Tiempo Litúrgico: Cuaresma. Sábado después de Ceniza.
Color del día: Morado.
Memoria libre: San Juan de Dios, religioso y fundador.
Antífona de entrada
Cf. Sal 68, 17
Respóndenos, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión vuélvete hacia nosotros.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, mira compasivo nuestra debilidad y, para protegernos, extiende sobre nosotros tu mano poderosa. Por nuestro Señor Jesucristo
PRIMERA LECTURA
Cuando ofrezcas al hambriento de lo
tuyo, brillará tu luz en las tinieblas.
Lectura del libro de Isaías 58, 9b-14
Esto dice el Señor: «Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies el alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía.
El Señor te guiará siempre, hartará tu alma en tierra abrasada, dará vigor a tus huesos.
Serás un huerto bien regado, un manantial de aguas que no engañan.
Tu gente reconstruirá las ruinas antiguas, volverás a levantar los cimientos de otros tiempos; te llamarán “reparador de brechas”, “restaurador de senderos”, para hacer habitable el país.
Si detienes tus pasos el sábado, para no hacer negocios en mi día santo, y llamas al sábado “mi delicia” y lo consagras a la gloria del Señor; si lo honras, evitando viajes, dejando de hacer tus negocios y de discutir tus asuntos, entonces encontrarás tu delicia en el Señor.
Te conduciré sobre las alturas del país y gozarás del patrimonio de Jacob, tu padre.
Ha hablado la boca del Señor».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 85, 1-2. 3-4. 5-6
R. Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad.
- Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti. R.
- Piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor. R.
- Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. R.
Aclamación antes del Evangelio
Ez 33, 11
R. Gloria a ti, Señor, Hijo de Dios vivo.
No me complazco en la muerte del malvado – dice el Señor -, sino en que se convierta y viva. R.
EVANGELIO
No he venido a llamar a los justos, sino
a los pecadores a que se conviertan.
Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 5, 27-32
En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme».
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos, de Jesús: «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?».
Jesús les respondió: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».
Palabra del Señor.
Reflexión sobre el Evangelio
El gran problema de los fariseos era el sentirse buenos, creer que por tener como padre a Abraham y ser discípulos de Moisés ya habían alcanzado la perfección; que ellos eran los buenos de la historia y esto les daba el derecho de despreciar a los demás, sobre todo a los que, de acuerdo a la Ley de Moisés, eran pecadores, por lo tanto, rechazados de Dios.
Habían, por así decirlo, creado la "religión de los buenos" en la cual los "malos" debían ser excluidos. Jesús nos presenta otro tipo de religión. Una religión incluyente, en la que están llamados a participar buenos y malos. Y no para que los malos sigan su mal camino, sino para que busquen cambiar su vida y acercarse de una manera definitiva a Dios.
Mateo fue una de esas personas que, no siendo un buen Israelita, siendo incluso un traidor a la patria, fue llamado por Jesús, y de este llamado surgió el gran evangelista, amigo y compañero de Jesús. Jesús nos invita a abrirle las puertas de la fe a los alejados, pues éstos son los que más necesitan del amor y del perdón de Dios.
Sé tú como Cristo, un mediador para que los alejados puedan descubrir el amor y la misericordia del Padre, que vino por los enfermos de este mundo, por los enfermos del corazón y del alma.
Antífona de comunión
Cf. Mt 9, 13
Misericordia quiero y no sacrificios, dice el Señor; que no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén
Oración después de la comunión
Te pedimos, Señor, que, alimentados con el don de la vida celestial, lo que para nosotros es un sacramento en la vida presente se convierta en auxilio de eternidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).