, porque Dios quiere que las maravillas de su misericordia guíen e iluminen nuestro diario vivir.

Dios no nos llama a su lado o a su amistad para enajenarnos, nos llama para que seamos pregoneros, anunciadores, discípulos, apóstoles, portadores de buenas noticias, y no hay mejor noticia que la contenida en el nombre del niño: Jesús; es decir, Yavhé salva, porque Dios quiere que todos los hombres se salven y nos ha dado como único Salvador a su propio Hijo para hacer de nosotros verdaderos hijos amados de Dios.


Antífona de la Comunión

Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre.


Oración después de la Comunión

Hemos recibido con alegría los sacramentos del cielo; concédenos, Señor, que nos ayuden para la vida eterna a cuantos proclamamos a la bienaventurada siempre Virgen María Madre de tu Hijo y Madre de la Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Padre lleno de misericordia, que nos has mostrado las bondades de tu amor paterno al enviarnos a tu Hijo hecho hombre como nosotros, te pedimos que por su medio, alcancemos los bienes del cielo que por tu gracia nos has concedido. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

Acción

Dedicaré unos minutos a repetir esta pequeña oración hasta que me llegue al corazón.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa, Frailes Dominicos de Oviedo.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).