Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana V.
Color del día: Verde.
Memoria libre: San Claudio de la Colombiere, presbítero.
Antífona de entrada
Sal 94, 6-7
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios.
Oración colecta
Protege, Señor, con amor continuo a tu familia, para que, al apoyarse en la sola esperanza de tu gracia del cielo, se sienta siempre fortalecida con tu protección. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
El Señor Dios lo expulsó del jardín
de Edén, para que labrase el suelo.
Lectura del libro
del Génesis 3, 9-24
El Señor Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?».
Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».
El Señor Dios le replicó: «¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí».
El Señor dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?».
La mujer respondió: «La serpiente me sedujo y comí».
El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidades entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; ella te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».
A la mujer le dijo: «Mucho te haré sufrir en tu preñez, parirás hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido, y él te dominará».
A Adán le dijo: «Por haber hecho caso a tu mujer y haber comido del árbol del que te prohibí, maldito el suelo por tu culpa: comerás de él con fatiga mientras vivas; brotará para ti cardos y espinas, y comerás hierba del campo.
Comerás el pan con sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste sacado; pues eres polvo y al polvo volverás».
Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
El Señor Dios hizo túnicas de piel para Adán y su mujer, y los vistió.
Y el Señor Dios dijo: «He aquí que el hombre se ha hecho como uno de nosotros en el conocimiento del bien y el mal; no vaya ahora a alargar su mano y tome también del árbol de la vida, coma de él, coma y viva para siempre».
Y el Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado.
Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los querubines y una espada llameante que brillaba, para cerrar el camino del árbol de la vida.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 89, 2. 3-4. 5-6. 12-13
R. Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.
- Antes que naciesen los montes, o fuera engendrado el orbe de la tierra, desde siempre y por siempre tú eres Dios. R.
- Tu reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán». Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó, una vela nocturna. R.
- Si tú los retiras son como un sueño como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. R.
- Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. R.
Aclamación antes del Evangelio
Mt 4, 4b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. R.
EVANGELIO
La gente comió hasta quedar saciada.
Lectura del santo Evangelio
según san Marcos 8, 1-10
Por aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos»
Le replicaron sus discípulos: «¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para saciar a tantos?».
Él les preguntó: «¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron: «Siete».
Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomando los siete panes, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces; Jesús pronunció sobre ellos la bendición, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar saciada y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil y los despidió; y enseguida montó en la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
Dos elementos destacan en el pasaje que acabamos de leer. Por un lado, encontramos la preocupación de Jesús por sus oyentes, a los que no puede mandar sin comer y por otro, uno de los elementos más importantes dentro de las primeras comunidades: compartir lo que se tiene con los demás.
De nuevo nos encontramos con la compasión de Jesús, que no sólo ve por el anuncio evangélico para sus oyentes, sino que sabe que es también necesario el alimento para el cuerpo.
Pasa en muchas ocasiones que éste último detalle se nos olvida y queremos que el pueblo de Dios viva sólo de la predicación, sin darle nada para el cuerpo. El apóstol Santiago, en su carta en el capítulo dos, nos advierte que esto no es lo que corresponde a un cristiano. No podemos decirle a la gente que pasa frío o hambre: "Dios te bendiga para que ya no tengas frío o hambre".
Es necesario darle con qué cubrirse y con qué comer. Y para ello, es necesario desprenderse de las cosas personales. En el episodio de hoy, vemos que Jesús les pregunta a sus discípulos: "¿Cuánto panes tienen?" es decir, busquen entre lo poco o mucho que tengamos para nosotros, y vamos a compartirlo con los que no tienen.
Al margen del milagro de la multiplicación, quizás el milagro más grande que podríamos encontrar es vencer el egoísmo y dar incluso lo único que se tiene para comer. Cuando uno actúa de esta manera, es increíble cómo el segundo milagro se da por añadidura y como pasó con el bote de harina en el pasaje de Elías, nunca más se vuelve a agotar la comida.
Vence tu egoísmo, comparte lo que tienes con los necesitados, confía en Dios y verás que nunca volverá faltar el pan en tu casa.
Antífona de comunión
Sal 106, 8-9
Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Calmó el ansia de los sedientos y a los hambrientos los colmó de bienes.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Oh, Dios, que has querido hacernos partícipes de un mismo pan y de un mismo cáliz, concédenos vivir de tal modo que, unidos en Cristo, fructifiquemos con gozo para la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).