Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Jueves, 3 de julio de 2025.


Tiempo Litúrgico: Ordinario. Semana XIII.
   Color del día: Rojo.  


Antífona de entrada
Sal 117, 28. 21

Tú eres mi Dios, y yo confiaré en ti, tú eres mi Dios, te alabaré y te daré gracias; pondré en ti mi  confianza, porque tú eres mi salvador.

Gloria

Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú Señor, sólo Tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.

Oración colecta

Concédenos, Dios todopoderoso, alegrarnos por la festividad del apóstol santo Tomás, para que siempre nos ayude con su protección y para que, creyendo, tengamos vida en el nombre de aquel a quien él mismo reconoció como Señor, Jesucristo, tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA
Estáis edificados sobre el
cimiento de los apóstoles

Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Efesios 2, 19-22

Hermanos:

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.

Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros entráis con ellos en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Palabra de Dios.

Reflexión sobre la Primera Lectura

En la primera lectura, Pablo describe la transformación y privilegios a los que acedemos por medio de la fe, una vez que Cristo nos ha rescatado y salvados por pura gracia.

En la primera parte de este 2º capítulo de la carta, Pablo constata la diversidad de gentes, razas, lugares y culturas que se dan en la ciudad y de donde provienen los creyentes a esa iglesia de Éfeso. Esta imagen le sirve para explicarnos por quiénes y de qué forma está constituida la iglesia.

Es probable que en ella se viviera confusión en cuanto a su identidad religiosa, problemas de convivencia y unidad, sobre todo debido al diverso origen de sus miembros. Sin embargo, Pablo quiere dejar bien fundamentada a esta comunidad y les expresa quién les sostiene y les ha dado “acceso al Padre” (V18).  Hijos de este misericordioso Padre son, hijos suyos somos.

¡Cuánta fuerza! nos deja Pablo con estas afirmaciones que hoy hemos escuchado, tan rotundas   y esperanzadoras. (Podemos hacer una lista con ellas y dejar que nos hablen, así veremos que no hay una primera o segundas, todas son esenciales) “Por tanto ya no sois extranjeros, ni forasteros o extraños, sois conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios”… ”Ensamblados sobre el cimiento de los Apóstoles.” (V 19-20) ¿Dónde podríamos encontrar mayores títulos?

Por supuesto, en ninguna otra institución y sin ningún mérito por nuestra parte; y, sin embargo, Pablo quiere dejar constancia, no sólo para esa comunidad sino para todos los creyentes, cuál es el plan salvífico de Dios en la historia, cuyo punto principal es la unión de toda la humanidad en Cristo y por Cristo.

Leer y reflexionar sobre este texto nos lleva a afirmar, que, en la iglesia, toda discriminación y privilegios desaparecen, si nos tomamos en serio el llamado de Dios: Vivir la responsabilidad de creyentes como miembros de la familia de Dios. Te suplicamos, haznos dóciles Señor, en la construcción de tú Reino, dejándonos modelar y ensamblar sobre los cimientos de los Apóstoles.

Salmo responsorial
Sal 116, 1. 2

R. Id al mundo entero
y proclamad el Evangelio.
  • Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. R.
  • Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R.

Aclamación antes del Evangelio
Jn 20, 29

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

Porque me has visto, Tomás, has creído – dice el Señor -; bienaventurados los que crean sin haber visto. R.

EVANGELIO
¡Señor mío y Dios mío!

Lectura del santo Evangelio
según san Juan 20, 24-29

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor».

Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros».

Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».

Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!».

Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto».

Palabra del Señor.

Reflexión sobre el Evangelio

Hoy, en la fiesta de Santo Tomás, el evangelio nos presenta el encuentro de Jesús resucitado con sus discípulos y de forma especial con el apóstol Tomás.

Todos tenemos en mente la actitud expresada por él, ante la noticia de la Resurrección contada por los discípulos que estaban en el cenáculo, cuando Jesús se hizo presente.

Lo que Tomás expresa ante tal noticia, - (recordemos que Tomás no estaba en el grupo) -, lleva una carga de profundo escepticismo, quizás hasta de profundo dolor, desilusión que le impide creerlos, por el recuerdo del sufrimiento y muerte que contempló hace unos días sobre la persona del Maestro. Hay “algo” que no encaja ni en su mente, ni en su corazón.

Todo este contexto le predispone para formular su exigencia de pruebas tangibles, que reflejan una lucha interna que muchos de nosotros seguro conocemos en momentos concretos de nuestra vida.

La duda de Tomás no parece sea una muestra de incredulidad permanente, sino una expresión de lo que anida en su corazón y le lleva a “desafiar” al mismo Jesús. “Si no veo… si no toco… no lo creo”. 

A los ocho días, Jesús llega y se coloca a su nivel, donde puede hablarle de tú a tú. Esta cercanía, este cruce de miradas, que no recrimina ni reprende, provoca en Tomás esa gran exclamación de fe que el evangelio nos ha transmitido y que tantas veces los creyentes repetimos: “¡Señor mío y Dios mío!” Tomás se derrumba ante tanto amor y Jesús confirma su fe.

El evangelio termina con una mirada de amor universal y una promesa de bendición para el creyente de todos los tiempos: “Bienaventurados los que crean sin haber visto”. Es un recordatorio de que nuestra fe no depende de lo que vemos, sino de confía en las promesas de Dios. 

Antífona de comunión
Cf. Jn 20, 27

Acerca tu mano, toca los agujeros que dejaron los clavos y no seas incrédulo, sino creyente.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración después de la comunión

Dios nuestro, en este sacramento hemos recibido verdaderamente el Cuerpo de tu Unigénito; concédenos que lo reconozcamos por la fe como Dios y Señor nuestro, y también lo confesemos con las obras y con la vida, a ejemplo del apóstol Tomás. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración

Gracias, Jesús, por haber pagado un alto costo para que yo tuviera vida y para incluirme en tu familia, gracias por hacerme tu hermano y convertirme en hijo del Padre del cielo. Sólo te pido tu gracia para vivir y actuar como corresponde a un miembro de tan maravillosa familia. Además, te pido la capacidad de ir añadiendo a más personas a esta grande, divina y eterna familia.

Acción

Sabiendo que un día en el cielo podremos abrazar a cada miembro de la Familia celestial; hoy abrazaré a las más personas posibles, siendo consciente de que ellos también son parte o pueden ser integrantes de esta.

Fuentes:
Archidiócesis de Madrid, Frailes Dominicos de España, Evangelización Activa, Id y Enseñad, La Misa de Cada Día (CECOR), ACI Prensa.
Verificado:
Ordo Temporis, Ciclo C, 2024-2025, Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).