Lecturas de la Misa del día y sus reflexiones – Viernes 16 de enero de 2016.

Tiempo Litúrgico: Ordinario
Color: Rojo

Santo Cristo de Esquipulas

Santoral:

Primera Lectura: I Samuel 8:4-7, 10-22
Os quejaréis a causa del rey, pero el Señor no os responderá 

Se reunieron, pues, todos los ancianos de Israel y se fueron donde Samuel a Ramá, y le dijeron: «Mira, tú te has hecho viejo y tus hijos no siguen tu camino. Pues bien, ponnos un rey para que nos juzgue, como todas las naciones.» 

Disgustó a Samuel que dijeran: «Danos un rey para que nos juzgue» e invocó a Yahveh. Pero Yahveh dijo a Samuel: «Haz caso a todo lo que el pueblo te dice. Porque no te han rechazado a ti, me han rechazado a mí, para que no reine sobre ellos. Samuel repitió todas estas palabras de Yahveh al pueblo que le pedía un rey, diciendo: «He aquí el fuero del rey que va a reinar sobre vosotros. 

Tomará vuestros hijos y los destinará a sus carros y a sus caballos y tendrán que correr delante de su carro. Los empleará como jefes de mil y jefes de cincuenta; les hará labrar sus campos, segar su cosecha, fabricar sus armas de guerra y los arreos de sus carros. Tomará vuestras hijas para perfumistas, cocineras y panaderas. Tomará vuestros campos, vuestras viñas y vuestros mejores olivares y se los dará a sus servidores. Tomará el diezmo de vuestros cultivos y vuestras viñas para dárselo a sus eunucos y a sus servidores. Tomará vuestros criados y criadas, y vuestros mejores bueyes y asnos y les hará trabajar para él. Sacará el diezmo de vuestros rebaños y vosotros mismos seréis sus esclavos. 

Ese día os lamentaréis a causa del rey que os habéis elegido, pero entonces Yahveh no os responderá.» El pueblo no quiso escuchar a Samuel y dijo: «¡No! Tendremos un rey y nosotros seremos también como los demás pueblos: nuestro rey nos juzgará, irá al frente de nosotros y combatirá nuestros combates.» Oyó Samuel todas las palabras del pueblo y las repitió a los oídos de Yahveh. Pero Yahveh dijo a Samuel: «Hazles caso y ponles un rey.» Samuel dijo entonces a todos los hombres de Israel: «Volved cada uno a vuestra ciudad.»

Salmo Responsorial 88, 16-17. 18-19 
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor. 
  • Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo. R.
  • Porque tú eres su honor y su fuerza, y con tu favor realzas nuestro poder. Porque el Señor es nuestro escudo y el Santo de Israel nuestro rey. R.

Evangelio según san Marcos 2:1-12
El Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados

Entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra. 

Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.» 

Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?» Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate, toma tu camilla y anda?" 

 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice al paralítico -: "A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa."» Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida.»

Reflexión sobre la Primera Lectura

De nuevo nos encontramos con un texto que retrata la actitud de nuestro mundo moderno, de un mundo que no permite a Dios obrar con libertad, de un mundo que lo quiere tener como Dios, pero no como Rey y Señor. 

Llama sobre todo la atención en este pasaje las palabras del pueblo: "Queremos tener un rey y ser como las demás naciones". Con ello están negando la elección de Dios sobre ellos. Hoy pasa algo semejante, cuando nosotros queremos ser cristianos, pero al mismo tiempo, vivir de acuerdo a como vive el mundo, vivir como aquellos que no conocen y no aman al Dios revelado por Cristo. Jesús, en su oración final al Padre, ya les hacía ver a sus discípulos que ellos no son del mundo, que vivían en él, pero que le pertenecen al Padre y que su ciudadanía es el Cielo.

Es, pues, necesario que nos hagamos conscientes de esta realidad y que no busquemos imitar a aquellos que no conocen o no aman a Dios, sino que busquemos con todo nuestro corazón tener a Dios como nuestro Rey y Señor. Dios, desde la encarnación de su Hijo, nos ha mostrado que no quiere vivir lejos de nosotros, sino en medio de nosotros, que quiere ser el Emmanuel.

Reflexión sobre el Evangelio

Qué importante es la fe de los demás, aun para nuestra propia salvación. En este pasaje nos relata San Marcos que fue precisamente por la fe y la cooperación de los que acompañaban al paralítico (que lo llevaron y luego se ingeniaron para poder presentarlo), que Jesús le perdonó sus pecados y después hasta le dio la salud física. 

Tú también puedes ser el instrumento de Dios para que alguno de tus amigos o amigas se acerquen al sacramento de la reconciliación. Algunas personas tienen mucho tiempo sin acercarse, pues piensan que saldrán regañadas, y están en un error. El sacramento de la Reconciliación es el SACRAMENTO DEL AMOR DE DIOS. Es el espacio en que nuestro pecado se encuentra con la misericordia de Dios.

Los que llevaban la camilla estaban convencidos de que Jesús haría algo por su amigo. Si tú realmente crees esto, ayuda a quien no conoce bien el sacramento y que está esperando oír: "Tus pecados te son perdonados".

Oración

Señor Dios Nuestro, tú que para manifestarnos la profundidad de tu amor nos enviaste como Salvador y Redentor a tu Hijo Jesucristo, el cual obediente a tu palabra asumió toda la condición humana, menos el pecado, para manifestarnos que, como en el Paraíso, Dios vive entre nosotros como un padre vive entre sus hijos amados, ayúdanos a abrir nuestros corazones a esa presencia tuya y que agradecidos por ello, cumplamos siempre tu voluntad. Amén.

Acción

El día de hoy, voy a buscar la presencia de Dios en mis actividades diarias y mediante una pequeña oración le voy a consagrar cada una de mis acciones.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. 
Como María, todo por Jesús y para Jesús. 

Pbro. Ernesto María Caro

Adaptado de:
Evangelización Activa, Archidiócesis de Madrid
Verificado en:
Ordo Temporis 2016, Conferencia Episcopal de Costa Rica