Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones. Martes, 19 de marzo de 2024.


Tiempo Litúrgico: Cuaresma - Semana V.
   Color del día: Blanco.  


Oración Colecta

Dios todopoderoso, que quisiste poner bajo la protección de san José el nacimiento y la infancia de nuestro Redentor, concédele a tu Iglesia proseguir y llevar a buen término, bajo tu patrocinio, la obra de la redención humana, Por Jesucristo, tu Hijo , que vive y reina.

Primera Lectura
Del segundo libro de Samuel
(7, 4-5. 12-14. 16)
El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.

En aquellos días, el Señor le habló al profeta Natán y le dijo: “Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: ‘Cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino.

El me construirá una casa y yo consolidaré su trono para siempre. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente”.

Reflexión sobre la Primera Lectura

Este pasaje está referido, sin lugar a dudas, a Jesús quien será el descendiente esperado del pueblo y aquel que reinará por siempre. Para la realización de esta profecía Dios escogió a José de Nazaret, descendiente de la casa davídica para que él fuera quien le diera el "linaje" (diríamos hoy, el apellido) de la familia de David.

Sabemos que José no es el padre de Jesús, pues fue engendrado del Espíritu Santo, sin embargo, cumplió en todo como padre de Jesús: le dio su apellido, lo educó, le comunicó la ley y enseñó a vivir de acuerdo a la Alianza y finalmente le enseñó su propio oficio de carpintero. Todo esto nos habla de algo que a veces se va perdiendo en nuestros hogares y es: "el tener tiempo para los hijos".

Es tal la actividad del hombre moderno (cabeza de la familia), que muchas veces deja toda la carga de la educación en la esposa; sin embargo, la presencia y educación paterna es fundamental para el desarrollo equilibrado de los niños y niñas. Jesús, como hombre, se desarrolló gracias a la cercanía de José y su preocupación por su educación.

Ojalá y todos los que han sido llamados a ser papás lo sepan imitar dándose tiempo para compartir con sus hijos.

Salmo responsorial
(Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29)
R/ Su descendencia
perdurará eternamente.
  • Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: “Mi amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos. R.
  • Un juramento hice a David, mi servidor, una alianza pacté con mi elegido: ‘Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente’. R.
  • El me podrá decir: ‘Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva’. Yo jamás le retiraré mi amor ni violaré el juramento que le hice”. R.

Segunda Lectura
De la carta del apóstol san Pablo
a los romanos (4, 13. 16-18. 22)
Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó.

Hermanos: La promesa que Dios hizo a Abraham y a sus descendientes, de que ellos heredarían el mundo, no dependía de la observancia de la ley, sino de la justificación obtenida mediante la fe.

En esta forma, por medio de la fe, que es gratuita, queda asegurada la promesa para todos sus descendientes, no sólo para aquellos que cumplen la ley, sino también para todos los que tienen la fe de Abraham. Entonces, él es padre de todos nosotros, como dice la Escritura: Te he constituido padre de todos los pueblos.

Así pues, Abraham es nuestro padre delante de aquel Dios en quien creyó y que da la vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que todavía no existen. El, esperando contra toda esperanza, creyó que habría de ser padre de muchos pueblos, conforme a lo que Dios le había prometido: Así de numerosa será tu descendencia. Por eso, Dios le acreditó esta fe como justicia.

Evangelio
† Del santo Evangelio
según san Lucas (2, 41-51)
Tu padre y yo te hemos estado buscando
llenos de angustia.

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua.

Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.

Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas.

Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia". El les respondió: "¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?" Ellos no entendieron la respuesta que les dio.

Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas.

Reflexión sobre el Evangelio

La palabra de Dios, en este día nos presenta el terrible sufrimiento que tuvo nuestra Madre cuando se quedó Jesús en el Templo y ella pensó que se había perdido. Dado que Dios ha querido que María sea ahora la madre de todos nosotros, los discípulos del Señor, podemos imaginar que esta experiencia se repite continuamente en el cielo cuando alguno de nosotros se pierde, cuando se aleja de Dios y por ende, de ella.

Ciertamente Jesús se quedó en el templo sin avisarle a sus padres, lo cual produjo una gran angustia a nuestra madre. El problema es que nosotros no nos perdemos por quedarnos en la casa de Dios, sino todo lo contrario. Por ello, debemos de tomarnos fuertemente de la mano de María Santísima para que no nos vayamos a perder.

Su corazón inmaculado es el mejor lugar en donde podemos estar, pues en él encontramos siempre la ternura y el amor de nuestra Madre Santísima que nos instruye interiormente y nos dirige a Jesús. La presencia del Espíritu en total plenitud en su corazón, se convierte en luz y alegría para nuestras vidas. 

Si mucha gente vive perdida en el mundo es porque no se ha tomado con fuerza de la mano de nuestra Madre Amada y porque no ha hecho de su corazón, el lugar de encuentro con Dios.

Comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

Oración

Señor, tu amor y tu voluntad son eternas, permíteme saber escucharte y aceptar de ti lo que pides para que, como san José, sepa continuar tu obra salvadora haciendo tu voluntad cada día sin afectar ni interrumpir tu Plan de Salvación.

Acción

Hoy dedicaré un tiempo del día a la convivencia, bienestar y educación familiar.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Adaptado de:
Evangelización Activa, La Misa de Cada Día (CECOR), Catholic.net, ACI Prensa.
Verificado en:
Ordo Temporis, Ciclo B, 2023-2024, Conferencia Episcopal de Costa Rica.