Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Jueves, 29 de julio de 2021.


Tiempo Litúrgico: Ordinario II - Semana XVII.
   Color del día: Blanco.  


Primera Lectura
Del libro del Éxodo
(40, 16-21. 34-38)
La nube cubrió la tienda de la reunión
y la gloria del Señor llenó el santuario.

En aquellos días, Moisés hizo todo lo que el Señor le había ordenado. El día primero del primer mes del año segundo, se construyó el santuario. Moisés lo construyó: colocó los pedestales y los tableros, puso los travesaños y levantó las columnas. Después desplegó la tienda por encima del santuario y sobre ella puso, además, un toldo, como el Señor se lo había ordenado.

Colocó las tablas de la alianza en el arca; puso debajo de ella los travesaños y por encima la cubrió con el propiciatorio. Llevó entonces el arca al santuario y colgó delante de ella un velo para ocultarla, como el Señor se lo había ordenado.

Entonces la nube cubrió la tienda de la reunión y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no podía entrar en la tienda de la reunión, pues la nube se había posado sobre ella y la gloria del Señor llenaba el santuario.

Y en todas las etapas, cuando la nube se quitaba de encima del santuario, los hijos de Israel levantaban el campamento, y cuando la nube no se quitaba, se quedaban en el mismo sitio. Durante el día la nube del Señor se posaba sobre el santuario y durante la noche había un fuego que podían ver todos los israelitas desde sus tiendas.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Nuestro Dios, como nos lo muestra este pasaje, no es un Dios lejano, sino un Dios cercano que acompaña a su pueblo. Es también un Dios que, conociendo la naturaleza humana, siempre necesitada de signos, se relaciona con su pueblo mediante signos, por lo que la Liturgia es importante para el pueblo. El santuario y el templo se constituyen en el lugar privilegiado para el encuentro con Dios.

Sabemos que Dios es omnipresente (que está en todas partes), sin embargo, es en el templo y a través de la liturgia, como se hace presente de una manera especial en la vida del pueblo. Podríamos decir que es una manera de confirmar sensiblemente su presencia entre nosotros.

En tiempos de Moisés la presencia del Señor se realizaba por medio de una nube que cubría el santuario, hoy su presencia se realiza de modo más perfecto y sensible, a través de la Eucaristía. Por ello, Dios está presente en todos los Sagrarios del mundo.

Está esperando para llenarnos con su gloria, para platicar con nosotros, para consolarnos y para darnos fuerza para continuar nuestro camino hasta llegar a la Tierra prometida, es decir, hasta el cielo. Tómate algunos minutos cada vez que puedas, para detenerte en una Iglesia y visita el santuario, el lugar en donde Jesús sacramentado te está esperando para llenarte de su amor.

Salmo responsorial
(Sal 83, 3. 4. 5-6a y 8a. 11)
R/ ¡Qué deseables son tus moradas,
Señor del Universo!
  • Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. R.
  • Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. R.
  • Dichosos los que viven en TU casa, alabándote siempre. Dichosos los que  encuentran en TI su fuerza; caminan de baluarte en baluarte. R.
  • Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados. R.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (11, 19-27)
Creo firmemente que tú eres el Mesías,
el hijo de Dios.

En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para consolarlas por la muerte de su hermano Lázaro. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas”.

Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta respondió: “Ya sé que resucitará en la resurrección del último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?” Ella le contestó: “Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.

Reflexión sobre el Evangelio

Este pasaje de san Juan nos muestra cómo se debe actuar ante la desilusión religiosa. Muchas veces, nosotros pensamos igual que Marta: Si Tú hubieras estado, mi esposo no habría perdido el trabajo, mi hijo estaría vivo, esta enfermedad no hubiera azotado a nuestra familia.

Y en ese momento viene a nosotros la gran tristeza, la gran desilusión que muchas veces nos acompañará durante toda la vida, robándonos la felicidad, y alejándonos de Dios, y con ello, de la paz y del verdadero amor.

Marta nos muestra hoy que, el que las cosas no sean o hayan sido como ella esperaba, esto no significa que no vayan a ser como finalmente más conviene a los planes de Dios, que siempre son fuente de bendición y de paz para todos.

Nuestro problema es que siempre esperamos que Dios haga las cosas como a nosotros nos parece que deberían ser hechas. Y Dios no siempre lo piensa así, pues ÉL ve los corazones y el bienestar de todos, no sólo el nuestro.

Finalmente, el plan de Dios, no es sanarnos, sino llevarnos a la vida eterna y para ello es necesario, como hoy lo vemos en Marta, hacer una confesión de fe en Jesús como Señor y Mesías.

Cuando ponemos nuestros planes y proyectos en Dios, todo se transforma en paz y serenidad. Sabemos que Dios nos ama, como amaba a esta familia y que si ha ocurrido así, no es porque no supiera de nuestras necesidades, sino porque así convenía a su proyecto, al proyecto de Dios para la salvación de todos lo hombres. Confía en ÉL, realmente Jesús es el Mesías salvador.

Oración

Señor Jesús, TÚ nos confirmas en tu palabra cuando dices que estarás con nosotros todos los días hasta el final de los tiempos. Sin embargo, soy yo quien no me acerco, desaprovechando esta maravillosa oportunidad de estar en ti.

Por esto te pido perdón; desde hoy te abro las puertas de mi corazón para hacer vida tus promesas en mí.

Acción

Si no acostumbro ir al Sagrario, haré el propósito de ir, al menos, una vez a la semana y me dejaré llenar de la amorosa presencia de Jesús.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro.

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa
Verificado en:
Ordo Temporis Ciclo B – 2021, Conferencia Episcopal de Costa Rica