Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana VII.
Antífona de entrada
Cf. Sal 12,6
Señor, yo confío en tu misericordia: mi alma gozará con tu salvación, y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.
Oración colecta
Concédenos, Dios todopoderoso, que, meditando siempre las realidades espirituales, cumplamos, de palabra y de obra, lo que a ti te complace. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Antes que todo fue creada la sabiduría.
Comienzo del libro
del Eclesiástico 1, 1-10b
Toda sabiduría viene del Señor y está con él eternamente.
La arena de los mares, las gotas de la lluvia y los días del mundo, ¿quién los contará?
La altura de los cielos, la anchura de la tierra y la profundidad del abismo, ¿quién las escrutará?
¿Quién ha escrutado la sabiduría de Dios, que es anterior a todo?
Antes que todo fue creada la sabiduría, y la inteligencia prudente desde la eternidad.
La fuente de la sabiduría es la palabra de Dios en las alturas y sus canales son mandamientos eternos.
La raíz de la sabiduría, ¿a quién fue revelada? y sus recursos, ¿quién la conoció?
La ciencia de la sabiduría, ¿a quién fue revelad? y su mucha experiencia, ¿quién la conocía?
Uno solo es sabio, temible en extremo: el que está sentado en su trono.
El Señor mismo creó la sabiduría, la vio, la midió y la derramó sobre todas sus obras.
Se la concedió a todos los vivientes y se la regaló a quienes lo aman.
Palabra de Dios.
Reflexión sobre la Primera Lectura
La reflexión del autor sagrado en relación a la sabiduría se centra primero en su Fuente, Dios mismo que la convoca a la existencia. La sabiduría existe porque Dios es sabio y su sabiduría consiste no en la ciencia, sino en el amor a sus criaturas, a todos aquellos que Él llamó a la vida y a la existencia. La sabiduría es una connotación de Dios porque Él mira el interior de sus criaturas, porque su conocimiento llega al corazón de las cosas creadas.
Pero su sabiduría no es conocimiento "intelectual", sino que, ante todo, es amor por cuanto ha llamado a la vida, pero ese amor se lo ha comunicado a quienes le buscan y son fieles a Él, porque quien busca a Dios y es dócil a Él, se gozará de su propia vida y de la existencia de todo cuanto ha salido de la mano de Dios. Y ese amor divino llega a tal profundidad que nada escapa a su mirada amorosa.
Dirá el libro de la Sabiduría que porque Dios ama sus criaturas las llamó a la vida. Esa característica del amor de Dios que llama a la vida y que mantiene y sostiene la vida con interés delicado hará que las primeras comunidades identifiquen a Jesús con esa Sabiduría divina; él es la Palabra por la que Dios convoca a la vida a todas sus criaturas y por Jesús es que Dios mantiene en la existencia a todo cuanto existe.
Salmo responsorial
Sal 92, 1ab. 1c-2. 5
R. El Señor reina, vestido de majestad.
- El Señor reina, vestido de majestad; el Señor, vestido y ceñido de poder. R.
- Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno. R.
- Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término. R.
Aclamación antes del Evangelio
Cf. 2 Tim 1, 10
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Nuestro Salvador, Cristo Jesús, destruyó la muerte, e hizo brillar la vida por medio del Evangelio. R.
EVANGELIO
Creo, Señor, pero ayuda mi falta de fe.
Lectura del santo Evangelio
según san Marcos 9, 14-29
En aquel tiempo, Jesús y los tres discípulos bajaron del monte y volvieron a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos.
Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo.
Él les preguntó: «¿De qué discutís?».
Uno de la gente le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen, no han sido capaces».
Él, tomando la palabra, les dice: «¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo». Se lo llevaron.
El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; este cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?».
Contestó él: «Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos».
Jesús replicó: «¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe».
Entonces el padre del muchacho gritó: «Creo, pero ayuda a mi falta de fe».
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él».
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió.
El niño se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto.
Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?».
Él les respondió: «Esta especie solo puede salir con oración».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
De nuevo, según el estilo de San Marcos, nos presenta en un solo pasaje una gran cantidad de material para reflexión. Hoy destacaremos únicamente el hecho de la fe que está a la base de todo el relato. Apenas hace unos días reflexionábamos sobre la identidad de Jesús: "¿Quién dice la gente que soy yo?", preguntaba Jesús a sus discípulos.
De nuevo aparece, aunque de otra manera, esta pregunta para la multitud. El padre de familia dice: "Si puedes hacer algo por él"; este padre de familia, al igual que muchos de nuestra comunidad cristiana, aún no se ha dado cuenta, que Jesús es verdadero Dios y que, por lo tanto, puede hacer todo (no siempre querrá hacerlo, pero puede hacerlo).
Una de las ideas que nos ha metido el mundo en la cabeza, es que nuestro Dios, es un Dios pequeño, incapaz de resolver nuestros problemas. Esto ha hecho que muchos busquen otros "dioses" para resolverlos, siendo que al final se encontrarán en una situación peor. Jesús es verdadero Dios. Cierto, hay que creer, y creer como creyó la siro fenicia, el ciego y otros más. Puede ser que nuestra fe sea aún pequeña, pidamos hoy con sinceridad a Jesús: ¡Aumenta mi fe!
Antífona de comunión
Cf. Sal 9, 2-3
Proclamo todas tus maravillas, me alegro y exulto contigo, y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Concédenos, Dios todopoderoso, alcanzar el fruto de la salvación, cuyo anticipo hemos recibido por estos sacramentos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Jesús, sabiduría que procede del Padre, haz que por el don de tu Espíritu nosotros seamos dóciles a tu llamado y a la voluntad de tu Padre que quiere que tu salvación llegue a todos los hombres por medio del anuncio de la iglesia.
Concédenos que comuniquemos al mundo ese conocimiento amoroso que tienes por todos cuantos has ganado con tu sangre derramada en la cruz.
Acción
El día de hoy miraré con ojos tiernos a cuantos conviven a mi lado, para descubrir en ellos, el cuidado amoroso que Dios les muestra y trataré de imitar a Dios en su cuidado por sus amadas criaturas.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).